Quizá alguna vez has escuchado el concepto “los momentos de verdad” y es que normalmente se emplea en otros ámbitos enfocados a la Calidad en el Servicio, sin embargo, por la connotación que tiene me pareció que podría ser un buen ejemplo para hablar sobre el tema de este mes “En momentos de crisis… ¿sabemos ser pareja?
¡Ninguna pareja se salva! Todas de alguna manera y en algún momento enfrentan alguna desavenencia producto de la diferencia de ideas, gustos, creencias o la etapa en la que se encuentran. Incluso cuando algunas de ellas acuden con un especialista en temas de pareja lo primero que llegan exponiendo es que se aman y se adoran, pero no logran entenderse cuando las circunstancias de vida los ponen a prueba y esos son los “momentos de verdad”, porque es ahí cuando se requiere que predomine el lado maduro de la personalidad, es decir, la parte que se caracteriza por el amor, el respeto, la comprensión, la tolerancia y la capacidad de llegar a acuerdos.
Cuando la parte adulta predomina al momento de tener conflictos resulta más sencillo exponer inconformidades y desacuerdos sin llegar a las descalificaciones, los insultos, los gritos o cualquier otra expresión que de trasfondo denota que lo que más interesa es culpar al otro de los problemas o que de manera egoísta queremos que sólo se hagan las cosas a nuestro gusto o simplemente caemos en luchas de poder.
De lo anterior y siguiendo con la idea inicial, muchas empresas realizan esfuerzos importantes por brindarle capacitación a sus empleados para que den un servicio de excelencia enseñándoles algunos patrones de comportamiento a nivel conductual o incluso les dan un speach muy específico que deberán replicar al momento de estar frente al cliente y resolver algún conflicto. A mi modo de entenderlo la falla de esta estrategia radica en que para muchas personas el servicio no es una vocación, es decir, muchas personas solamente se contratan porque necesitan el trabajo, luego entonces en los cursos aplican muy bien las estrategias sugeridas, pero cuando llega “el momento de la verdad” terminan enganchándose con el cliente y haciendo personal el problema.
Así le pasa a muchas parejas, de pronto pretenden quedarse en un eterno enamoramiento en donde todo es maravilloso, todo es color de rosa, todo son detalles, elogios y halagos. Perdiendo de vista que una relación de pareja es más que eso, implica aceptar al otro como es en realidad y no como nos gustaría que fuera, lo que demanda en nosotros la capacidad de adaptación y negociación, para que en el “momento de la verdad”, cuando ya pasó la fase del enamoramiento y vemos a nuestra pareja como es en realidad logremos entender que esa es la persona que elegí, con esas virtudes, con esos defectos y que el verdadero amor implica la capacidad de compartir, de ser generoso, de ver por el otro sin dejar de ver por mí, de buscar el bien común. También implica la capacidad de diferenciar entre lo que soy yo y lo que es el otro, que trae un bagaje cultural y educacional diferente al mío y que muchos de sus manejos no son, necesariamente contra mí, son conmigo, pero no contra mí.
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