Los problemas más frecuentes que, en mi experiencia como abogado, he observado que dan origen a un divorcio son básicamente tres:
1. Infidelidad.
2. Económicos.
3. Comunicación.
En virtud de los puntos 1 y 2 ya se ha abundado en el tema en meses anteriores, creo que es momento de hablar sobre la comunicación como elemento esencial de la vida marital.
Muchas veces las parejas pretendemos entender a nuestro cónyuge, queremos anticiparnos a sus reacciones y respuestas ante los acontecimientos, y muchas veces por miedo a ello es que ocultamos situaciones que afectan el desarrollo de la familia. Pero olvidamos que con el tiempo dichos ocultamientos se saben y causan un dolor mucho más intenso que el que nos hubiese causado saber en el momento debido al sentimiento de desconfianza que se crea en la pareja.
Hoy día se están perdiendo los elementos característicos en la pareja, es decir la confianza, asumir las responsabilidades de nuestros actos, así como abrirnos con el otro por sentirse vulnerable ante él, olvidando que nuestra pareja debe ser considerado como nuestro mejor amigo, es con quien podemos compartir, tanto los buenos como los malos momentos que nos hacen crecer, madurar y ser mejores personas. Sin embargo, hoy ese apoyo entre cónyuges es más escaso por miedo a las represalias que suponemos podría tomar nuestra pareja, sin llegar a conocer la verdad de lo que sucedería.
Previa autorización que recibí de uno de mis clientes me permito hacerles una reseña de un caso, en donde la comunicación entre la pareja salvo un matrimonio.
Una pareja con cinco años de matrimonio, quienes procrearon una hija, comenzaron a tener dificultades ya que el tiempo que estaban acostumbrados a estar juntos desapareció para poder dar atención a su bebé, por lo que comenzaron a aparecer síntomas de celos y falta de atención personal.
La señora acudió a nuestro despacho, estaba segura de que su marido le era infiel, pues durante los 3 primeros meses de recién nacida su hija, no la había ni siquiera tocado, y él aseguraba que su mujer lo había utilizado para únicamente tener una hija y que solventara las necesidades económicas que tenían.
Lo anterior condujo a que antes de que la menor cumpliera un año de vida, dicha pareja decidiera separarse. Permanecieron distantes entre sí por más de dos años, hasta que un día ella decidió decirle lo que sentía y manifestarle las inquietudes que la orillaron a la separación. Él accedió y se expresó al igual que ella, y se dieron cuenta que se seguían amando, y sobretodo reconocieron que haberse quedado callados asumiendo suposiciones sobre su pareja, únicamente condujo a que perdieran dos años de su vida sin convivir con su hija y dinero.
Por lo anterior, creo que no perdemos nada en comunicarnos con nuestra pareja, porque posiblemente encontremos la solución a muchos problemas. Me parece que una unión es igual a confianza, y esa confianza debe prevalecer ante cualquier adversidad, todo por el bien de la unión familiar.
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