“Cuando el desencanto se ha convertido
en artículo de consumo masivo y universal,
nosotros seguimos creyendo en los
asombrosos poderes del abrazo humano”
“Nosotros”. Eduardo Galeano (2012).
La pandemia del coronavirus ha tenido y continúa teniendo una enorme incidencia sobre la vida de las personas de todo el mundo. La crisis global actual ha transformado nuestras rutinas diarias, los rituales frente a la muerte, la distancia con las personas amadas, entre otros aspectos, de una manera que nunca imaginamos posible. Así, también nos hace darnos cuenta que los cambios de gran trascendencia son posibles, que muchos escenarios pensados “normales” pueden ser debatidos y que en el momento en que esto concluya nos podemos preguntar ¿deseamos seguir siendo y haciendo lo mismo que antes de este hecho social o hay aspectos que elegiríamos modificar? Pensemos en la viabilidad de bosquejar un nuevo futuro, ¿cómo sería este? ¿cómo lo suponemos?
La historia es un testimonio sobre cómo la humanidad ha crecido y sobrevivido a múltiples pandemias y problemas de salud; cómo ante grandes crisis, con enorme caos, tenemos oportunidades múltiples, siempre que pongamos atención en advertir los cambios y actuemos con prontitud. En este contexto hemos de crear un espacio para la reflexión y repensar nuestro proyecto de vida, nuestro plan personal a mediano y largo plazo sobre los propósitos concretos que deseamos llevar a cabo. Ese proyecto se genera a partir de satisfacciones personales, valores y experiencias; hay quienes se basan en un trabajo, pareja, carrera universitaria, entre otros.
Cuando termina un año, tenemos esta oportunidad de recapitular y plantearnos qué hubo de positivo en ese periodo y qué de negativo… que en esta pandemia resuena más lo segundo, pues sus efectos se han traducido en pérdidas, incertidumbre, angustia y un enorme dolor por quienes se han ido, predominando la tristeza y quizá hasta la depresión, y lo único que nos queda reconocer es la certeza de que el mundo ya no será igual.
Al reflexionar profundamente esta situación nos hallamos ante la realidad de que “al generar un cambio en mi propia vida, algo muy personal, de forma indirecta influyo en las otras/los otros”, y eso constituye una enseñanza tan fortuita como valiosa de la pandemia: “me cuido, te cuido, nos cuidamos todas y todos”, lo cual de alguna forma recupera una percepción de colectividad, de comunidad, que los planteamientos del modelo económico neoliberal había borrado o fueron sustituidos por el individualismo y el egoísmo. Ahora corroboramos que nuestras acciones inciden en nuestro entorno y afectan o benefician a quienes nos rodean.
Lo anterior ha sido lo positivo de esta pandemia en curso, lo que toca ahora es, a partir de esto, repensar nuestro futuro a mediano y/o largo plazo; lo que nos permitirá aminorar el miedo ante lo incierto del futuro, sobre todo en el marco de una crisis sanitaria y económica a escala mundial. El proyecto de vida tiene la tarea de ordenar de forma progresiva el mundo interior de la persona, y armonizarlo con el exterior. Cuando un ciclo empieza, como ahora que estamos estrenando el año 2022, resulta vital recapacitar y escribir una lista de nacientes propósitos y proyectos para este nuevo ciclo y reconocerlo como un ámbito de ventaja.
No se trata sólo de pensar qué voy a hacer, la clave está en ESCRIBIR lo que se pretende o se quiere, al escribirlo se inicia un proceso de concretar y precisar, pues la palabra escrita permite la acción de pensar y tocar el inconsciente (Serrano, Stella; 2014) dando la posibilidad de actuar, pero sobre todo de no olvidar y en cierto sentido comprometerse con una misma/uno mismo y movilizarse en consecuencia. Puede ser que haya una tesis pendiente, un proyecto comercial, la búsqueda de un trabajo, una pareja… en fin, cada persona sabe cuáles son aquellos aspectos de la vida esenciales que no se han iniciado o se han dejado inacabados y habría que empezar por identificar alguno y retomarlo, concluirlo o desecharlo de forma consciente.
Aspectos básicos a considerar en la elaboración de nuestro proyecto de vida:
Propósitos claros, un deseo, un sueño, algo que te motive a mediano y largo plazo: estudiar y elegir una carrera, abrir un negocio, hacer un viaje, tener una pareja…
Marcar un punto de partida para empezar, hacer un diagnóstico mínimo sobre cuál es tu realidad y cuáles son las situaciones y probabilidades de alcanzar esos sueños.
Revisar tus cualidades y los ámbitos más conocidos, así como las debilidades y aspectos sujetos a ser mejorados.
Delinear un plan alternativo, quizá quieres estudiar arquitectura, filosofía, o trabajar en aeronaves espaciales… ¡fantástico! Y en tanto logras tus sueños, podrías aprender fotografía, guía de turistas, carpintería, panadería… algún trabajo muy digno que te permitirá vivir mientras pasan las crisis.
Analizar tu autobiografía, de dónde provienen tus propósitos y considerar tus saberes, habilidades, cualidades… todo aquello con lo que cuentas tanto física como intelectualmente y tomar en cuenta redes de apoyo reales. Por ejemplo, si quieres conducir un avión ¿cómo está tu vista y tu fortaleza física?
Reflexionar sobre cómo compartirás tus propósitos con las personas de tu entorno cercano (familia, amistades, pareja...) y cómo superar posibles obstáculos para alcanzar tus anhelos.
Tomar en cuenta el momento actual de pandemia y plantear en qué ámbitos podrías ir avanzando para lograr tus objetivos cuando esta situación concluya o aprendamos a vivir con ella.
Tu valoración debe partir de ti misma/mismo, es mucho más importante que la opinión de las personas sobre ti. Muchas veces el gran reto es lograr darse cuenta que no es posible vivir complaciendo a quienes te rodean, pues tratando de quedar bien con las/los otros puedes perder tu identidad o incluso, en un determinado momento tratar de convertirte en lo que no eres, todo para que te acepten y/o te incluyan en algún grupo. Esto no es un obstáculo para tomar en cuenta a tu familia, amistades, a tu comunidad, a las personas valiosas para ti. Habría que luchar por conseguir ese difícil equilibrio y reconocer que es necesario mantener el optimismo, la alegría y sobre todo la perseverancia que te da la claridad de tus sueños y que el proyecto escrito te ayudará a concretar los mismos.
Referencias:
Galeano, Eduardo (2012). Poema “Nosotros”. Poemas. Uruguay.
Serrano, Stella (2014). “La lectura, la escritura y el pensamiento. Función epistémica e implicaciones pedagógicas.” Universidad de los Andes. Mérida, Venezuela.
Una reflexión que sí debemos hacernos sin dudarlo. Excelente artículo!.
Excelente reflexión en tiempos de pandemia que nos sirve como guía para salir adelante fortalecidos anímicamente