La difícil situación económica, el empoderamiento o necesidad de independencia y el desarrollo personal de las mujeres, en la mayoría de los países, deriva en la creciente necesidad de que ambos miembros de la pareja trabajen y esta situación ha teñido de infidelidad los núcleos familiares.
Lo anterior aunado a la codependencia que cada vez se hace más presente en las relaciones interpersonales y llega a ser de vital importancia para la consolidación de un “Yo” fuerte y capaz de enfrentar la distancia, la soledad y la melancolía, sabiendo que las bases de la relación son sólidas.
Ahora bien, en el caso de padres trabajadores, es común, en algunos de ellos viajar y dar “tiempos libres” a sus parejas del compromiso adquirido. Esta es una concepción errónea del compromiso y representa una falla de ética y moral. Es decir, el compromiso no se adquiere solamente cuando la persona está a nuestro lado sino todo el tiempo. Las parejas que recurren a amoríos transitorios y superficiales, colmados de pasión y censura, sólo se están engañando a sí mismos y dañando al otro. Desde el punto de vista de las personas que han trascendido lo fisiológico.
La honestidad, la responsabilidad y la transparencia son valores casi extintos en nuestra sociedad actual, son fundamentales para el ejercicio pleno de una sexualidad activa. La mayoría de las parejas se unen por atracción, compatibilidad de caracteres, similitud en gustos... sin considerar los prerrequisitos para entablar una relación en dónde se va a trascender.
Retomando el tema de la codependencia, la familia extensa constituye, en algunos casos, la atadura más significativa que contribuye al fracaso de cualquier relación sentimental: los apegos excesivos ya sea a la madre, al padre y/o a los hermanos, estos representan un vínculo primario que difícilmente puede ser sustituido por un afecto secundario, si el proceso de separación e individuación ocurrido en la primera infancia cursó con dificultades.
Aquí nos atañe nuevamente el tema del compromiso. No puede existir un compromiso con un complejo de Edipo no resuelto (es decir, un padre energizado) o con un caso de simbiosis materna (fusión de la diada madre-hijo), o incluso un caso de simbiosis fraternal que se da entre los gemelos bicigóticos y especialmente entre los gemelos monocigóticos, quienes comparten un vínculo desde antes del nacimiento.
En conclusión, no existe pretexto alguno para romper la vigencia, condiciones ni restricciones de un compromiso adquirido por voluntad propia. Seamos congruentes con nuestros pensamientos, palabras, acciones y decisiones de vida.
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