Por: Marisol Ariana Aguilar
"La naturaleza humana cambia. He aquí todo lo que sabemos de ella.”
Anónimo. Somos seres sociales y por ello desde nuestra gestación, la figura determinante para el desarrollo del mundo interno o psiquismo es la madre. Hoy, se considera que además de ella, el padre es una figura relevante para este proceso. Posteriormente parientes, escuela, sociedad, salud, trabajo, pareja, y otros lo van conformando
Así es como nuestra personalidad, actitud ante la vida, modo de afrontar éxitos y fracasos, etc. dependen absolutamente del tipo de relación que, en su día, nuestra madre estableció con nosotros, y viceversa. Vinculo madre-hijo/a sano de protección y guía qué a su vez es transitorio. Así como hay un destete físico de la madre, debe haber también, más tarde, un "destete psíquico" de su influencia.
Hacia la pubertad o adolescencia, este destete debería quedar completado. La madre debe permitirlo y estimularlo activamente, pese a todas las posibles resistencias del hijo/a, con el apoyo y ayuda del padre quién para esta etapa de vida es fundamental para los hijos dado que es la figura significativa que lleva de la mano a la integración social de los hijos y con ello se logrará la salud emocional de toda la familia.
Aquellas madres que no permiten crecer e independizarse emocionalmente de sus hijos promoviendo una dependencia malsana y artificial, son personas que necesitan y dependen psicológicamente de ello.
Las más nocivas son las que, padecen severos trastornos emocionales, a veces bordeando la psicosis, psicológicamente maltratan a sus hijos con todas las variantes del dominio, la sobreprotección, la posesión, la invasión, la crítica, el desdén, la contradicción, la agresión, la anulación, la manipulación, la traición, la castración, etc. Esto las convierte en verdaderas codependientes de sus hijos paralizándolos, debilitan y en ocasiones pueden acabar destruyéndolos.
Los hijos crecen siendo extremadamente dependientes e incapaces de alejarse de este tipo de madres, a las que odian tanto como se culpabilizan por ello, y transforman su inmenso dolor en complejos síntomas neuróticos (ansiedades, fobias, depresiones, autoagresiones, delirios, etc.). Vínculo patológico madre-hijo/a, a menudo confundido por la sociedad con un "celoso amor de madre".
Vínculo que se repite con la pareja siendo esta una relación de constante conflicto y malestar, por lo que se recomienda la búsqueda del rompimiento de esa simbiosis madre/hijo original mediante el tratamiento psicoterapéutico, por el cual la persona puede lograr modificar su estructura psíquica y evitar de esa manera la ruptura con su pareja.
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