La familia política tiene una serie de roles muy fuertes en la psicología social del mexicano, pues en épocas todavía no tan pretéritas la mujer pasaba en muchas formas a pertenecer a la familia del esposo y hasta dejaba su segundo apellido en prenda, situación que no se ha perdido totalmente.
Los procesos de reproducción social, pasan de generación en generación, pero también de familia a familia lo cual hace una operación matemática de que cada matrimonio va reproduciendo sus valores y características socioculturales exponencialmente en líneas horizontales y verticales.
Así, una sociedad va buscando que sus descendientes tengan lo mejor de sus ascendientes y puedan continuar un linaje el cual lleva mucha más información de que las mismas familias pudiesen imaginar pues esta información que se transmite es tan amplia y va reproduciendo hasta los más mínimos detalles que hasta pudiesen parecer nimios; pero para los estudios sociales todos los detalles cuentan.
No hemos escuchado alguna historia de familia donde se busca, emparentar con algún apellido digamos de alcurnia, aunque el bisabuelo del infeliz haya sido un simple gambusino francés que haya arribado a tierras sonorenses por ejemplo y solo por haber sido buen jugador y haber dejado abundante herencia por tenerte apellido bonito, ¿¿¿Pueda generar garbo a unos simples López o Sánchez??? No mencionamos ningún apellido Galo, no vaya a darse alguna coincidencia y nos andamos embarcando…Pues además en tierras sonorenses; este fenómeno como en amplias partes del país se dio abundantemente y aun hoy en día las familias se enorgullecen de sus antepasados que, aunque poco conocidos en realidad les dieron nombre y apellido y su descendencia.
Y que sucede cuando los hijos de una familia se unen a otras familia, pues quedan emparentados y ahí en donde se ponen sobre la mesa todos aquellos valores que deba cumplir un grupo social hacia el otro a fin de que dejen en libertad a su hijita que quizás un tanto gordita y hasta chimuela pero por ser una Alcatraz y descendiente muy indirecta de algún noble que huyendo de las cortes de Cádiz fuera a parar a nuestro suelo y del otro lado está el buen Antonino López, si muy “Antuan” (nombre francés derivado de Antonio), pero López carajo; sin mes gracias que haberse hecho brutalmente millonario, por haber trabajado estudiado como asno y ser extraordinario y hábil comerciante.
Al mezclarse una serie de intereses muchos de los cuales, nunca se atreverán a mencionar, pero el argumento bajo el amor pleno y desinteresado está plagado en los sótanos de la información del subconsciente social de cada familia, se pueden hallar una serie de intrincados intereses por asegurar una descendencia genéticamente óptima que pueda asumir los roles a los cuales estarán destinados en el mapa mental de cada grupo social determinado, con lo cual habrán asegurado que el significado de su propia vida y la de sus antepasados encuentre un canal de sustentabilidad hacia el futuro. Esto está bien cuando el asunto es como de cuento de Hadas, pero ¿Qué sucede cuando las familias políticas interactúan más allá de sus de la cuenta y se meten en la vida de la pareja? Hasta que porcentaje es la familia política responsable de una estabilidad emocional de la pareja y de ese nuevo núcleo familiar y que grado de corresponsabilidad le deviene cuando su influencia es capaz de provocar divorcios y/o separaciones que cuando impactan una estadística social, muestran números que a largo y mediano tiempo pueden ser por demás perjudiciales para una adecuada viabilidad social.
Curiosamente en muchos estudios los divorcios y su altísimo número, poco se analiza a fondo el rol de la familia política en los efectos de la estabilidad un matrimonio y esto debe ser tomado en cuanta pues ante esta no menos importante causal, debemos de tomar muy en cuenta en los planes y programas educativos desde las primarias y secundarias, de la emergente necesidad de hablar de estos temas, y del como socializar adecuadamente con las familias políticas, cuando están lleguen a presentarse en nuestras vidas familiares y sociales.
Buen campo para que, a la psicología social, antropología, pedagogía y la sociología educativa se adentren en este delicado e inexplorado tema.
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