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Carolina Grajales Valdespino

Una vacuna contra la infidelidad.


Considero que abordar el tema del amor es aproximarse a uno de los más grandes enigmas de la humanidad. Entrar en esta compleja materia con la finalidad de aclarar ciertos aspectos de lo que comúnmente hemos denominado “el amor en pareja” nos lleva a plantear que el amor como condición y praxis humana se expresa en el marco del horizonte cultural marcado por quienes nos precedieron, porque el discurso de la cultura es lo que otorga sentido y significado a nuestras actitudes y acciones; con ella crecimos, la tenemos internalizada y la expresamos a través de cada suspiro, ilusión y hasta posición erótica.

Cabe aclarar que el amor no es una cuestión biológica, natural y menos instintiva que se pueda tratar aislada de otros componentes de la formación social, se trata de una construcción social y de una decisión personal.

Hay diferentes tipos de amor, entre otros: al amor cortés, el romántico, el filial, el amor-amistad, el amor erótico, por ello una definición única no agotaría la complejidad del tema, y no sería suficiente para explicarlo por su diversidad y toda la gama de factores y perspectivas desde las que se puede analizar el misterio del amor. Eric Fromm lo define en términos muy generales, como una predilección por una persona que se da de manera voluntaria y es libremente aceptada o negada por el/la amante. Ahora revisemos cómo la sociedad nos fue enseñando sobre el amor en pareja.

Cuando infantes quizá aprendimos sobre el amor a partir de los cuentos infantiles donde luego de múltiples vicisitudes con monstruos y valientes príncipes que salvaban a sus amadas llevándoselas en un brioso corcel, para finalizar la historia con una elegante celebración matrimonial y el cuento cerraba con la frase: “y vivieron felices”. Igual sucedía en las películas de amor con sus ciertas especificidades y al final tenían un final feliz. ¡Me encantaban! Aunque años después me pregunté ¿cómo les habrá ido a La Cenicienta y a su príncipe?, cuando se les educó y socializó de formas tan opuestas, ella para la servidumbre y él para gobernar. ¿De verdad habrán sido felices?

Si revisamos algunos libros sobre el tema, Jane Austen (1775-1817) en su recomendable novela de amor Orgullo y prejuicio donde presenta malos entendidos, enredos y por supuesto, al final todo termina en matrimonio y se infiere que también fueron felices. He de reconocer que las mujeres de Austen tenían el hábito de la lectura y eran capaces de tomar decisiones, aunque la constante es siempre la dependencia económica de las mujeres y su falta de autonomía.

Cuando pensamos en el amor tendemos a relacionarlo con corazones rojos, cajitas doradas y hasta palomas juntando sus piquitos como en un gran beso de amor, sobre todo ahora que ya está aquí el Día de San Valentín y sus celebraciones. No quiero ser “aguafiestas”, pero Konrad Lorenz (1903-1989) el etólogo austriaco, en su libro El anillo del Rey Salomón escribe de forma divertidísima sus observaciones científicas y nos cuenta que las palomas son todo, menos tiernas, más bien son bastante agresivas, así que asignarles el rol de representantes del amor pudiera ser cuando menos un desacierto.

En El Banquete, Platón pone en voz de Diotima (mujer sabia) que "...el amor es el deseo de poseer siempre el bien."

El amor es una situación en la que lo bueno nos pertenece siempre, por lo que la inmortalidad es el anhelo del amor. Gracias al amor, afirma Platón, puede lograrse cierto tipo de inmortalidad en la procreación, la cual posibilita sustituir un individuo viejo con uno nuevo y así renovar eternamente el surgimiento de la vida (Platón; 2004: 95-97).


El Poeta Ovidio en El arte de Amar señala que amar es un arte masculino para hacerse amar por una mujer y ante todo deben mantener el control de la “conquista”. En sus Remedios del Amor propone medidas que curen del amor a quien no ha podido mantenerse lejos de él y perdió el control del proceso de conquista de la mujer.

Así que, entre cuentos infantiles, novelas rosas, libros de poetas, filósofos y otros, hemos ido construyendo nuestra representación del amor en pareja. Este panorama puede llegar a confundirnos o frustrarnos cuando vivimos una realidad tan diferente y en ocasiones hasta hacernos pensar que somos incompetentes para llevar relaciones amorosas porque siempre tienen complicaciones y muchas veces no sabemos cómo plantearlas para su resolución. Considero que es fundamental darse cuenta que iniciar una vida en común con una pareja, más que ser un punto de llegada constituye un punto de partida que desencadena nuevos procesos y la pareja se conoce en otros espacios, no por haberse dicho mentiras, sino tan solo porque la relación da un giro total. No es lo mismo reunirse con una persona ciertos días y en algunos eventos que despertar junto a ella y conocer aspectos desagradables del día a día.

Coincido con Kate Millet y su Política sexual (1969), “el sexo reviste un cariz político que la mayoría de las veces suele pasar inadvertido.” El carácter patriarcal de la sociedad “hace que las costumbres sexuales envuelvan relaciones de dominio, y, por tanto, estén impregnadas de política”, considerando que desde el poder, se busca mantener relaciones de dominio y sometimiento sobre el otro o la otra. Por ello reitero, ¡el amor es una construcción que cada sociedad va transformando! Por tanto, es histórica y se pueden crear y recrear otras formas de amar, se puede desaprender lo aprendido. ¿Por qué no festejar este día del amor inventando formas diferentes de relación con la pareja? Podría ser una especie de vacuna contra la infidelidad y sería el mejor regalo.

Fuentes: Austen, Jane. Orgullo y prejuicio. Sepan Cuántos. Editorial Porrúa. México. 1975. Lorenz, Konrad. El anillo del Rey Salomón (Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros). Premio Nobel de Medicina 1973. Editorial Labor. Barcelona. 1983. Platón. El Banquete. Clásicos de siempre. Grandes Filósofos. Editorial Longseller. Argentina. 2004.

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