Constantemente se aborda el tema de la infidelidad desde el enfoque del daño que causa a la pareja, pero ¿Qué hay de las y los amantes? ¿Acaso todos los que juegan el rol de la manzana de la discordia son seres malvados, sin escrúpulos ni sentimientos? La verdad es que no. Aunque me queda claro que este acercamiento puede despertar incomodidades y malestar entre los devotos seguidores de la fidelidad, hoy te propongo una perspectiva distinta.
Vamos a partir de un silogismo. - Premisa 1: Los individuos tienen sentimientos. - Premisa 2: Los amantes son individuos. - Conclusión: Por lo tanto los amantes tienen sentimientos.
Si la lógica no falla, entonces podemos establecer que las personas con el rol de amante también se enfrentan a una serie de circunstancias, decisiones y emociones complicadas.
Iniciar una relación con el papel de “la otra” o “el otro” muchas ocasiones es un camino que lleva a generar falsas ilusiones en donde los amantes creen que tarde o temprano ellos se convertirán en las parejas principales. Cuando esta ilusión se desgasta y los amantes se dan cuenta que esto no ocurre, entonces entran en estados emocionales de mucha tristeza y desolación.
Lo que muchas ocasiones inicia con una idea de superioridad: “aunque tiene pareja prefiere estar conmigo” termina con una sensación de tristeza e inferioridad: “no soy suficiente y por eso no deja a su pareja”
Como he descrito en otras participaciones no considero que se pueda generalizar en un tema tan complejo, sin embargo, sostengo la opinión de que la infidelidad tiene más que ver con el que comete el acto que con las otras dos personas involucradas. El infiel es quien rompe el acuerdo de monogamia y se involucra con un tercer individuo que puede o no conocer la situación del infiel.
El amante carga con un estigma social porque se asocia con alguien que entró a una relación establecida con maldad y dolo. Mi acercamiento es que para que el amante entre a la relación hay alguien que decide abrirle la puerta y darle la oportunidad de filtrarse como un tercero en un espacio designado para dos.
Recuerda esto:
“Nunca podemos juzgar la vida de los demás, porque cada uno sabes de su propio dolor y de su propia renuncia. Una cosa es suponer que uno está en el camino cierto; otra es suponer que ese camino es el único” Paulo Coelho.
Comments