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Carolina Grajales Valdespino

Mujeres con poderío.


Estamos en marzo y países de casi todos los colores, culturas y regímenes celebran el Día Internacional de las Mujeres cada 8 de marzo desde 1917. Por ello el tema que abordaré será sobre mujeres, quizá habrá algún varón que levante la ceja y cuestione ¿por qué no hay un día del hombre o un Instituto Nacional de los Hombres? Les aclaro, a quien le dediquen un día al año para conmemorarle, es seguro que la sociedad tiene por ahí alguna deuda histórica, les invito a revisar las efemérides. Cuando estas celebraciones no existan, es porque ya les restituyeron sus derechos. Pero, además, leer un artículo sobre mujeres puede resultar una gran oportunidad para hombres curiosos y creativos y conocer mejor a la “otra mitad del cielo” (o sea, nosotras).

¿Qué significa decidir para las mujeres?

Todos los días tomas decisiones, hacer ejercicio o no, qué ropa usar, ordenar la agenda del día, cambiar al hijo de escuela. Elegir pareja o profesión puede tener consecuencias en el largo plazo. Quizá alguna decisión resulte incorrecta, puede haber equivocaciones, pero no tomar el control sobre tu vida equivale a pararte frente a un tornado y dejarte llevar como una hoja al viento. Frente a las decisiones se presenta una disyuntiva: reaccionar por hábitos, guiarse por lo conocido con base en tus costumbres o rutinas, casi sin pensarlo. La otra posibilidad es tomar una decisión, como sucede en el futbol americano, en el momento más difícil hacer un alto en el camino, evaluar la situación y su contexto. Primordial es no permitir que otras personas decidan por ti cuando se trata de tu propia vida, por ello considero que lo primero es conocerte, saber quién eres y qué aspiraciones tienes.

Empezar a decidir es darte algunos regalos a ti misma, con el pretexto del día de las mujeres o con cualquier otro. Aprender a poner límites es una decisión y habría que empezar por ti misma, recuerda que el día sólo tiene 24 horas, y tienes derecho al descaso y al ocio, sin culpa. Amarte a ti misma y colocarte en el centro de tu vida, es una decisión vital, esto significa cuidarte y prevenir. Porque a las mujeres se nos ha socializado para-ser-de-otros y hacer-para-otros, que además siempre resultan ser más importantes que tú, por ello terminas posponiendo tus sueños y proyectos. Así que, para empezar, recomiendo algunos actos de amor a ti misma: primero, subirte a una báscula (¡¡¡ ¿Regalo?!!!) Si es un regalo porque te conoces más, también resulta esencial hacerte una prueba de Papanicolaou y una revisión dental, entre otros.

Se trata de decisiones que se traducen en actos de amor hacia ti y te dan poderío. Desde nosotras, hacer un inventario sobre nuestra capacidad para emprender, resolver, entender, aprender, identificar todo lo relevante que haces cada día. Y algo fundamental aceptarte tal como eres y si descubres que algo de ti no te gusta, pues a trabajar y a cambiarlo, pero desde tu decisión. Opino que en las mujeres hay tendencia a practicar la ceguera sobre todos sus saberes y potencialidades “(…) creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.” (Saramago, J.; 2001: 244)

En cuanto a la relación de pareja, podrías empezar a hacerle ver, que eres una persona autónoma que no requiere permiso para tomar decisiones significativas como: trabajar, participar en tu comunidad, en la política, en donde tú quieras, incluso algo tan cotidiano como visitar a la familia, salir con las amigas, pues aunque te parezca increíble, en pleno siglo XXI todavía hay mujeres que piden permiso para ser y hacer, como si todavía no tuvieran la mayoría de edad y esto se refleja sobre todo en el cuerpo de las mujeres, que muchas veces se piensa existe sólo para dar placer a otros o para el servicio.

¿Pueden las mujeres decir al mundo “Mi cuerpo es mío”? Por supuesto que es tuyo, pero ¿así lo piensas cuando alguien lo toquetea sin tu consentimiento? Ya sea en el transporte público o en la calle o ¿cuándo decides hacerte una salpingoclasia y en algunas instituciones te preguntan si ya tienes el permiso de tu pareja o de plano te piden su firma de autorización? (Por fin ¿es o no tuyo tu cuerpo?) En su libro, Los Cautiverios, Marcela Lagarde nos dice que los cuerpos de las mujeres han sido y aún son para muchas, territorios ocupados. (1993)

Un elemento básico lo constituye la expropiación social del cuerpo de las mujeres, entrenado en la infancia a través de los juguetes para realizar el trabajo doméstico. Con su cuerpo las mujeres crean las condiciones necesarias para el sostenimiento y evolución del ciclo vital de sus familias, desde que nacen y hasta que mueren, también garantizan un estado de bienestar a través de actividades cíclicas que no tienen fin, como la alimentación, higiene, educación, ejecución (lavar…) gestión (pagos, contratos…) mascotas, plantas y muchos etcéteras más. Por lo general, ni la propia mujer lo considera trabajo, sólo “mi quehacer” y carece de salario, de reconocimiento social, sin prestaciones y por supuesto, las mujeres hacen todo “por amor a los suyos” y no se refleja en el Producto Interno Bruto. ¿Y qué hay de la doble jornada? Esa es otra historia. Si las mujeres del mundo un solo día se negaran a hacer ese trabajo invisible en su casa, el desbarajuste mundial sería total y la economía del planeta y hasta la bolsa de valores, se tambalearía.

Está demostrado que es en los procesos de la vida cotidiana donde surgen los problemas más serios entre las parejas, estos asuntos que parecen menores y que de ellos no se hacen aclaraciones, son los que generan mayores corajes, resentimientos y van creando el entramado para las infidelidades. Una mujer con capacidad de decidir, que marca límites de forma clara, con tono firme, sin gritos ni lloriqueos, con asertividad (sin agresión) indica lo que quiere y lo que no acepta en todos los ámbitos de su vida. Una mujer tan segura y triunfadora resulta muy seductora porque tiene claro en dónde está y a dónde va. A una mujer así ¿alguien quiere serle infiel?

Bibliografía:

Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 1993.

Saramago, José. Ensayo sobre la ceguera. Editorial Alfaguara. España. 2001.


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