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Raúl Miranda

Las parejas y sus 4 errores más frecuentes



1.- Dar por sentado el amor: En un encuentro entre un japonés y un americano, éste le decía al primero, no entiendo su tradición, como es posible casarse con alguien que ni siquiera se conoce, refiriéndose a la tradición de arreglar el matrimonio siendo aún niños ambos. A lo que el japonés responde, mira entre nosotros en cómo poner un balde de agua en el fuego, esta fría y poco a poco se ira calentando hasta llegar al hervor, ustedes por el contrario se casan con el agua hirviendo y lo más natural es que con el tiempo se enfríe. El error más frecuente que yo veo en nuestra cultura es justamente hacer pareja con la pasión al máximo, y creer que por ello la satisfacción en la pareja, está garantizada cuando si no se atiende ocurrirá todo lo contrario. Muy frecuentemente escucho el relato melancólico y nostálgico, “me recuerdo de novios” era atento a, detallista se ocupaba de darme gusto. Pero cuando nos fuimos a vivir juntos todo eso termino, las responsabilidades de la vida cobran un plano primordial y no se sigue cultivando la relación. Por qué se da por sentado el amor, si el amor es verdadero perdurara toda la eternidad, lo cual es completamente equivocado, si se descuida la relación de pareja el amor se desgasta y termina por desaparecer, no la necesidad de amor sino la expectativa de vivirlo con la pareja actual y es cuando se empieza por pensar que tal vez exista alguien a quien pueda interesarle más y de ahí a dar oportunidad de afecto a un tercero solo hay un paso.

2.- No dar Tiempo a la Relación de Pareja: Muchas veces la creencia, de que vivir bajo el mismo techo es sinónimo de convivir y hacer pareja, nada más erróneo. Muchas veces encuentro, especialmente a parejas jóvenes, deseosas de progresar laboralmente, con muchos compromisos sociales por una extensa red de amigos y familiares, con esta avidez por la vida llevan vidas extenuantes, trabajan en horarios completos con altas exigencia, más aun cuando por diferentes razones, encuentran vivienda a distancia de su trabajo, distancia tiempo, quiero decir; en nuestras mega metrópolis las distancias no se miden en kilómetros sino en tiempos semáforo para llegar a nuestro destino, así pasamos mucho de nuestra vida en nuestro vehículo o en el transporte. Así hay una exigencia de levantarse al alba, para poder hacer algunas mínimas tareas en casa y poder llegar temprano al trabajo, laborar todo el día y regresar a casa entrada la noche, solo con tiempo suficiente para un hola y descansar las pocas horas antes del nuevo día. El fin de semana es para hacer todo lo que no fue posible en la semana, atender compromisos con amigos y familia, mucho más si ya se tienen hijos que multiplican dichos compromisos al infinito. Además, están las tareas del hogar que son imposibles durante la semana como las reparaciones y compras de alimentos y artículos indispensables. Quedando muy poco tiempo para el descanso. ¿Y tiempo para la pareja, para la intimidad? La vorágine de la vida se lo trago, de modo que cuando acuerda, la pareja ha pasado semanas y semanas sino es que meses y no se tienen ni cinco minutos solos para disfrutarse mutuamente. Hay que tener consciencia de ello y defender a capa y espada el tiempo exclusivo para la pareja, sin amigos sin familiares, sin hijos; únicamente para la pareja y para el cultivo de la cercanía y la intimidad, si no se recapacita al paso de los años se descubrirá que están viviendo con un desconocido.

3.- No comunicarse y guardárselo: Tal vez suene trillado; comunicarse, hablar, decir lo que se piensa lo que se siente. Sin embargo, nunca dejara de ser importante enfatizar la importancia de la comunicación en la pareja. Creo que comunicar en la pareja siempre será mejor que guardar silencio, con dos salvedades, hablar claro y con sinceridad no implica arrojar las verdades en la cara sin consideración alguna. En el arte de comunicar lo más importante es escuchar y ser escuchado. De manera que el error más importante en la comunicación es creer que decir o decirlo es suficiente. “ya se lo dije”. Hay que buscar la manera adecuada para que la pareja sea capaz de escuchar y ponerlo a consideración, que pueda ser reflexionado, igualmente decirlo una vez no basta, Si es necesario hay que insistir tanto como sea necesario. Igualmente, importante es escuchar a la pareja; que tiene que decir, así como cuando tenemos algo significativo para decirle a nuestra pareja es importante tomar en consideración cómo y cuándo estará en disposición de escuchar pues no siempre se está dispuesto a escuchar, especialmente cuando la pareja se encuentra en conflicto o están enojados o lo que tenemos que escuchar será algo que no será de nuestro agrado. En relación a la sexualidad y la intimidad no es suficiente “hacerlo” también es indispensable comunicar con delicadeza, preferencias, gustos e incomodidades, si se pueden compartir fantasías será un termómetro fidedigno de que se tiene una buena comunicación y seguirá creciendo la sensación de cercanía y satisfacción de lo contrario serán testigos participantes de ver como la distancia va creciendo entre la pareja y el vínculo amoroso se va desmoronando hasta el completo aislamiento aun viviendo bajo el mismo techo.

4.- Tener licencia para el enojo: Un error fundamental en la pareja es creer que cuando algo no es de nuestro agrado, tenemos “licencia para matar”. Matar el bienestar y la armonía en la pareja, destruirle el bienestar a nuestra pareja por medio de nuestro enojo, y creer que cuando nos enojamos aun cuando estamos seguros de que nuestro enojo está justificado, el otro tiene la obligación de ofrecer una disculpa y una satisfacción y si no ocurre no estamos dispuestos a renunciar al enojo y la persona puede permanecer enojado por días y hasta por semanas, orillando al otro al aislamiento al rechazo y tratarlo con actitudes hostiles y humillantes. Yo creo que no existen parejas sin conflicto, por lo tanto, disentir, no estar de acuerdo, entrar en conflicto, sentirse contrariado, enojarse; son vicisitudes frecuentes en la relación de pareja. Sin embargo, lo que puede hacer la diferencia es; si se tienen mecanismos de resolución de conflictos, eficientes para canalizar sin dañar a la pareja o la relación. Por ello no debe darse licencia para el enojo, cuando una persona está enojada debe tratar de autogobernarse para disminuir tal enojo y solo entonces externarlo. No digo que se guarden y se coman los enojos, que se acumulen los resentimientos y se utilicen todos en un momento de conflicto y se recuerden hasta aquella vez recién casados. No cada conflicto debe ser abordado uno a la vez hasta en contra un acomodo satisfactorio para ambos, no digo obligadamente llegar a un acuerdo, no quiero decir hasta convencer al otro, sino un acuerdo suficiente que conserve el bienestar mínimo en la relación. Externar no el enojo con ánimo de hacer que el otro se sienta mal o sienta lo que yo siento. Solo hacerle ver que algo que dijo o hizo no fue de nuestro agrado, nos lastimo o nos hizo enojar. Cuando podemos no trasmitir nuestro enojo sino abordar el tema que lo despertó, estamos listos para abordarlo en pareja, de otro modo solo será una forma de revancha que inaugura un ciclo de pego y me defiendo interminable en la pareja y muy destructivo para la misma. En síntesis, es frecuente y natural enojarse, pero se debe hacer el esfuerzo de hacer un manejo inteligente del enojo y no un manejo destructivo pues es una forma segura de crear una relación destructiva o quedarnos solos.

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