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Ruth Axelrod

Somos dos para cuidarnos, somos dos para crecer…


En este mes de diciembre tenemos la oportunidad de escribir sobre las parejas estables, y algunas de sus consecuencias, sin embargo, me parece que desde el inicio ya comenzamos con contradicciones porque cuando hablamos de parejas hablamos de la forma natural de estas de llegar a acuerdos y desacuerdos, de cómo se relacionan entre sus personajes para poder poner límites, organización, posibilidades de convivencia y acuerdos de proyectos en común. Es decir, como ponerse de acuerdo y como romper los acuerdos. Mejor dicho, como arreglar los malos entendidos que suelen ser el común denominador de estas interacciones de dos.

Por eso, pareja y conflicto suelen estar en la misma línea, y me refiero a la fuerza que une a dos seres para vivir juntos el mayor tiempo posible con la mejor calidad de vida. Las parejas normales, así vistas, mantienen un grado de inestabilidad natural que los estabiliza, movimientos de organización constante para hacer entre ellos dos, cada día una aventura nueva y no una costumbre pesada que lleve al natural aburrimiento de las costumbres, que a su vez se vuelve la razón de buscar nuevos retos en la misma pareja.

Entonces, ser estable no significa estar estático sino estar en un movimiento coherente con los propios deseos y los deseos de la pareja, y si en ocasiones es necesario realizar una pelea, una discusión, hacer algún berrinche de vez en cuando, pues a mí me parece que estas conductas podrían estar incluidas en el repertorio de búsquedas de soluciones a los problemas que la pareja genera de forma inherente. Saberse pelear civilizadamente hablando es válido y valioso para cualquier pareja.

Cuando una pareja presume de que nunca se han peleado, o que no discuten entre ellos, me parece que carecen de habilidades más que ser una dupla perfecta.

De hecho, para que se genere una familia y la pareja proceda a la procreación, se requiere de más acuerdos, saber salir delante de muchos retos, muchas horas de ofrecimiento mutuo. Si los personajes no logran comunicarse, ya sea quedito o a gritos, será más factible que la inestabilidad y las rupturas sean las salidas buscadas.

Las parejas están todo el tiempo cambiando, al principio tienen que aprender a vivir fuera de su familia de origen y dejar atrás sus dependencias infantiles, aprender a estar con ellos, después al nacimiento de cada hijo sus retos son enormes y mucho más allá de lo que habían considerado, cuando los hijos crecen generan más tensiones y en cada edad obligan a los padres a muchas nuevas situaciones, y así en cada edad que avanza, la pareja requiere estarse adaptando y reestructurando para poder estar en sintonía consigo mima, con los dos integrantes que están viviendo todo esto en paralelo pero también en conjunto.

El ciclo normal de la vida de las parejas y las familias suele estar lleno de movimientos que atentan contra la estabilidad, ser y poder entrar en un proceso de dinamismo estable puede servir para transitar por esto con pocos terremotos.

Recuerda, pareja es igual a conflicto sano…

*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.



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