Fidelidad e infidelidad son palabras que derivan de la palabra fe y en relación con la pareja, la fidelidad se conceptualiza como: Firmeza y constancia en los afectos, ideas y obligaciones; un lugar los enamorados prometen guardarse fidelidad, lealtad.
Al ser descubierta una infidelidad en alguno de los padres, la confianza se deteriora dado que quién sufrió el engaño manifestará mucha dificultad para volver a creer. En el caso de que los hijos sean parte del conflicto pone en juego tanto su confiabilidad como el manejo de su futura sexualidad.
Una investigación de un equipo de la Universidad Charles, en la República Checa, encontró que la infidelidad paterna es un factor de riesgo de infidelidad en los hijos varones. El "gen de la infidelidad" también se expresó en la población estudiada por la doctora en psicología Ana Nogales, quien interpreta esta información como "un intento por resolver conflictos pendientes con sus padres".
La reacción de los hijos, además, discrimina por género: "Los hombres cuyas madres han sido infieles tienen más tendencia a serlo y las mujeres cuando sus padres lo han sido”. La explicación se centra en una falta de confianza en el sexo opuesto y dificultad para establecer relaciones íntimas, opina la psicóloga, quien coordinó una investigación que estudió la conducta infiel de adultos de distintas nacionalidades, incluidos latinoamericanos.
La mayoría de las investigaciones señalan que, en las sociedades occidentales urbanas, la relación entre la infidelidad en el hombre y la mujer es de 3 a 1 o de 2 a 1.
Para las mujeres que son infieles, la principal justificación suele ser el amor y mucho más lejos aparece el sexo, en cambio, en los varones ocurre a la inversa. A las mujeres en general, les afecta más que sus maridos se enamoren de otra; en cambio, los varones se sienten más traicionados si su pareja tiene sexo con otro.
La reacción de los hijos frente a estos eventos depende de muchas variables tales como: edad, personalidad, sexo, tipo de infidelidad, forma de enterarse y a su vez si aparecen o no los involucrados.
Señalan las investigaciones que: "Cuando los hijos de alguna forma son partícipes de los secretos de uno de los dos padres (y a veces de los dos), se sienten que ellos mismos están traicionando. En ocasiones, sin darse cuenta, pueden caer en la responsabilidad de tener que cuidar al padre o madre que ha sido traicionado y esto no es saludable ni recomendable, ya sea que el hijo tenga 8 o 28 años". El juego de lealtades y traiciones puede ser un detonante para que los hijos sientan temor de expresar sus sentimientos ante la posibilidad de perder a uno de sus padres que ha engañado.
La desilusión, tristeza, desconfianza y la culpa son sentimientos que aparecen junto a la agresividad y enojo.
Todo ello como manifestación de su dolor y confusión, dado que la desconfianza en el otro está vulnerada en especial cuando el papá o mamá, cometen las infidelidades delante de sus hijos: hablar telefónicamente con su amante y en la presencia de ellos, que los hijos se enteren de una infidelidad ya sea del padre o de la madre y el cónyuge no está al tanto.
Por esa razón, es frecuente que ellos sientan que están traicionando al progenitor engañado, porque se le juegan sentimientos contrapuestos de lealtad para con su mamá o papá. Suelen sentir ganas de hablar para poner sobre aviso al padre engañado, pero también temor de dejar en evidencia al infiel y que la pareja se pelee o se separe por su culpa.
Sentimientos contradictorios que generan cortocircuitos afectivos importantes en el momento y dejan marcas que condicionan la vida emocional futura.
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