Por los terremotos del 7 y 19 de septiembre, y los ciclones de categoría 4 y 5; muchos viven temerosos y afanados por el porvenir. Se preguntan, ¿Por qué Dios permite esto? ¿El mundo se va a acabar? Otros sin prudencia declaran que Dios nos está castigando, o hacen predicciones necias fechando el fin del mundo o el retorno de Cristo.
Creo que lo que estamos experimentando es lo que dicen las escrituras “La creación entera espera impaciente que Dios muestre a todos que nosotros somos sus hijos. Pues toda la creación está confundida, y no por su culpa, sino porque Dios así lo decidió. Pero a la creación le queda todavía la esperanza de ser liberado de su destrucción. Tiene la esperanza de compartir la maravillosa libertad de los hijos de Dios. Nosotros sabemos que este mundo se queja y sufre de dolor, como cuando una mujer embarazada está a punto de dar a luz”.
“Sabemos que toda creación gime como si tuviera dolores de parto hasta ahora”. Y también nos narra, “la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad de los hijos de Dios” Hoy en día hay una creciente preocupación debido a los estragos que la acción del hombre produce en la naturaleza. Una de las principales alteraciones que sufrió el orden, tuvo lugar desde el principio de la creación y fue la entrada del pecado. Muchos dirían; pero esto que tiene que ver. Pues tiene que ver mucho, ya que la creación gime por efecto del pecado, es decir; todo esto ha traído consecuencias negativas de desobediencia en el hombre y la mujer, afecto el ámbito familiar el sistema político, económico y social. PERO la buena noticia es que la creación será libertada de la contaminación del pecado y del desequilibrio ecológico; gozará de la gloriosa libertad, juntamente con nosotros los hijos de Dios.
El plan de Dios es restaurar todas las cosas hasta que el universo entero comparta los beneficios de las promesas de Dios.
Aun en estos tiempos difíciles el Evangelio sigue siendo “Buenas Nuevas” Explico; El hijo de Dios vino la primera vez como un indefenso bebe a los brazos de María, siendo Dios se despojó a si mismo tomando forma humana; Él no vino como rey para ser servido sino vino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Tomó nuestra humanidad no solo para ser ejemplo y enseñarnos como es Dios, sino para pagar el precio de nuestra maldad. Murió en nuestro lugar, resucitó y ha prometido volver para salvación de toda la creación.
¿Cómo entonces debemos vivir? Número uno, “vuélvanse a Dios y acepten con fe las buenas noticias” número dos valorar lo que de veras vale la pena, la familia, las amistades y el vivir una vida con propósito.
¡No temeremos!
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