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Laura Valenzuela

Quiero hijos, pero el aún no.



Independientemente del tema personal y la responsabilidad de cada pareja de llegar a un acuerdo respecto a si quiere o no tener hijos, cuántos quiere y con qué espaciamiento, lo cual constituye un derecho de todo individuo, reconocido a nivel constitucional, es muy importante que se considere lo siguiente:

1.- Ninguna persona puede obligar a otra a tener hijos, por lo que, si la pareja no se logra poner de acuerdo, quizá sea mejor considerar una separación, por no coincidir en el mismo proyecto de vida.

2.- Independientemente de que nadie puede obligar a otro a tener hijos, es responsabilidad de ambos participantes, adoptar las medidas necesarias para impedir un embarazo.

3.- Legalmente no podrá un hombre eximirse de su responsabilidad argumentando que “no quería tener hijos” o que “la mujer no se cuidó para evitar un embarazo”, no obstante que pudiera acreditar cualquiera de esas dos circunstancias, porque la paternidad ya no es un acto de fe, es científicamente comprobable con bastante facilidad.

Abordemos primero el supuesto de que una mujer esté embarazada a pesar de que la pareja no quiera tener hijos. Legalmente no tiene relevancia si es a propósito o un accidente, o entra dentro de las posibilidades de falla del anticonceptivo; ambos progenitores son responsables de ese embarazo y también del producto del mismo.

Respecto al otro argumento, esto es, “que la mujer no se cuidó para evitar un embarazo”, que es altamente socorrido en nuestra sociedad, tampoco puede servir de pretexto para no hacerse responsable, tanto de los gastos que implica un embarazo, como del cuidado y manutención del niño que nazca como producto de ese embarazo.

Por lo tanto, resulta una verdadera ingenuidad, dejar los métodos anticonceptivos en manos de uno de los involucrados, porque desafortunadamente, hay quienes utilizan esto como medida de chantaje, presión o incluso para atrapar marido.

Por eso siempre digo, ¡hombres cuídense!, no permitan que otra persona manipule una cosa tan seria. Un hijo puede ser una bendición, pero también puede no serlo, cuando no hay circunstancias apropiadas o simplemente, cuando no se quiere ser padre, es válido también no querer tener hijos, para todo se requiere vocación y sobre todo para ser padre o madre.

He sabido de casos en que las mujeres les dicen a sus parejas que lo del embarazo es cosa suya, que no quieren nada de ellos, que solo querían tener un hijo, pero que se harán cargo por sí solas. Aquí caben varios cuestionamientos: ¿Por qué una mujer se embaraza sin el consentimiento previo de su pareja?; aun cuando sea cierto eso de que no requieren que la pareja se involucre en el asunto, ¿cómo puede vivir un padre tranquilo, sabiendo que ha procreado un hijo y no convive con él, no se hace cargo, no lo conoce, no lo ve crecer?; la menos importante, pero que cuenta, ¿quién le garantiza a un hombre que en un futuro, la persona con la que procreó un hijo, no iniciará un juicio de paternidad?

En contrapartida, cabe preguntar a esas mujeres: ¿tienen derecho a traer niños al mundo, a sabiendas de que no son queridos por sus padres?; si quieren tener un hijo y no han conseguido con quién, ¿por qué no adoptar?

La mayoría de los cuestionamientos aquí planteados, no son solo éticos, tienen consecuencias de por vida, en todos los aspectos, psicológicas, materiales, físicas, morales y legales.

Ya es tiempo de que todos nos hagamos responsables de nuestra sexualidad; que quienes deseen tener hijos, lo hagan de manera informada y consensuada con sus parejas; que quienes no quieren tener hijos, adopten las medidas necesarias para evitar embarazos, sean hombres o mujeres.


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