Sexting es un término que implica la recepción o transmisión de imágenes o videos que conllevan un contenido sexual a través de las redes sociales, ya sea con o sin autorización de quien los coloca en el medio.
Una de las necesidades emocionales básicas que distinguen a los adolescentes es su deseo imperioso por ser aceptados dentro de su grupo de iguales, lo que en ocasiones significa que incurran en conductas de riesgo. El fenómeno conocido como sexting puede considerarse una manifestación extrema de este deseo de agradar a la pareja para conseguir su aceptación o de hacer lo que sea con tal de sentirse parte del grupo, lo que puede interpretarse como un acto impulsivo que implica una condición de participación activa en la génesis del mensaje o imagen erótica subida a las redes sociales. La percepción de la importancia y el peligro que representa el sexting dependen de varios factores, entre los que se encuentran la edad, la condición socioeconómica, el nivel educativo y cultural, y la educación sexual en la escuela y en casa. La actitud de los padres ante la sexualidad de los hijos adolescentes, la historia emocional en la adolescencia de los padres, la educación en la equidad de género, la participación de ambos padres en la educación de los adolescentes, el establecimiento de reglas y límites claros bajo el esquema de la negociación son herramientas que en ambos casos enmarcan la importancia de la comunicación como el factor más importante para la prevención de riesgos durante la adolescencia.
Es necesario tener en cuenta algunas recomendaciones con el fin de prevenir posibles perjuicios por el uso incontrolado de las redes y se apuntan algunas pautas.
• Limitar el uso de horas de acceso a dispositivos móviles y al ordenador: el uso indiscriminado de horas ante la pantalla hace que incremente el aislamiento social. • Aplicar el sentido común y la prudencia. • Configuración de las opciones de privacidad de datos personales: hacer uso de buenas prácticas dedicando tiempo a la protección de los perfiles, escoger bien a quien se acepta como amigo, cuidar el uso de servicios basados en la localización, ser cautos con la instalación de aplicaciones, no compartir las contraseñas, tener precaución con los enlaces, y es fundamental el control de la privacidad porque la diferencia de patrones en cuestiones de privacidad, difieren enormemente de unas aplicaciones a otras ya que hay ciertas redes que son más laxas, por ejemplo, aquellas cuyo fin por parte de los usuarios sea conocer gente nueva.
• Evitar conductas de riesgo: tales como el sexting, cibersexo, etc. • Proteger nuestra vida personal: ser cuidadoso con lo que compartimos y hacemos público ya que internet es un medio virtual, para el cual en muchos países no existe una legislación específica.
Con la inclusión en los manuales de diagnóstico de ciertas dependencias y trastornos que provocan ciertos usos de Internet se pondrían las bases para paliar una problemática que no ha hecho nada más que empezar. Para la comunidad de profesionales dedicados a la salud mental, Internet y las redes sociales son un fenómeno preocupante. Sin embargo, el abuso de Internet puede ser una manifestación secundaria de otra patología principal como la depresión, la fobia social u otros problemas. Lo característico de la adicción a Internet es que ocupa una parte central de la vida del que la padece, que utiliza la pantalla para escapar de la vida real y mejorar su estado de ánimo. Hoy por hoy, los problemas respecto al tratamiento de la adicción a Internet, distan de estar resueltos ya que muchos de los individuos afectados con este tipo de trastornos se niegan a reconocer el problema, otros no buscan ayuda terapéutica, otros la solicitan, pero abandonan la terapia al cabo de un par de sesiones, otros, tras el tratamiento, acaban por recaer; y otros, por último, abandonan los hábitos adictivos por sí mismos, sin ayuda terapéutica.
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