Mujercita: SE AMABLE pero no fácil SE DIGNA pero no orgullosa RIE pero no a carcajadas MIRA pero con recato SE TIERNA pero no flexible SE ALEGRE pero no frívola CONVERSA pero con mesura SE DULCE pero no empalagues AMA pero con recato ESCUCHA pero no siempre creas SE MUJER PERO NO MUÑECA.
Cuando lo leí por primera vez me llamó mucho la atención porque me pareció una forma muy puntual y clara del cómo una madre le puede transmitir a una hija lo que significa o lo que implica ser mujer. Quizá no sea necesario que una madre le lea éste pensamiento a su hija para educarla y enseñarle como conducirse, ya que en el día a día con acciones, ejemplos, sentencias y actitudes inconscientes lo va haciendo…
En este artículo no pretendo generar polémica ni meterme en una disputa que hable de las ventajas y desventajas de ser hombre o mujer ni nada por el estilo, más bien pretendo compartir parte de mi observación y aprendizaje en la práctica clínica con mujeres exitosas, la mayoría con hijos pero que por alguna razón al llegar a un punto en su trayectoria profesional casi invariablemente se enfrentan ante una disyuntiva: ¿seguir creciendo en lo profesional o dar prioridad a la familia?
Actualmente más de seis millones de mexicanas son dueñas de un negocio y de acuerdo a cifras de la OCDE, sólo el 10% de los puestos directivos en el mundo los ocupa una mujer. Lo que nos hace creer que hemos tenido grandes avances en cuanto a igualdad de oportunidades, pero las condiciones siguen sin ser totalmente igualitarias en cuanto a compensación salarial. De hecho, hay quienes opinan que la mujer exitosa no debería llevar a casa las habilidades que tiene en su trabajo para resolver problemas, para dirigir, para organizar, etc. Puesto que eso representaría una afectación seria con su pareja. ¿Será en verdad éste el camino para darle vuelta al avance que hemos venido viviendo en cuanto a roles de género? ¡No lo creo!
La mujer se ha dado a la tarea de cambiar su papel teniendo una actitud distinta, por ejemplo, ante la sexualidad se muestra más abierta para buscar su placer, por lo que ahora ella puede tomar la iniciativa y buscar sexualmente al hombre, lo que a éste lo pone ante la conflictiva de siempre responder y con eficacia. También es libre de elegir un estilo de vida diferente al de su madre o su abuela al tener acceso a estudios de licenciatura, de maestría y hasta doctorado; puede optar por poder elegir combinar su lado personal con el profesional ejerciendo su profesión en el mercado laboral, dinámica que en otro momento era algo restringido o muy cuestionable y motivo de críticas y prejuicios por considerarlas osadas e irreverentes.
Siguiendo ésta línea con todos estos cambios y sus respectivas evoluciones generacionales en los valores y la pareja, muchos hombres (no todos) se sienten de alguna manera confundidos, quizá afectados por no tener claridad en su nuevo rol y su manera de interactuar con el sexo opuesto y algo similar le ocurre a las mujeres porque es difícil dejar atrás valores que les inculcaron y adaptarse a unos nuevos que en la práctica no es tan sencillo llevarlos a cabo.
En la consulta como decía al inicio veo siempre 3 desenlaces frecuentemente: mujeres que terminan cediendo y sacrificando su crecimiento profesional a veces por culpa y a veces por miedo a estar solas (el trasfondo normalmente es la inseguridad, una baja autoestima y creencias irracionales); dos mujeres que al no lograr impulsar o persuadir a su pareja se crecer al mismo nivel terminan optando por separarse (si eres de esas mujeres, mi sugerencia sería que trabajaras en la forma en la que elijes a tu pareja, porque no puedes elegir a cualquiera!) y tres mujeres que logran romper con paradigmas inconscientes y que logran vincularse con hombres cuya mentalidad está lista para aceptar y asumir las nuevas condiciones. Somos contados los hombres que no nos sentimos amenazados frente a una mujer exitosa, profesional, madura y trabajadora… pero de que ¡hay! ¡Hay!
Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás ¡destino!
(Carl G. Jung)
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