Como ya he escrito con anterioridad, en la Ciudad de México y en varias entidades de la República No solo de amor vivirá el matrimonio, se requiere de esfuerzo y compromiso, además de reconocer y apreciar las diferencias de cada uno de los conyugues.
Y ese es uno de los primeros puntos que deseo inculcarles a las parejas en el curso pre-matrimonial, aparte de lo físico obviamente hay diferencias en cuanto a la conducta, lo sentimental, lo sexual y lo religioso. Diferencias que tienen que aprender a reconocer y apreciar.
Diferencias como, por ejemplo, ella ahorca la pasta de dientes como si matara una gallina, y yo la enrollo poco a poco de abajo hacia arriba; como vemos hay distinciones entre ambos sexos, distinciones tan simples pero que a la larga pueden generar conflictos.
Otra de las diferencias es, que de manera que la mujer necesita ser amada el hombre necesita ser respetado y lo dice la Biblia: “El marido debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella” y “la esposa deberá estar sujeta a su propio marido como al Señor”. Y aunque muchas veces esto se toma como superioridad o machismo, la palabra de Dios no tiene ninguna implicación de subordinación o inferioridad de la mujer, vemos que son diferentes roles en el matrimonio, como parte del orden de la creación. Mateo Henry escribió: “Dios no tomó un hueso del pie del hombre para crear a la mujer y que él pudiera pisotear a su esposa. Tampoco tomó un hueso de su cabeza para que su esposa lo gobierne. El Creador tomó una costilla de Adán, cerca de su corazón para que así el hombre pudiera protegerla, amarla y tenerla siempre cerca de él”. Algunos otros dirían que después de que Dios creó a Adán quiso mejorar el modelo y por eso creó a Eva.
En el aspecto físico vemos que solo la mujer puede concebir y dar a luz y solo el varón puede engendrar. Y el plan de Dios es que sus vidas se unan en una sola, ya que están incompletos el uno sin el otro; y sobre todo que compartan juntamente las responsabilidades de engendrar y criar a los hijos.
En cuanto al sexo, un sabio dijo: “la mujer es como una estufa de leña, tarda para calentarse, pero una vez prendida dura bastante tiempo encendida; en cambio el hombre es más semejante a una estufa moderna de gas con piloto eléctrico; se prende rápido y de igual manera de repente se apaga y se enfría”. En esta área es muy importante la comunicación para no provocar frustración y malos entendidos y el compromiso de complacer y satisfacer a tu pareja antes que a ti mismo.
Otra diferencia que he notado como pastor es la comunicación que se tiene con Dios; muchas esposas se quejan conmigo diciendo: “pastor, no ora” “querida hermana, respondo yo, que tu esposo no ore como tu oras, no significa que no ora”. Ya que la mujer es más como el avión que circula por toda la ciudad antes de aterrizar, diciéndole a Dios todo lo que él tiene que saber, declarando promesas y desahogando sus afanes y preocupaciones; y está bien y le doy gracias a Dios por las mujeres orantes. Mientras el hombre, por lo general es más directo; es de pocas palabras él podría decir: “Dios creo en ti, Tú sabes que necesito dinero antes del viernes para pagar las colegiaturas. Gracias por haberme escuchado; amen”.
Recuerda, dos personas que se respetan, se cuidan y se hacen reír tienen la llave para la felicidad. Tenemos que aprender a valorar lo diferente que es nuestra pareja, ya que esas diferencias son las que los hacen especiales y únicos.
Por eso digo; ¡Benditas Diferencias!
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