CECILIA.- Ya no aguanto con tanta carga. ARTURO.- ¿Qué quieres decir? CECILIA.- Trabajo todo el día. ARTURO.- Yo también. CECILIA.- Además del trabajo y lo que aporto a la economía familiar, recojo a Diego del kínder, le doy de comer, lo baño, juego con él, hago el súper… ARTURO.- Cuando no llego cansado juego con él, a veces lo baño y le cuento un cuento. CECILIA.- ¿Te das cuenta lo que dices? Todo lo que haces es “a veces”. Yo me friego con toda la carga y tú ves el futbol. ARTURO.- ¿Otra vez vas a empezar? CECILIA.- No me das un beso cuando llegas y menos en la cama. Siempre estás cansado. ARTURO.- No lo hago a propósito, termino el día agotado. Salgo de la casa a las siete de la mañana y regreso a las ocho de la noche. CECILIA.- No es una justificación, para que no tengas tiempo de hablar conmigo, ni siquiera me preguntas cómo me fue en el día. ARTURO.- Siempre me respondes lo mismo, que estás hasta el gorro y muy cansada. Yo también. CECILIA.- Entonces ¿Para qué estamos juntos? ¿Solo para los fines de semana? ARTURO.- Parece que sí, y encima tus padres vienen a la casa a comer. Otra friega, tengo que cocinar o ir a comprar comida, y sabes que me jode además nos desequilibra nuestro presupuesto. CECILIA.- Claro con tus padres a toda madre, cada tanto nos invitan a comer y te ahorras una lana, además tu madre se la pasa diciéndome todo lo que hago mal con la educación de Diego. Ella sólo sabe comprarle chocolates, dulces y porquería y media. ARTURO.- ¡No te metas con mi madre! CECILIA.- Y tú tampoco con los míos. (Diego llora en su cuarto, y se escucha como un berrinche) ARTURO.- Ya ves lo que logras, despertar a Diego. CECILIA.- Fuiste tú con tus reclamos y gritos. ARTURO.- Ya no te aguanto. Y después te quejas porque no te beso. CECILIA.-No me abrazas, ni me haces el amor. Para mí que tienes a alguien en tu oficina. ARTURO.- Y tú los sábados, ¿de verdad sales al café con tus amigas? CECILIA.- Ahora resulta… ARTURO.- ¿Qué? (Suena el despertador, es domingo. Cecilia se da cuenta que estuvo soñando. Se acerca a Arturo aún dormido, lo acaricia y lo besa hasta que se despierta) CECILIA.- Buen día amor. ARTURO.- (La abraza) Buen día Ceci. Que ricos besos. CECILIA.- Y caricias. Tuve un sueño horrible. ARTURO.- Cuéntamelo. CECILIA.- No, prefiero si acaso hablarlo luego. ARTURO.- ¡Y si hacemos el amor primero, ya que Diego está con tus padres! CECILIA.- Entonces abrázame fuerte, acaríciame, bésame y dime cosas lindas, como lo hacías antes. ARTURO.- Si te beso no te puedo decir nada. CECILIA.- Eres un tonto. Ándale, no te hagas del rogar. Ambos se besan, se prodigan caricias y palabras tiernas, sensuales y eróticas. Ambos llegan al orgasmo al mismo tiempo. Permanecen abrazados y en silencio por un largo rato. ARTURO.- ¿Estuvo rico? CECILIA.- Riquísimo, podríamos hacerlo más seguido. ARTURO.- ¿Te has dado cuenta que no tenemos nunca tiempo para nada? CECILIA.- Siempre estamos cansados y ni siquiera platicamos. ARTURO.- Pero sí discutimos. CECILIA.- Podemos dialogar, es más, nos urge ponernos de acuerdo en muchas cosas. ARTURO.- Ni tiempo tenemos.
CECILIA.- Pero hoy sí, y podemos hacer un esfuerzo para tener un ratito cada día. ARTURO.- Tampoco exageres… CECILIA.- Lo que podamos, hagamos el tiempo. ARTURO.- Lo dudo, pero podemos intentarlo. CECILIA.- Por fin una respuesta positiva. Amor, si los dos ponemos de nuestra parte, algo podemos lograr. ARTURO.- Hagamos una lista de los temas que queremos tratar. CECILIA.- Estoy de acuerdo. ARTURO.- Por una vez en mucho tiempo estás de acuerdo conmigo. CECILIA.- No vamos a empezar a discutir ahora. (Lo abraza y lo besa en la boca con pasión y ternura) ARTURO.- Así me gusta más. CECILIA.- Abrázame y acaríciame. Tócame y hazme el amor. ARTURO.- ¿Ahorita? ¿Otra vez? CECILIA.- Sí. ARTURO.- ¿Y la agenda de nuestros problemas? CECILIA.- Al rato.
Cuando los miembros de la pareja se sienten exigidos, sentirán que lo hacen todo y el otro no hace lo suficiente y ello los conduce a la desconexión. El decaimiento en la comunicación progresivamente los lleva a la pérdida paulatina del deseo, hay más enojo acumulado que ganas de compartir y estar cercanos. En el sueño de Cecilia, cómo en la realidad de ambos, ella espera que Arturo comparta –con el tiempo real que dispone- más con Cecilia la responsabilidad de Diego, las cosas domésticas del hogar aunque parezcan las más simples. Ello no deja de ser agotador para
Cecilia, y sin el apoyo de Arturo se siente más sola y distante de él. Arturo se preocupa más de la economía familiar, lo que le provoca temores de no poder pagar la hipoteca, la cuota del coche, las tarjetas de crédito, entre otras. Ello origina problemas en la pareja, ya que aumentan los temores de no poder llegar a fin de mes e incremente los conflictos en la pareja.
Es vital que ambos tomen conciencia de su deficiente comunicación y comiencen a pensar cómo mejorarla. De tal forma que Cecilia y Arturo no descarguen su frustración uno en el otro. Entonces comiencen a dar paso a la empatía y el entendimiento. Arturo y Cecilia comienzan a tomar conciencia que el hecho de ser padre y madre, no los libera del compromiso y que no se olviden que también son pareja.
(Continuará)...
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