top of page
Carolina Grajales Valdespino

Violencia en las familias: un permiso social histórico.


Hacer alusión a la violencia doméstica es referirse a la ocurrida en las familias. Se trata de un fenómeno mundial, el cual, a partir de acciones emprendidas por el movimiento amplio de mujeres en todo el mundo, se han reconocido las graves consecuencias y se ha roto el silencio de la sociedad.

Este hecho estaba “oculto” entre las paredes del hogar, en tanto recinto íntimo y exclusivo de la jurisdicción del “jefe de familia”, donde nadie podía intervenir dado el enfoque del discurso patriarcal que lo calificaba de asunto privado. Esta división de lo público y lo privado frenó por mucho tiempo la reflexión colectiva sobre la violencia familiar; apenas hace algunas décadas se ha puesto de manifiesto su carácter público por incidir en múltiples ámbitos.

El fenómeno se esbozaba como elemento de las convenciones disciplinarias o educativas, así todo quedaba en familia y se denominaba “intrafamiliar”; a pesar de tener repercusiones en otros espacios, entre ellos la escuela. Yo pregunto ¿habrá alguna relación entre la violencia en la casa y el acoso escolar? De seguro la respuesta es sí. Tan significativa es la violencia familiar que ejercerla se ha vuelto un delito, ahora dispuesto en los Códigos Civil y Penal, para lo cual se han creado leyes y normas oficiales para su regulación.

No es fácil determinar si un “accidente” en el hogar es o no producto de la violencia en la familia. Fue necesario identificar señales sutiles de este tipo de violencia porque ha habido un permiso social histórico respecto a su justificación. En ocasiones ni la propia víctima puede darse cuenta de la violencia vivida, pues bajo el pretexto de prevenir o tratar de resolver conflictos, puede sufrirse. La antropóloga Margaret Mead (Vereda-Themis, 2003) en alguna ocasión señaló que si un pez fuera antropólogo, lo último en descubrir sería el agua. Se refería a lo difícil que es ver claramente las reglas invisibles a partir de las cuales construimos nuestras vidas cotidianas.

En la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, se define a la violencia familiar como “el acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar, o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar, cuyo Agresor tenga o haya tenido relación de parentesco por consanguinidad o afinidad, de matrimonio, concubinato o mantengan o hayan mantenido una relación de hecho.” (Art. 7).

¿Por qué esta definición en una Ley para proteger a las mujeres? Y ¿los hombres qué? Porque las estadísticas muestran, a través de los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2011), que “en México 47 por ciento de las mujeres de 15 años y más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja durante su última relación (…) y la entidad federativa con mayor prevalencia de violencia de pareja a lo largo de la relación, resultó el Estado de México, con 57.6%.” (Datos ajustados a las Proyecciones que CONAPO actualizó en 2013).

¿Qué hay realmente detrás de esta violencia? En el fondo, la violencia familiar nace de la desigualdad de género “Los mismos actos que se castigarían si estuvieran dirigidos a un empleador, un vecino o un conocido no se cuestionan si proceden de un hombre contra una mujer, especialmente dentro de la familia.” (Population Information Program, Vol XXVII, Número 4, diciembre, 1999). Basta recordar el caso de Reeva Steenkamp, famosa modelo y abogada sudafricana, asesinada por su novio, el atleta Oscar Pistorius, quien le disparó y mató cuando ella estaba en el baño de la recámara que compartían porque la “confundió” con un asaltante; esto sucedió en febrero de 2013 y él continúa libre, su defensa aduce una probable enfermedad mental para justificar el asesinato.

Algunas señales para reconocer la violencia. El CAVI y otras instituciones recomiendan, si tu pareja: pide explicación exacta de lo que hiciste cuando no estaban juntos; te indica cómo vestirte o arreglarte; te critica haciendo que dudes de tus habilidades y valor propio; ignora tus necesidades y deseos; se burla, te humilla o ridiculiza en privado o en público; amenaza o acosa a ti, a seres queridos o mascotas; pierde la paciencia con facilidad y rompe objetos en ataques de ira; impide que visites a familiares o amistades; te obliga a realizar actos que no deseas; amenaza con lastimarte o lastimarse si terminas la relación.

¿Qué hacer ante la violencia familiar? Lo principal es denunciar el hecho y no minimizarlo, porque el riesgo de muerte es real y se debe elaborar un plan de seguridad. Contar con un número telefónico y dirección de familiar, amistad de confianza o Refugio en caso de tener que abandonar la vivienda. Colocar en un sitio seguro una “bolsa de emergencia” con documentos: identificaciones, actas de nacimiento, escrituras, dinero en efectivo. Buscar protección legal: en caso de maltrato físico, es importante tomarse fotos de las heridas y lesiones, levantar un acta y buscar ayuda profesional.

Como sociedad se debe romper el mito de que “a las mujeres les gusta que les peguen porque son masoquistas”. Una hipótesis puede ser el Síndrome de Estocolmo: la víctima temerosa necesita solidaridad, tiempo, protección… porque ha estado aislada y controlada, por ello su única opción es el abusador. Ante una mínima atención de él, “la víctima niega su rabia y crea un vínculo con el lado positivo del agresor, con la esperanza de que la deje vivir” (Vereda Themis, 2003). Sabe del riesgo en el cual se encuentra y busca sobrevivir; depende de él en lo emocional y quizá en lo económico. El Gabinete de Comunicación Estratégica y el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, advierten respectivamente, que 20 millones de hogares (21-07-14) sufren violencia familiar y “6 mujeres son asesinadas al día en México.”

Referencias*

Grupo de Educación Popular con Mujeres, A. C., Vereda Themis, INDESOL. Asistente para la resolución de conflictos familiares.México, D. F. 2003

CAVI. Atención a víctimas de violencia familiar. Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. 2014.

15 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page