Capítulo I
Tere.- Te acuerdas cuando nos embarazamos estábamos felices… Luís.- Casi enloquecí de alegría. Mi familia se puso muy contenta y la tuya también. Tere.- Gratos recuerdos. Lili ya tiene dos añitos. Luís.- El tiempo se va volando. Tere.- Y nuestra vida sexual también. ¿Sabes cuánto hace que no hacemos el amor? Luís.- Creo que tiene rato. Tere.- ¿Crees? Pasaron cinco meses para tener relaciones. Después de dar a luz, ni me mirabas. Luís.- Tampoco exageres. Tere.- Es la verdad. ¿Acaso no te gusto? Creo que no me quieres. Luís.- Te amo y adoro nuestra hija. Recuerda que te busqué muchas veces y me rechazaste. Tere.- Cuando amamantaba estaba agotada, y tú dormías. Te valía mi cansancio. Luís.- Después compartí contigo el biberón, pero eso te olvida. Cada vez que quería contigo tu respuesta era “estoy cansada y sin ganas”. Entonces discutíamos por cualquier cosa, así nadie se le puede antojar tener relaciones. Tere.- Es que tú no entiendes nada. No sabes lo que vive y siente una mujer. Luís.- ¿Entonces tengo que buscarme a otra? Tere.- ¿¡Estás loco!? Luis.- Ya que tú no me buscas. Lo intento y me siento rechazado. Tere.- Es una mentira. Cambié mi ropa interior por más sexy, voy al gimnasio mi cuerpo se ve mucho mejor, además de trabajar, cuido a nuestra hija y te atiendo. ¿Qué más quieres de mí? Con la llegada de los hijos, en muchas parejas se presentan dificultades y empeora la relación por diferentes causas. Entre ellas, el ejercicio de la maternidad, la mujer pasa de ser esposa a madre, y el hombre-el padre- se puede llegar a sentir desplazado. La llegada del añorado bebé, quita tiempo y espacio a los miembros de la pareja para convivir y la relación cambia. El nuevo miembro de la familia se coinvierte en el centro de todo. Los momentos para estar juntos se diluyen y se vive la sensación de que el amor y el cortejo ya no regresarán. Es entonces cuando la relación de pareja pasa a un segundo plano. Muchas parejas se dejan arrastrar por estas circunstancias, poniendo en riesgo su vínculo y numerosas veces permiten que la relación decaiga a niveles de riesgo. No es el bebé el causante del alejamiento de los miembros de la pareja. Algunas parejas se fortalecen y disfrutan, mientras muchas más se distancian y frustran. Para estas últimas, no pueden permitirse un tiempo prolongado de vivir en crisis, deben volver rápidamente a cuidar, atender y modificar su relación en beneficio de ambos. Permitir que transcurra mucho tiempo del alejamiento afectivo de la pareja pone en riego su recuperación. La mayor parte de las mujeres-madres y menor proporción de los hombres-padres, destinan mucho tiempo a los hijos, llegando a sentir que es incompatible con la dedicación de tiempo para la pareja. La pasión se pone en el recién llegado o en los hijos y se olvidan de sí mismos como individuos y pareja con necesidades afectivas. Padres felices, hijos felices; pareja infeliz, hijos que padecen. Hay que aprender juntos a distribuirse el poco tiempo que disponen para mantener la llama encendida del amor y el deseo. Requiere del esfuerzo de los dos. Sino dialogan y se acercan para resolver la situación, es muy posible que comiencen a echarse culpas, cómo en nuestro dialogo que da origen a éste artículo. En lugar de hacer el amor y darse afecto, llegan a pelear por quién tiene razón en la educación de los hijos, se culpan, se frustran y la sexualidad desaparece junto con la falta de deseo y el cansancio de discusiones reiteradas. La comunicación en la pareja decae y terminan estando juntos por los hijos. Se sienten obligados a ser padres perdiendo de vista lo más importante, seguir siendo pareja para estar unidos y ser mejores padres.
Lo más importante es fomentar los lazos emocionales entre los miembros de la pareja, para fortalecer el vínculo y la plenitud de su relación amorosa y sexual. Por la salud mental de los padres, no pueden renunciar a ser pareja por el bienestar de sus hijos. Si aparecen las discusiones; se corre el riesgo de entrar en una espiral peligrosa que acabe con el deterioro y posterior ruptura de la pareja. Se dicen cosas que no se sienten y que hacen daño y lo peor es que puede que nunca se olviden.
Los hijos no son la causa principal de que el deseo sexual disminuya. Se trata que la pareja trabaje en dicho aspecto. En nuestra siguiente presentación plantearemos ejemplos de situaciones de la pareja y como atenderlas.
(Continuará)…
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