Las tensiones que la vida nos impone en el día a día como son un cambio de trabajo, de residencia, el estrés por el constante tránsito en la ciudad, diferencias con personas cercanas a nosotros, los períodos de soledad, etcétera, son generadores de emociones que no sólo representan un reto a nuestros recursos internos para afrontarlos y a nuestros valores para tomar decisiones, sino que superan las fuerzas que tenemos y llegan a afectarnos de manera sustancial.
Para muchas personas el destino o la mala suerte (como se le conoce popularmente), son por así decirlo los responsables de que las cosas sucedan de una u otra forma; cada persona forja su propio destino y es responsable de su propia vida, es decir, no se trata de buscar culpables o alguien a quien señalar y creer que la causa de los problemas está afuera (en la pareja, en la empresa, en el amigo, etcétera), porque en consecuencia se tendrá una tendencia a buscar afuera la respuesta y no en nuestro interior.
Una de las áreas de nuestra vida que es recurrentemente afectada por este tipo de ideas es la del plano sentimental en donde generalmente a los miembros de una pareja les cuesta trabajo asumirse responsables de sus acciones y/o decisiones y ese, a mi parecer, sería el primer paso que puede evitar muchos conflictos y para el tema de este artículo el poder avanzar en materia de acuerdos al momento replantear la relación después de una infidelidad.
El segundo es reconocer que nadie satisface en su totalidad las expectativas de otra persona en todos los planos, entender esto de manera “consiente” podría incluso desde un inicio facilitar la elección de la pareja misma o del tipo de relación que se busca, sin perder de vista que la elección se hace más en un plano inconsciente (ya que en ella encontramos una parte de nosotros mismos).
El tercero es que ambos miembros estén conscientes de los retos que puede depararles el destino, así como de las dificultades propias de cada etapa de su ciclo familiar, para poder vivir y contribuir juntos tanto a su crecimiento personal como de pareja, que garantice una relación sana, funcional y con valores.
Por ello es indispensable que si viven una experiencia como ésta consideren que el primer paso es identificar el origen de su unión (recordar porque están juntos, qué los llevo a buscar compartir sus vidas) y el segundo, buscar qué favoreció la infidelidad; ambas líneas les ayudarán a entender qué pasó y lo más importante, a construir de una manera diferente teniendo como precedente que si funcionó y que no.
El perdón es esencial para poder construir y seguir adelante; perdonar una infidelidad no es nada, nada sencillo al contrario es un proceso muy complejo porque implica de entrada dejar a un lado, el enojo, el resentimiento y la desilusión que generó esa traición, sin embargo, tener la madurez y la humildad para ser objetivos y entender que una relación es responsabilidad compartida permite evaluar las cosas desde una perspectiva diferente en donde cada quien asume la parte que le corresponde.
Siguiendo esta línea la palabra perdón se construye del prefijo per y el verbo latino donare que significan “pasar por encima de…” o “dejar de…” y “donar, obsequiar” respectivamente; si tomas la decisión de perdonar a tu pareja, estás asumiendo que hará el esfuerzo para dejar atrás ese evento tan doloroso (sin que esto implique que lo vas a olvidar porque no se puede) y que más adelante no lo podrás tomar como arma en las discusiones y lo que le donas es la oportunidad de recuperar la confianza que tenías depositada en él o ella (que de igual forma tampoco es en la idea de que ya pasó), la parte que le toca a la pareja es no volverlo a hacer.
Algunos estudios refieren que una infidelidad puede presentarse en varios momentos de la relación y puede variar de una cultura a otra, pero lo que más llama la atención es que en 8 de cada 10 parejas ha habido por lo menos una infidelidad, pero sólo el 1% se divorcia por ésta razón, lo que deja entrever que si se puede rehacer-restaurar una relación después de un evento tan fuerte como este, ya que tienen más peso los momentos que han pasado juntos y el amor que se tienen.
A manera de conclusión te puedo decir que gran parte de la tarea que hace un terapeuta de pareja es ayudarte a diferenciar “lo que es tuyo, de lo que es de tú pareja” para no involucrar aspectos personales de tu propia historia que puedan contaminar la relación, asimismo, busca ayudarles a entender que elementos a nivel inconsciente los llevaron a vincularse como pareja y desde ahí poder construir una relación en donde la parte adulta sea la que presida sobre la parte infantil evitando así que actitudes inmaduras dañen la relación como pueden ser: los juegos de poder, la manipulación, el chantaje, los celos, la posesión, etc. Es por ello que la madurez, la humildad y el perdón son elementos esenciales para reconstruir una relación después de la tempestad.
"El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es"
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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