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Ruth Axelrod

Y la terapia de pareja… ¿para quién?


Formar pareja es un trabajo que podríamos marcar en el terreno de lo imposible, ya que lograr estar parejos, hacer una dupla de iguales donde ambos tengan las mismas responsabilidades, los mismos derechos y las mismas reglas no es lo que la cultura nos ha transmitido. Esta concepción de igualdad entre los sexos y entre las personas parece un mito, es decir, una idea que estimula la búsqueda de lo perfecto, pero que en realidad genera desilusiones y un manejo de conflictos poco desarrollado.

El diccionario de la lengua española define “pareja” como el conjunto de dos personas que tienen alguna correlación o semejanza. Generalmente, comenzamos a buscar una pareja amorosa alrededor de edad de la adolescencia cuando la madurez corporal y emocional permiten el nuevo despertar psicosexual en la otra mitad procreativa. Buscamos príncipes y princesas que cumplan con ser perfectos, amorosos, sensuales, ricos, inteligentes, guapos, buenos amantes, generosos, comprensivos, de buen genio y que les guste formar parte del equipo para no cargar con todo uno solo.

¿Será que esto es posible? o ¿por cuánto tiempo puede una pareja mantener las idealizaciones sobre lo que cada persona realmente es? Cuando las parejas tienen sus momentos de quiebre, cuando la comunicación entre los integrantes es difícil, cuando la agresión es más común que la ternura y la expresión amorosa se ha extinguido, es buen momento para buscar ayuda profesional y requerir una terapia de pareja.

Es una técnica dentro de la psicología, una especialidad que permite intervenir con las parejas que lo soliciten. Hay parejas que pueden buscar ayuda un poco antes de romperse, pues se encuentran en crisis, otras para evitar la ruptura y buscan recontratar su estilo de vida para mejorarlo y otras para planear como separarse. Tenía una pareja de pacientes que su petición radicaba en que los ayudara al buen morir de las ilusiones sobre el matrimonio perfecto para pasar al renacimiento de sus expectativas, de que cada uno de ellos aceptara al otro como era verdaderamente. Cada pareja requiere algo distinto y la intervención psicoterapéutica tendrá que ser un traje a la medida dentro de la técnica bien estructurada.

Aquí quisiera remarcar el mito que se tiene de que ir a terapia de pareja va a ser solamente para que se divorcien, pero las cosas no funcionan siempre así. Es un espacio noble que invita a nuevas alternativas y nuevas formas de comunicación. El contrato matrimonial que se establece durante el noviazgo y los primeros meses de vida matrimonial, es algo que se queda estático dentro de las reglas de convivencia de las parejas, no hemos diseñado estructuras sociales y religiosas que nos permitan estarlo actualizando, según las necesidades de las personas que lo instalaron, es decir, muchas veces se vuelve obsoleto y poco útil, una de las cosas que vale la pena retomar con las parejas que acuden a terapia juntos es la actualización de eso pactado a inicio que con el paso del tiempo y de la madurez hay que renovar. Con mayor razón si han tenido familia y han pasado de ser dos a ser tres o más.

No es fácil mantenerse en pareja, es un reto interesante que puede ser mejorado con la ayuda de los especialistas en este campo específico.

*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.

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