Cada año regresa la oportunidad de festejar el día de las madres y poder darle a la imagen de la maternidad un abrazo y un agradecimiento, pues los niños, incluso nosotros mismos, hemos crecido mejor cuando por haber sido cuidados y atendidos por nuestras madres, de forma cotidiana y amorosa.
Este trabajo de crianza no lo hace la madre solita, lo suma con las personas y figuras significativas que ayudan al desarrollo en los primeros años de vida. Me refiero a hermanos, tíos, abuelos padres, vecinos, amigos, maestros, etcétera.
La decisión de quedar embarazada, de tener relaciones sexuales sin el cuidado de anticonceptivos, de aceptar que el cuerpo está listo para recibir un esperma sano y desarrollar un feto, es una decisión consciente e inconsciente muy importante. Ya sea un embarazo planeado con mucha anticipación o un embarazo por una sola relación casual, el cuerpo femenino pondrá todo su empeño y capacidad biológica en aras de lograr con éxito el nacimiento de un bebé sano, en busca de su lugar en la tierra.
La maternidad puede conceptualizarse sin tener que estar obligada al matrimonio, a la pareja, a la sociedad. E incluso puede estar lejos del amor de la pareja. También lejos del padre, es decir la definición de familia hoy puede darse sin la presencia del padre. Hoy en día con los avances de la tecnología de fertilización asistida, una mujer puede gestar a un bebé sin pareja, simplemente con una célula, ya sea por clonación o por inseminación.
Maternidad es hoy algo mucha más amplio que lo que era antes, más complejo y más independiente de otras alternativas de vida. Incluso la no maternidad, que es una elección libre para cada mujer hoy en día es aceptada como una libre elección. Entonces, ser madre, o no serlo, ser virgen o no serlo, ser libre o no serlo, han dejado de ser imposiciones socioculturales para convertirse en elecciones libres que cada mujer puede asumir como parte sana de su desarrollo personal.
La encrucijada de la maternidad es ambivalente, por un lado, refiere a la familia, a la trascendencia, a dejar a otros seres vivir cerca de una y por otro lado, presenta todas las dificultades que todos conocemos. Tiene su parte dulce y su parte amarga, y reconocer estas facetas nos hace bien, porque aunque es sublime convertirse en madre, es también un esfuerzo inmenso que requiere que la mujer dedique parte de su vida a lograr el proyecto de la maternidad con un buen fin. Si se acepta el reto, requiere de mucha atención, de mucha responsabilidad y de mucho cuidado para que ambas partes, tanto la madre como el bebé disfruten de esa aventura tan especial.
Finalmente, quisiera mencionar que ya no es posible hablar de la maternidad como un estilo único, sino que nos queda bien pensarla como las maternidades, las múltiples posibilidades que son distintas cada una. No hay una maternidad, hay muchas formas de llegar a la maternidad.
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