Dicen que nada es para siempre. Pero en cuestión de la relación de pareja, no siempre lo aceptamos o lo vemos venir. Entre la rutina que nos va envolviendo a diario y la angustia de imaginar la pérdida, pareciera que es mejor pensar que todo sigue igual e ignoramos lo que pasa.
Pero al corazón no se le engaña y él siempre sabe mucho antes que la razón que las cosas no van bien. Siempre he dicho que no hay peor lugar en el mundo para estar que donde no se quiere estar, y esto incluye una relación de pareja que ya no funciona. Estar donde ya no hay ilusión, donde ya no te quieren o donde simplemente ya no eres feliz, es más una tortura que una garantía de compañía o satisfacción. Y no importa si eres al que dejan o el que ya no quiere estar, a la larga los sentimientos de frustración de quien se quiere ir y no puede hacerlo, y el constante miedo a perder de quien no se quiere desapegar sólo traerá constantes resentimientos y un alto nivel de desgaste y desequilibrio emocional que podría convertir a la relación en un terreno minado, del cual será inevitable salir heridos.
Por supuesto que hay muchos factores que determinan cuándo una pareja ha llegado a su fin. En otras palabras, no hay fórmula específica pues cada pareja es un caso diferente. He visto parejas que han elegido mantenerse juntas aún después de una infidelidad, pero he visto parejas que no lo han elegido así. He visto parejas que han superado crisis económicas, familiares, de salud, etc., pero hay otras parejas que no. Y no se trata de que una u otra sea la decisión correcta. No se trata de si está bien o está mal. Se trata de los límites y de lo que cada uno está dispuesto a aceptar o rechazar y es válido en ambos casos. Pero sea que te encuentres dudando o sea que ya tomaste la decisión, debes estar preparado para el proceso emocional que viene. Porque lo que da miedo no es tanto el cambio, sino la incertidumbre del camino que debes recorrer para llegar al final del túnel. Pero no estás sólo. Enseguida te proporcionaré un mapa de lo que se vive antes y después de la separación para que así, puedas visualizar el camino, tomar medidas necesarias, o simplemente te ayude a tomar la situación con más calma al saber que la etapa por la que estás pasando es sólo temporal. Pero eso sí, siempre poniendo de tu parte para pasar a la siguiente etapa en el menor tiempo posible y con menos dolor.
ANTES DE LA SEPARACION:
1. La desilusión. Todos lo sabemos. Ni somos perfectos ni somos moneditas de oro. Sin embargo, en esta etapa comienzas a sentirte desilusionado por tu pareja. Tal vez hace cosas que nunca antes hacía y te lastiman, tal vez ya no te toma en cuenta, no te valora, prefiere pasar tiempo a solas, te hiere. Aparecen conflictos constantes que no se solucionan, sólo se discuten y se quedan ahí, causando tristeza y resentimientos. Empiezas a considerar la idea de una separación, evaluando los pros y contras de la vida por tu cuenta. Vives sentimientos de duda, miedo, culpa, en una palabra, desequilibrio emocional que te mantiene en un estado de incomodidad constante.
2. El enojo. En esta etapa pasamos de un estado de tristeza a un estado de enojo y de lucha interna. El miedo y la ansiedad de no conectar con el otro nos mantiene en alerta, a la defensiva. Es un acto de supervivencia. Empezamos a reclamarle a la pareja en cada cosa que podemos. Aplicamos la ley del hielo, nos “vengamos” en pequeños detalles como no estar presentes para la cena, dejar de contarle cosas, empezamos a cortar a la pareja de nuestra vida, etc. Nuestra dignidad sale en nuestra defensa, ponemos límites, tratamos de protegernos. Es inevitable que en el enojo constante empecemos a separarnos física y emocionalmente de nuestra pareja. 3. La decisión de terminar. No importa si tú lo decides o lo hace tu pareja. Uno de los dos toma la decisión que la relación no funciona más. Se está cien por ciento seguro que ya no hay más qué hacer ahí, que se deben separar los caminos. Hay nulo o casi nulo vínculo físico o emocional. En esta etapa, ya hay una plena aceptación para el que ya eligió irse y puede ser un estado de negación para el que no está listo para soltar. Este último puede recurrir a intentos desesperados para salvar la relación como terapia de pareja, hablar con algún familiar o consejero matrimonial. Aunque se busque ayuda, en el fondo se va aceptando la realidad de que la relación está en riesgo de terminar. Se empieza a pensar en preparase si esto llegara a suceder (dónde vivir, quién se quedará con los hijos, buscar trabajo, etc).
4. La culpa/el miedo/tristeza. El remordimiento de terminar lo que se pensaba para siempre, la culpa de ver a la pareja suplicando por preservar la relación, el miedo al rechazo, a verse solos, a la incertidumbre, la tristeza por la pérdida, etc., aparecen en la mayoría de los casos (puede darse en uno o en los dos integrantes de la pareja). Uno o ambos dos pueden cuestionarse si se están dando por vencidos muy pronto o sin luchar lo suficiente (más aun cuando hay hijos de por medio). Se puede presentar el llanto de la nada en cualquier momento y lugar. Sensaciones de vacío o de querer morirse. Hablarlo con alguien de confianza puede ser de mucha ayuda y es sugerido. Por otra parte, es una etapa donde la pareja puede verdaderamente intentar darse una segunda oportunidad o donde intentarán aferrarse al otro por miedo a soltar lo conocido o a verse solos. 5. La desilusión (nuevamente). Este es el reinicio de las 5 etapas. El círculo vuelve a iniciar cuando la pareja nos vuelve a desilusionar aunque cada vez seremos menos tolerantes a estas desilusiones. Este círculo puede repetirse varias veces hasta que finalmente se detenga en el punto 3 pues la culpa, el remordimiento o el miedo son menos dolorosos que el daño que se hace la pareja estando juntos. En otras palabras, no es que te quieras ir. Es que duele más quedarse. En esta etapa ya no hay dudas. Ya está muy pensada y madurada la decisión, a diferencia de todos los intentos anteriores por terminar.
Una vez que se toma la decisión de terminar, se quita un peso muy grande de encima. No es la decisión la que nos afecta. Es la incertidumbre la que nos mantiene en estados de desequilibrio llevándonos a estados de angustia y ansiedad. En la indecisión se presenta una lucha interna entre lo que ya no queremos pero tampoco podemos soltar, o bien entre lo que quiero mantener pero debo dejar ir. Por ello, una vez que tomamos la decisión (aun si esta es muy difícil), soltamos un peso muy grande, el cuerpo se relaja y la mente avanza. Y aun si nos sentimos tristes, podemos enfocarnos en lo que sigue, aunque lo que sigue tampoco sea sencillo y lo expongo a continuación.
DESPUES DE LA SEPARACION:
Después de la separación se viven varias etapas y pueden presentarse en diferente orden. No hay una regla de cuál va primero y cuál después, ni cuánto tiempo duren. Y si bien es importante identificar en cuál de ella te encuentras, es más importante saber que son pasajeras. Así que no te preocupes, que como todo en la vida, “esto también pasará”. Y te hará más fuerte y sabio para tu próxima relación (Si, aunque no lo creas ahora, sí llegará alguien más compatible con tu carácter y valores, y te sentirás más pleno).
1. El limbo (así le llamo yo). Aún no te cae el veinte (sobre todo después de relaciones largas). Sea que tu pareja se haya ido de la casa o que ya hayas firmado el divorcio, tu mente y emociones aún no se ajustan a tu nueva rutina. En otras palabras, físicamente ya están separados, pero mental y emocionalmente tardarás más en ajustarte a los cambios y a la pérdida. Puedes sentir que no te fue “tan peor”, que no era tan malo como pensabas, pero la realidad es que aún no somos 100% conscientes de la realidad. Tendemos a restarle importancia a la separación, pues la finalidad de la mente es mantener el equilibrio como lo vivíamos en nuestra etapa anterior.
2. Problemas físicos. En esta etapa se presentan problemas físicos como insomnio, pérdida de concentración o memoria, se alteran nuestros hábitos alimenticios (comer mucho o dejar de comer). Nos cuesta trabajo levantarnos y hacer nuestra rutina diaria o bien, hacemos demasiadas cosas para mantenernos distraídos y no conectar con nuestros sentimientos. Muy importante tener presente que tan negativo es no hacer nada, como hacer demasiado. Debemos intentar mantener un equilibrio entre mantenernos activos y darnos un tiempo para asimilar lo sucedido y aprender de la experiencia.
3. Montaña rusa de emociones. Esta es la peor pues representa caos emocional y no es posible estar en equilibrio cuando hay caos interno. Empieza el proceso por la pérdida de la pareja, los sueños, los proyectos en común. Pérdida de nuestra situación económica, social, familiar. Se pueden vivenciar muchos sentimientos en un solo día. Podemos pasar de la angustia al miedo o a la tranquilidad rápidamente.
Esta falta de control puede generar mucha angustia. En esta etapa también se suele culpar a la pareja por nuestro dolor o por no haber intentado salvar la relación. Piensas que ya no llegará nadie más a tu vida.
Cualquier cosa que veas, escuches o pienses podría disparar una montaña de emociones. El enojo contra uno mismo también se hace presente al no haber podido evitar la ruptura o no habernos comportado con la pareja de diferente manera. Así mismo, el miedo por lo desconocido y la depresión por lo perdido hacen aparición. Sentimientos de vacío, soledad e incapacidad por salir adelante pueden invadirnos. Se evita dar la cara a la gente por miedo al rechazo. La sensación de vergüenza y fracaso así como la culpa por lo que vivirán los hijos (si es que los hay) recaen fuertemente.
Pero no todo es negativo, la alegría y la sensación de liberación y paz al ya no estar viviendo en medio de gritos, insultos, heridas emocionales y conflictos constantes es muy gratificante y poco a poco va incrementando, proporcionándonos bienestar, autoestima y autoconfianza para seguir adelante.
4. Aprendizaje y Desapego. Esta etapa realmente sólo sucede cuando te das la oportunidad de aprender no sólo de la experiencia, sino principalmente de ti mismo. Para que esta etapa se dé debes realizar algún tipo de trabajo personal (con algún profesional) que te permita aprender de la dinámica de la relación, pero sobre todo sobre ti mismo para identificar aquellos comportamientos, dependencias emocionales, carencias y todas aquellas limitantes que te impidieron tomar mejores decisiones dentro de la relación. Lo único que nos permite desapegarnos es responsabilizamos al 100% de nuestros comportamientos y nuestros sentimientos. Mientras no nos responsabilicemos, existirán grandes probabilidades de que elijamos parejas similares (o peores) en un futuro y repitamos patrones de comportamiento limitantes.
5. ¡Nueva vida! En esta etapa tu ex ya ha pasado a la historia y ha dejado de ser el protagonista de tu vida, para ser tú mismo. El recuerdo de tu ex ya no te desestabiliza emocionalmente. Vuelves a salir e integrarte a nuevos círculos sociales. Realizas nuevas actividades, empiezas a reconstruir tu propio rompecabezas, empiezas a recuperarte pieza por pieza e incluso añades piezas nuevas. Partes de ti que habías olvidado las vuelves a incluir en tu vida. Quizá realizas actividades que habías dejado de hacer, tal vez cambias tu look, te vuelves a sentir tu mismo. En esta etapa eres capaz de visualizar un futuro con ilusión y motivación. Has terminado de aceptar lo ocurrido, pero también tienes ilusión de volver a enamorarte. Tienes un nuevo rol de vida y ha regresado una estabilidad emocional de tu nueva rutina. Estás listo para seguir delante viviendo realmente tu propia vida, poniéndote como prioridad, amándote más y dispuesto a ser mejor amado, ¡porque lo mereces!
Amigos, nadie ha muerto por una separación, pero sí hay quién se estanca por más tiempo de lo necesario. ¿La diferencia? Tu nivel de autoestima y responsabilización (cuánto has trabajado en ti mismo para superarlo y ser mejor persona). Me preguntan cuánto tiempo debe pasar para superar una separación. Depende de cada caso y cada persona. Sin embargo, si después de 2 años aún no superas la pérdida, hay un problema mayor que debes atender con la ayuda de algún profesional.
Mi recomendación es que no esperes a trabajar en ti hasta que llegue a tu vida una separación o una situación intolerable (¡“Momento Next!”). Mejor empieza ya a construir las bases emocionales que te permitirán enfrentar cualquier reto con mayor claridad y confianza. ¡Te invito a adquirir mi libro “Dale Next! a los problemas de pareja” y a construir una relación de pareja saludable antes de que sea demasiado tarde. Sígueme en FB: Mónica Venegas Independencia Emocional, Twitter@Monica Venegas y mi canal de YouTube: Mónica Venegas Next. ¿Deseas recibir ayuda en tu Desarrollo Emocional?
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