La concepción de los materiales considerados pornográficos ha cambiado a través del tiempo. De manera breve; desde principios del siglo pasado hasta nuestras fechas, la tolerancia a la exposición del cuerpo en su dimensión erótica, así como el discurso alrededor del erotismo ha sido gradualmente de mayor tolerancia.
Hoy nos encontramos no sólo con la disponibilidad enorme de material sexualmente explícito, sino con la inmediatez qué nos proporciona el medio del internet, de manera casi inimaginable hace 30 o 40 años. Del mismo modo el acceso a material sexual explícito en la vida privada de cada persona, lo que antes se consideraba prácticamente inadmisible, hoy se considera un ejercicio de libertad individual y de preferencias personales. Es así como arribamos a la posibilidad de compartir estas preferencias en pareja como una situación de preferencia y ejercicio de la libertad.
La opinión de parejas que se ven expuestas a material sexual explícito con orientación educativa, es que en general reconocen qué aumenta su confianza y su comodidad para hablar del tema, lo que les ayuda a integrarse mejor como pareja y mejora la satisfacción de su propia experiencia erótica.
Ahora bien ¿Cuál es la diferencia entre un material eróticamente explícito, con el material propiamente pornográfico?, según algunos autores la diferencia esencial es que este último está diseñado específicamente para despertar la excitación erótica. Desde luego nos encontramos con el reto de que cada cabeza es un mundo y por lo tanto aquello que puede despertar la excitación en algunas personas puede que no lo despierte en otras. Es por ello que esta industria, qué tenemos que reconocer qué es multimillonaria, por su alto consumo a través de internet, ha tenido que desarrollarse a la par que la tecnología y a la par de lo que el público consumidor solicita que cada vez se vuelve más exigente, es decir solicita temáticas cada vez más específicas, sufriendo entonces el contenido temático una modificación a través del tiempo en donde se hace cada vez más especializada.
Volviendo al efecto benéfico o no, qué puede tener la utilización de material pornográfico compartido en pareja, desde luego no podemos responder de una manera general y universal para todas las parejas. Sin embargo lo que la clínica de la sexualidad en pareja nos ha permitido conocer, es que cuando y sólo entonces, los individuos de una pareja han integrado de manera suficiente y amplía su expresión erótica, y cuando además son capaces de intercambiar verbalmente sus opiniones y la impresión de sus vivencias, el material pornográfico se vuelve únicamente una más de las posibilidades de experimentar juntos vivencias eróticas, qué potencialmente pueden aumentar la experiencia y el nivel de satisfacción del ejercicio de la sexualidad. Es decir, no considero que la pornografía en sí beneficie o perjudique, sino que depende completamente del nivel de integración que la pareja tenga de sus prácticas sexuales.
Así, por ejemplo, si tenemos que uno o ambos miembros de la pareja no tienen integrada de manera adecuada la expresión afectiva dentro de su práctica sexual, tampoco podrán comentar e intercambiar sus vivencias y reacciones frente a determinado material pornográfico, no podrán hacer elecciones de manera libre y consciente, la exposición a material sexualmente explícito pueden vivirlo como impuesto e incluso como ofensivo, agresivo e intrusivo. Experiencias afectivas que pueden llegar afectar negativamente la unión de la pareja ya que con uno de ellos que viva esta experiencia como impuesta, generará sentimientos de humillación y guardara rencor en contra de su pareja, pues considerara lesionados sus valores, al mismo tiempo que la pareja que hizo la propuesta inicial se podrá sentirse rechazada hiriendo sus sentimientos.
Cuando la pareja tiene bien integrada su experiencia erótica, el utilizar material pornográfico, puede ser una oportunidad de experimentar, de divertirse, de conocerse mejor, ya que se sentirán con la confianza y la libertad de acceder o no a determinados materiales sexualmente explícitos y detener la experiencia cuando esta se vuelva incomoda.
El material podrán elegirlo de manera separada y proponérselo a su pareja no podrán elegirlo en conjunto pues se sentirán en la confianza que han construido a través de la experiencia erótica compartida.
Está, la experiencia erótica suscitada por el material sexual es una oportunidad para compartir, para expresarse efectivamente y para unirse aún más en la experiencia de la intimidad que sólo la pareja puede proporcionar.
En conclusión, consideró que la exposición a material pornográfico en sí mismo no es algo que pueda beneficiar o que pueda perjudicar, sino que depende de la pareja en cuanto a su momento de evolución en su integración erótica y de su capacidad para compartir sentimientos y expresiones afectivas que determinará que estas experiencias beneficien o perjudiquen.
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