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Laura Torres

Sexo, religión y amor.


La reflexión que quiero hacer en esta ocasión, es cómo se relacionan los temas sexuales con los religiosos y el amor. Hace 32 años salí de una escuela católica y sólo de mujeres. Anoto este antecedente pues de acuerdo a la época, el sexo era un tema del que no se hablaba. Recibíamos mensajes entre líneas, de que el sexo era “malo”, y “sucio” al igual que “los hombres”.

Muchas de mis amigas de aquél entonces, se casaron con el primero que ofreció sacarlas de sus casas, y ellos ofrecían matrimonio para poder tener sexo pues era la única manera que conseguirían tener relaciones sexuales antes de casarse. Estas condiciones favorecieron que las personas se casaran sin conocer a sus parejas, sin tener lazos fuertes, y sólidos para desarrollar una relación.

Vivíamos entonces, en una situación extrema que con el tiempo ha cambiado, pero se fue al otro extremo en donde lo único importante en muchas relaciones es precisamente el sexo. Quiero ser optimista pensando que el siguiente paso es llegar al equilibrio en donde se combine finalmente sexo y amor.

En aquel entonces, las conversaciones entre recién casadas era que las relaciones sexuales no eran ni tan placenteras, ni gratificantes y el estar permitidas les quitaba paulatinamente el encanto hasta caer en la rutina.

¿Qué pasó? Que los tabúes sexuales no desaparecían como magia por contraer matrimonio. ¿Por qué? Porque a través de lo que observamos, escuchamos, y aprendemos, es decir la educación recibida en la infancia y la adolescencia, se forman nuestras creencias. Y estas llegan a ser más duras e inflexibles que el mismo fierro porque nunca nos cuestionamos lo que creemos. Las damos por válidas sin haberlas cuestionado, rigen nuestras vidas sin haberlas cuestionado, entonces si me dijeron que el sexo es malo, es malo y punto.

Desde mi punto de vista, nada sería “malo” si las circunstancias y contexto en que se da, fueran en un contexto de amor. Si yo me amo a mí misma… ¿tiene algo de “malo” que me masturbe? ¿Si yo me amo a mí misma me expondría al riesgo que implica una infidelidad? Cuando me amo a mí misma, dejo de buscar afuera lo que me sobra adentro… amor.

Conclusión: El Dios en el que yo creo no está peleado con el sexo, para eso lo creó, para disfrutarlo. Pero eso no es lo importante, lo importante es que lo creó para profundizar y complementar el amor, en cualquiera de las circunstancias o eventos que éste tenga oportunidad de manifestarse.

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