La infidelidad es vivida como una de las peores traiciones dado que, enfrenta a la pareja a atacar el vínculo relacional-afectivo que estableció y al cuál se comprometió. Desde ese lugar, el infiel es colocado en el lugar de culpable. Sin embargo, la infidelidad, como lo aseguran los psicólogos de pareja, es sólo el resultado de las crisis que viven los cónyuges, crisis que no solo puede aparecer en el ámbito de lo sexual sino es dada por aquellos aspectos que la pareja considera que no se le brindan: intelectuales, físicos, emocionales.
Rougemont, estudioso del amor, señala la paradoja del matrimonio: a sus integrantes se les piden dos cosas opuestas: la pasión y el amor, es decir, aquella llama de la pasión que rompe, mueve y enfrenta y aquel amor de rutina hundido en la certeza de la monotonía.
Hoy, en el universo llamado Internet, donde el anonimato es la carta de la victoria y en el cual las inhibiciones se derriten instantáneamente y sus fronteras borran esa línea que separa una infidelidad implícita de una explícita.
La infidelidad cibernética se da, cuando se le dedica tiempo a otra persona que no es la pareja, se da el sexo aun cuando nunca se toquen y paulatinamente el infiel se va alejando de su relación estable, a pesar, de que en muchos casos se siente satisfecho con su relación estable. En la realidad real, no en la virtual, el infiel resuelve y vive su fantasía, su necesidad sexual-emocional, muchas de las cuales no lleva a cabo con su pareja por temores e inhibiciones.
Una libertad no contemplada y la imaginación se fusionan de tal forma que la fantasía generada en una computadora es titánica. “Lo que ocurre es que las personas desarrollan la imaginación y se tienden a atraer por todo lo que traiga incertidumbre”, explica Pérez Danton, psicólogo puertorriqueño, aunque recuerda que al menos una de las dos partes “tiene la intención de pasar el rato”. Este mundo virtual tan enriquecedor se convierte en “el tercero”, se establece el triángulo, situación que invade el campo de dos de la pareja. La falta de comunicación, el no desarrollo de una intimidad real motivan y ayudan a la injerencia de este “tercero” virtual.
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