El amor como afecto es considerado como una experiencia universal. ¿Será que puede tener un poco de masculinidad y un poco de femineidad? La femineidad es un elemento psíquico, una característica de la personalidad sana, que se transmite de generación en generación. La cultura y los cambios sociales modifican su presentación y exteriorización. No es lo mismo la presencia de la femineidad ahora que hace 50 años.
Así mismo la masculinidad, que cohabita y se mezcla con la femineidad, aparece en cada persona en diferentes dosis para hacer de cada ser su especial forma. Femenino no es sinónimo de mujer y masculino no es sinónimo de hombre, son formas de sentir, de actuar, de pensar, logrando armonía entre las dos posiciones. Todos tenemos una dosis de ambos elementos. El amor y la experiencia amorosa son eventos individuales, intersubjetivos, es decir, que son vivenciados en la zona afectiva particular del encuentro con el otro del que sabemos poco. Y las sensaciones a las que refiere pueden ser expresadas para que los de afuera las entiendan, pero tampoco es algo muy fácil de hacer. ¿Qué tan distinta es la forma de amar de la mujer, de una mujer a la de un hombre? ¿Qué tanto se compromete una mujer con su amor, con su varón a diferencia de él mismo?
Parecería fácil la respuesta, pero no lo es y generalizar sería desagradable, así que con el permiso tuyo voy a referirme a ciertas estructuras ya conocidas. Desde las diferencias hormonales las mujeres estamos más predeterminadas al apego, desde lo bioquímico tenemos hormonas que ellos no tiene, especialmente en los momentos del parto y del amamantamiento que nos facilitan quedarnos mucho tiempo con la misma persona de forma cariñosa. Esta pre estructura facilita establecer una relación amorosa perdurable, por lo que estamos más atentas a buscarla y mantenerla. Sin embargo, las circunstancias psico-sociales actuales favorecen relaciones “Light”, así que las mujeres ahora podemos elegir por donde movernos, si desde nuestras hormonas, si desde nuestro rol de género o bien desde las alternativas sociales y culturales que ponen a las féminas en igualdad de circunstancias frente a las masculinas.
En lo referente a las estadísticas sobre la infidelidad, las cosas parecen tener el mismo matiz de nuevas liberaciones, que conllevan toma de decisiones y alternativas post modernistas frente a las posibilidades de establecer compromisos amorosos, amores desde superfluos hasta eternos, así como estilos de familia muy diferentes a lo clásicamente establecido. Una nueva libertad que las mujeres están aprendiendo a usar.
Por eso se dice que es más fácil quererlas que entenderlas, porque los nuevos roles todavía suelen ser novedosos, y las hormonas con sus ciclos las hacen muy diferentes a los hombres.
Quizá estas diferencias son las que nos hacen a veces adorables, pero a veces no. ¿Y qué le pasa actualmente a los hombres con todos estos cambios y conocimientos de las diferencias? ¿Dónde y cómo van a desarrollar nuevas estrategias para lidiar con estas nuevas formas femeninas?
La femineidad se asocia con aspectos maternales, con la capacidad de espera, a la presencia, a la ternura, tanto a la vulnerabilidad como a la fuerza creadora. A ese erotismo tan especial con un perfume sólo de mujer. El amor, el compromiso y la continuidad son parte de las estructuras que permiten el establecimiento de las relaciones amorosas estables, trabajemos en desarrollarlas.
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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