Recuerdo que Jean Paul Sartre dijo una vez algo más o menos así: “…no importa lo que la historia ha hecho con el hombre (con el ser humano, con la pareja; acoto), sino lo que el hombre (ser humano o pareja) hace con la historia que le tocó vivir…”
Mi primera reacción ante la invitación a escribir sobre las “Bodas de Oro” de una pareja fue pensar en la llamada Edad Crítica y en los profundos cambios generados en ese momento de la vida. Fue ahí cuando me pregunté si la Edad Crítica ¿es crítica forzosamente? ¿Cómo es la convivencia de una pareja después de tantos años de casados?
¿Hay una involución o es una fase evolutiva?
Los cambios son transformaciones y la evolución natural, de cualquier individuo, es una sucesión ininterrumpida de pequeños y grandes alteraciones. A pesar de haber llegado (en el mejor de los casos) a una madurez psicológica, a un mejor dominio de las dificultades de la vida y a una adaptación progresiva, los conflictos no se quedan fuera.
Podemos reaccionar ante situaciones nuevas con angustia y también con depresión; pues todo cambio implica incertidumbre y en la edad aludida más aún. Sin duda, celebrar el 50 aniversario de bodas o “Bodas de Oro” merece mucho la pena de ser festejado, pues no es fácil lograr pasar juntos medio siglo de vida, con momentos y situaciones buenas y momentos realmente malos.
Este hecho da cuenta que, a pesar del proceso de transformación y de cambio, algunos elementos en un matrimonio pudieron mantenerse estables, El AMOR entre ellos. Cuando el amor no es el ingrediente principal, nada puede sostener el lazo y el vínculo en una pareja, aun teniendo muchos años de convivencia.
Últimamente, las cifras de los matrimonios que se divorcian o separan no son sólo de gente joven, con poco tiempo de matrimonio; estas situaciones límites pueden detectarse en gente que lleva ya una considerable cantidad de años juntos.
Daré un ejemplo, producto de la consulta, de uno de los cónyuges de una pareja, (como es de suponer los nombres y circunstancias están cambiados):
Leticia y Hugo llevan cuarenta y largos años de casados. Son padres de 2 hijos profesionales, cada uno de ellos está, a su vez, casado y con hijos.
Debido a su precaria situación económica la pareja decide emigrar de su lugar natal, siguiendo a sus hijos, quienes ya habían abandonado el país. Aquí, ambos adultos ya mayores deciden trabajar juntos; esto trajo un resultado absolutamente contra-producente, pues la convivencia diaria y permanente hacía que las peleas cobraran tonos agresivos y despectivos, en donde se recriminaban situaciones pasadas no elaboradas, ni superadas.
Estando, así las cosas, la pareja decide separarse físicamente, viviendo cada uno en otro espacio.
A mi paciente le pude mostrar que todos los humanos llevamos. desde nuestro nacimiento, un principio junto con el instinto de vida y la necesidad de amar y que nos amen, el instinto de muerte dentro de nosotros; el cual se expresa a través del odio y tal vez de la destrucción de los vínculos, tal como le estaba ocurriendo a él mismo y a su pareja.
Pasado más de un año, volvieron a retomar la relación, pero una cosa cambió radicalmente: no volvieron a trabajar juntos, ni convivir bajo un mismo techo, sino como se dice ahora: “estado de matrimonio, pero con cama afuera”.
Para lograr el transcurrir del tiempo en pareja es necesario, además del amor, un margen de tolerancia, de comprensión y de apoyo mutuo en la confianza.
Llegar a “Bodas de oro” es señal de una buena relación, la cual se sobrepone de las dificultades y crece con la posibilidad de disfrutar experiencias vividas en pareja. Esto no significa que dejo de ser yo; que estoy atado/a al otro/a, por temor a quedarme solo/a, pues eso de la soledad puede ser para algunas personas una experiencia catastrófica.
Con frecuencia el miedo es preso de angustia frente a la inminente pérdida de los atractivos sexuales; frente a la duda de la vigencia de las ideas y conceptos conservados por cada uno y de la aceptación de las propias fisuras internas no elaboradas.
Envejecer en pareja depende (parafraseando a Sartre) de la historia individual y que junto al cónyuge se armó.
Da la impresión que una pareja que decide estar unida en esa fase, evolutiva también, ha consolidado lo obtenido durante su juventud y madurez y, además, fue adquiriendo nuevos valores aportadores vitalidad y energía a la unión.
Las parejas que llegan a las “Bodas de oro” se ven fortalecidas por las experiencias y vivencias positivas, las cuales permiten continuar sin ningún tipo de condicionamientos y sin plazos.
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