Es evidente y está por demás mencionar que estamos en la era de la pornografía. Esta ha permeado ya todos los círculos de nuestra sociedad. Comenzando por los niños que están expuestos a imágenes pornográficas en cada esquina, programas con alto contenido erótico en la televisión abierta y de paga, caricaturas que utilizan el doble sentido aún en canales específicos para niños, canciones explicitas en todos los lugares públicos y contenidos digitales (videos, juegos, actividades) cada vez más orientadas a la perversión al alcance de un click.
Seguimos con los adolescentes, que no bastando con haber tenido una infancia plagada de estímulos eróticos, crean cuentas falsas y tienen acceso a páginas pornográficas desde tempranas edades. O bien el caso de la pornografía hentai y todas sus variantes a las que se vuelven adictos aún antes de comenzar su vida sexual activa.
Estos contenidos entran a su psique y causan que comiencen a ejercer su sexualidad de manera temprana, irresponsable y sin límites. Todo culminando en relaciones tóxicas, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y demás complicaciones.
No es desconocido que los valores de nuestra sociedad han sido trastocados en las últimas décadas. Sin embargo, el valor del amor ha resultado de los más afectados ya que con todo este bombardeo constante, el amor es ahora igual al sexo. Es decir, que solo se ha parcializado la manera de relacionarse entre los sexos. Hoy en día, los adolescentes y jóvenes adultos se reúnen para tener sexo, no para convivir, conocerse, contarse sus dificultades ni aciertos. Para tener sexo. Puedo sonar moralista, pero me parece que el sexo es ahora el fin y esto es decadente. Solo basta recordar Sodoma y Gomorra.
Ahora bien, los adultos a quienes está dirigida en primera instancia la pornografía, también han sido víctimas de los ejemplos mostrados en dichas películas y han deformado las prácticas sexuales íntimas, en muchos casos, para emular las posiciones, sensaciones y prácticas de los actores porno y en otros tantos, para lograr tener una erección; cuando médicamente se sabe que la erección es una reacción física que responde a una reacción química que sucede en el cerebro sin necesidad del sentido de la vista. Es decir, con el tacto, el gusto y el olfato. Pero se ha vuelto indispensable para algunos hombres y mujeres, tener estimulación visual para lograr excitarse.
Es necesario recordar que son "actores" y que utilizan diversos métodos para retardar la eyaculación (lubricantes, químicos, hierbas, etc.) y las "actrices" se estimulan frecuentemente para estar más receptivas y reducir el dolor que causa la fricción constante por más de una hora y con múltiples instrumentos (dildos) lo que las hace ser insensibles. Por eso actúan el placer, los gemidos, los gritos y las eyaculaciones.
En conclusión, la pornografía ha desvirtuado el sexo por amor y lo ha reducido a un mero contacto físico y de fluidos que culmina ahí.
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