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Adolfo Amescua

Ser madre.


Me referiré al tema “amor de madre” desde mi punto de vista y experiencia como médico ginecólogo después de ejercer la profesión por más de 40 años.

Viendo las reacciones de las nuevas madres y abuelas al presentarles a su bebé por primera vez he visto las manifestaciones de felicidad con lágrimas de alegría, gritos, brincos, besos, abrazos y todo tipo de emotividad que se presenta, incluyendo también al lado masculino, padre y abuelo.

La mujer desde su infancia demuestra su inclinación natural hacia la maternidad en el manejo amoroso de sus muñecas. En la adolescencia reafirma su feminidad y en la adultez programa, generalmente el momento de ser madre a través del uso de anticonceptivos.

El instinto maternal se manifiesta cuando decide embarazarse y ser madre. Al saberse embarazada, existen diferentes reacciones, siendo la de felicidad y plenitud en la mayoría de los casos. Durante el embarazo este amor materno va creciendo y se va haciendo más fuerte en cuanto se va acercando el momento del parto. Con la tecnología actual, el ultrasonido que permite ver al bebé en su desarrollo por trimestre, su sexo y en fin, verlo vivo dentro de su vientre provocan ya las reacciones positivas de amor de madre.

Después del parto y habiendo vivido esta experiencia, existe en el mayor número de los casos una gran ilusión, unida a la responsabilidad que implica este nuevo ser que reclama cuidados, alimentación y atención a partir de este momento.

De la calidad de amor que una madre le otorgue al hijo, va a depender la clase de persona que está creando.

De esta experiencia vivida entre madre e hijos, va a resultar el reconocimiento de estos últimos hacia ella. Este amor se irá a manifestar de igual manera en el momento en que la hija o nieta se convierta en madre, al ser más consciente de lo que significa este rol entendiendo, y agradeciendo todo lo recibido.


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