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Carolina Grajales Valdespino

Treintañera y soltera: ¿por qué no tienes novio?



Hay solteras tan ocupadas en lograr sus sueños y alcanzar retos cada día, que el tiempo no les alcanza para sufrir o deprimirse.

La pregunta que da título a esta reflexión, aun hecha con muy buena intención, puede resultar incómoda para una mujer que se siente muy bien haciendo lo que le gusta y luchando por conseguir sus metas y proyectos, implicando esto permanecer soltera. Quien cuestiona puede hacerle pensar a la interrogada que siente pena por ella por no tener quien la quiera o a quien querer, o que es egoísta por no compartir con alguien, entre múltiples nociones. Se antoja decir: “piensa antes de preguntar”.

En ciertos ámbitos todavía predomina la idea de que una soltera es una mujer incompleta, donde el argumento es “la soltera aguarda, aguarda, aguarda, (…) y sonríe ante un amanecer sin nadie” (Castellanos, Rosario; 2004), lo cual resulta deprimente y hasta pesaroso. Ante tal panorama lúgubre, sostengo que estar soltera no siempre significa estar sola, ni requiere un trato compasivo, pues no está enferma, ni defectuosa, tan sólo no se ha casado.

Hoy en día, la soltería femenina ha crecido como nunca antes y va en aumento en el mundo. Pese a la proliferación de embarazos adolescentes en nuestro país, las mujeres tienden a casarse o emparejarse a mayor edad; ha crecido el número de divorcios; día con día más mujeres son jefas de familia, tienen ingresos propios y las viudas lo piensan mucho para volver al matrimonio. Así que hay solteras de todas las edades.

Con este escenario, las mujeres que eligen la soltería marcan la diferencia. No es lo mismo “tener” que vivir sola a tomar la decisión de vivir sola, aunque parezca igual. Una puede vivir con el estigma de “solterona” y la otra… simplemente es soltera. Esto último supone construir un proyecto de vida propio, lo cual requiere planear la realización personal y laboral; tener objetivos, anhelos, pasiones y posibilidades de cumplirlas.

Por supuesto habrá momentos de soledad y como sociedad se nos enseña a rechazarla, cuando puede aprovecharse como un momento de introspección y crecimiento. Puede haber tristeza… y también alegría, felicidad, placeres; poder disfrutar la posibilidad de ser libre, trabajar, viajar, vivir en plenitud y relacionarse con amistades, familiares, amigos…

Algunas solteras viven situaciones molestas cuando asisten solas a alguna fiesta o evento y no faltan las preguntas o recomendaciones incómodas; a otras les preocupa competir con el reloj biológico si hay planes de maternidad. Todo esto depende de aspectos específicos que atañen a cada mujer en un cierto momento de la vida. Pero ¿por qué es tan difícil aceptar la soltería femenina?

Porque se conservan polvos de otros tiempos y se considera que lo “natural” es que las mujeres estén protegidas por un marido. Aunado a que las niñas en el mundo occidental, todavía crecen escuchando y viendo cuentos infantiles principescos y celebrando fiestas importantes vestidas de princesas y siendo coronadas.

La fantasía de princesas salvadas por gallardos y valientes altezas, está más vigente de lo que pensamos. Por ello, algunas mujeres, dentro de lo más profundo de su ser, aún albergan (quizá sin reconocerlo), la esperanza de su llegada; sino montado en un corcel blanco, quizá en un transporte más terrenal o hasta a pie.

Los sueños de encontrar un personaje de la realeza se refuerzan con las historias de ciudadanas comunes convertidas en reinas o princesas como Letizia de España, Máxima de Holanda, Kate de Gran Bretaña, sin olvidar a la mítica Diana y hasta en las películas de ciencia ficción como “Stars Wars”, sigue habiendo princesas. Pero la realeza es tan pequeña que no hay grandes posibilidades de conocerles.

Así que ya es tiempo de cambiar los relatos infantiles y darse cuenta que ser soltera en una sociedad capitalista, se relaciona con independencia, proyectos, dinero y revisar retos frente a la cuestión monetaria. Imprescindible tener un empleo para contar con ingresos mensuales propios; aprender a comprar de forma más eficaz; ahorrar, hacer planes de retiro y prospectar tu futuro vía fondos de inversión con una estrategia de largo plazo. Así como reconocer que los pagos de las tarjetas de crédito, de ese auto o departamento que te quieres comprar, no habrá varita mágica, ni alguien de la realeza o la herencia de algún pariente lejano que venga a pagarlos. Sólo tú estás aquí para pagar y planear cómo hacerlo.

Entonces, ¡bienvenida a la realidad! Entre más rápido te organices, menos deudas e intereses habrá de por medio. Así, mientras llega ese personaje gallardo, habrá que trabajar para sugerirle cómo organizar el reino. Y si no llega… pues da lo mismo, tienes tantos desafíos por cumplir. Así que treintañera, soltera y feliz, podrás decir a voz en cuello “no, no tengo novio, todavía no se presenta el elegido” y mientras puedes viajar por el mundo, realizar tus anhelos y “vivir feliz para siempre”, como dice el nuevo relato que estás construyendo.

Referencias bibliográficas:

(*) Rosario Castellanos (2004). Poesía no eres tú: Obra poética 1948-1971. 4ª. Edición. Fondo de Cultura Económica. México.

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