Las dificultades en las relaciones de pareja son múltiples e imposibles de evadir pues no es fácil vivir en compañía. Implica compartir espacio y tiempo hasta sus últimos extremos que incluye dormir en la misma cama, baño, usar los mismos cubiertos, compartir el closet y la ropa, colores, sabores, ¡y hasta microbios!!!!
Además, por mucho tiempo y a veces por muchos años. También es un compromiso donde hay que compartir personalidades, lugar psíquico donde están los conflictos y las tensiones personales de cada uno con sus propias historias y sus propios traumas. Así que entendemos que la relación amorosa es algo difícil de obtener, y más de mantener.
Gran parte de los problemas de las parejas derivan del difícil acoplamiento que se da entre sus estructuras personales y no debida a una incompatibilidad en sus deseos personales sino a lo difícil de buscar estar en armonía a pesar de las dificultades, dos maneras de vivir y de entender el mundo no se acoplan fácilmente. Puede suceder que lo logren de forma exitosa y se acoplen, vivan bien y después de algunos años resurjan nuevas diferencias que hay que seguir limando, como serían los problemas relacionados con el deseo de escapar o buscar por fuera distracciones para salir de la tensión que genera el cotidiano vivir.
Uno de los momentos más álgidos en la vida de una pareja es este principio de adaptación de él a ella y viceversa, donde muchas veces el enamoramiento ayuda a que los involucrados logren ceder y así armen estructuras de convivencia nuevas para los dos. Otro de varios momentos difíciles en las tensiones de una pareja refiere al primer embarazo y nacimiento de ese nuevo integrante que queramos o no, es un tercero que entra a la relación que antes era sólo de dos.
Es crecer emocionalmente para dejar de ser hijo y convertirse en padre, dejar atrás la posición de recibir para entrenarse a dar: a la madre del bebé y al mismo bebé para que pueda crecer sano, valiente entre sus padres. Esto no es fácil, ni se logra automáticamente. Muchas parejas refieren lo difícil de aceptar incluir en su vida ya establecida los nuevos patrones que se requieren para pasar de pareja a familia. De ser dos a ser tres.
Si bien esto es un pacto y una convención, hay sufrimientos que no estamos acostumbrados a decir ni a escuchar porque si un padre se quejara de la presencia de su hijito nuevo que le quita atención de su esposa, parecería un hecho reprobable, ¿cómo un padre o una madre se quejan de su nuevo rol de padres? Deberían ser los mejores padres del mundo sin quejarse, no hay permiso para hablar de lo difícil que puede resultar este evento.
Es un estilo de incluir al tercero en una relación, lo cual es una de las definiciones de triangulación, siendo esta biológicamente necesaria. Es común encontrar la creencia en algunos de los participantes, que la infidelidad podría resolver este malestar. Buscar otra pareja en estos momentos de la vida donde se vive tanta tensión parecería una salida a la exclusión, a la nueva estructura familiar, a la necesidad de ser atendido y escuchado que no se logra en casa.
No siempre se logran estos resultados y las fantasías no se parecen a la realidad, lo cual aumenta la tensión y la frustración, sin embargo, así sucede.
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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