La soledad es un aspecto natural de la vida de todos los seres humanos que siempre nos da curiosidad y angustia, somos torpes para manejar la soledad, y somos dependientes desde que nacemos para poder sobrevivir, por lo que requerimos de tener o encontrar a otro ser que nos cuide y acompañe para poder crecer sanos y podernos sentir queridos, reconocidos y aceptados, por los otros seres humanos que nos son significativos.
Mucho de lo que hacemos desde pequeños radica es buscar el sentimiento de afiliación y de aceptación de nuestros semejantes y lo hacemos con nuestra mirada, con nuestra sonrisa, con gestos y maneras para conquistar un lugar afectivo en el corazón de los padres, hermanos, amigos, vecinos, maestros y claro, en las distintas parejas de juego amoroso desde la infancia hasta la tercera y cuarta edad. Es un ejercicio que no tiene fin.
La elección de pareja estable se relaciona con encontrar nuestros ideales en la compañía del amado, donde esperamos coincidir en los proyectos presentes y futuros, en la estabilidad emocional, familiar, sexual, erótica, económica, religiosa -legal, etc.
Cuando logramos sentirnos acompañados, la soledad se desaparece. Pero no es para siempre, pues la soledad puede ser un sentimiento benigno o a su vez, uno maligno.
No es lo mismo estar solo que sentirse solo.
La búsqueda de pareja radica, entre muchas otras variables, en evitar la soledad. Sin embargo, algo nos pasa que, aunque estemos acompañados, suele ser muy común sentirse solo aun estando con la pareja
Hay muchas palabras que se asemejan a soledad tales como aislamiento, abandono, desolación, privacidad, solitud, individuación, ser esquizoide, ser autistoide, independiente, narcisista, etc.
La soledad en pareja así es vista con una categoría moral donde lo que está bien y lo que está mal permean su valoración, es decir, sentirse solo estando acompañado parece una categoría de enfermedad social, de aquellos que por defectuosos no saben disfrutar, algo que suele ser intolerable para los que padecen de codependencia y que requieren de están acompañados las 24 horas del día. Es un estado que puede ser fuertemente criticado, y quienes lo viven pueden sufrir intensamente, sin embargo, afortunadamente hay otros parámetros y nuevas categorías sociales que proceden a valorar positivamente la capacidad para estar solo, y a posicionar del lado de la pulsión de vida saber mantenerse con uno mismo sin padecerlo, aún dentro de la relación matrimonial.
La soledad benigna es una capacidad que da pie a poderse sentir bien con uno mismo, en comparación con la soledad maligna que es una característica donde la persona se siente angustiada, triste, y sufre estando consigo misma.
Es tan importante este tema que el próximo congreso nacional de la Asociación Psicoanalítica Mexicana se denominará “La soledad y sus avatares: elección, síntoma o angustia” que se llevará a cabo en el mes de noviembre del presente año en nuestra ciudad.
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