La curiosidad por los secretos de la vida es inherente a la existencia humana. Las incógnitas que nos plantea la sexualidad sin duda es uno de los motivos más importantes que nos empuja a “saber” en todo ser humano.
Seguramente en algún momento te habrás preguntado ¿Está bien mi sexualidad? ¿Mi forma de tener sexo es la mejor? ¿Cómo y qué hacen otros en su vida íntima? Y muchas preguntas más.
Si tenemos contacto con niños pequeños nos topamos con preguntas inherentes a su condición ¿De dónde vienen los niños?, ¿Por qué las mamás tienen pechos y los hombres no? Los niños son curiosos (los adultos también) y quieren entrar a la alcoba de los mayores, desean saber qué ocurre detrás de la puerta, que con tanto cuidado se mantiene en secreto. Quieren estar presentes en el baño y ser testigos de las actividades de los demás; descubren la diferencia anatómica entre niños y niñas, preguntan ¿qué significa estar casados?
Si estos niños y niñas pueden encontrar respuestas a estos misterios existenciales, eventualmente surgirán otros, que igualmente requerirán ser respondidos; como, por ejemplo:
¿Por qué las parejas se besan? ¿Qué se siente que te den un beso? ¿Qué significa enamorarse?
Preguntas que van surgiendo de acuerdo a los cambios en el desarrollo corporal y la evolución del desarrollo biológico sexual de cada persona.
Así nos vamos desarrollando hasta tener nuestras propias experiencias eróticas, del primer beso, la primera relación sexual, el primer orgasmo, etc. En este proceso al fin llegamos a la enorme curiosidad de conocer ¿cómo es la sexualidad de otros? En nuestro contexto sociocultural, ¿qué opciones tenemos de satisfacer esta natural curiosidad?
Preguntar a los adultos o a nuestros mayores, sin embargo encontramos que sus respuestas no alcanzan a saciar nuestras inquietudes, podemos buscar a nuestros pares y encontramos generalmente que se encuentran en las mismas circunstancias, con enormes lagunas de conocimiento e incluso con información distorsionada o inexacta, también tenemos la opción de buscar personas preparadas en el campo o libros sobre el tema; sin embargo en general igualmente proporcionan material desafectivisado sin profundizar y omiten detalles importantes, muchas veces se desvían a temas de salud o biología que no es el núcleo de lo que queremos saber: ¿Qué hacer y como se siente con diferentes prácticas sexuales?
Es ahí donde la pornografía ocupa un lugar relevante, en algunos ámbitos académicos se denomina simplemente material sexual explicito, ¿cuál es entonces el material pornográfico propiamente dicho?, y ¿cómo lo distinguimos de material sexual que únicamente muestra actividad sexual? y aunque el cine, la literatura e incluso la música es cada vez más explícita, ya que en nuestro contexto sociocultural, en el orden de lo sexual la norma estable que pertenece al orden de lo privado, no compartible excepto en casos de salud o legales.
La característica distintiva de la pornografía es que se elabora con el propósito de despertar la excitación erótica.
Esto hace que el material sexual expuesto en la pornografía no solo sea descriptivo, sino que tiene la cualidad de despertar la excitación. Puede ser literatura, poesía, dibujo, fotografía y en su forma más difundida en la actualidad que es en formato de cine o video.
Para cumplir con este propósito el material pornográfico se nutre de una fuente fundamental: las fantasías sexuales, esta es una primera premisa. El material pornográfico siendo material sexual explicito no tiene una función primordialmente educativa basada en realidades. Por su propósito de despertar la excitación por definición es una sexualidad fantaseada.
Desde esta perspectiva ahora si podemos responder a la pregunta planteada ¿la pornografía puede afectar y podría mejorar mi vida sexual?
Elaborar fantasías sexuales es una actividad mental y afectiva inherente a la existencia humana, la condición es asumirnos como individuos con deseo sexual, si esta premisa no se cumple, generalmente por una educación sexual represora, esta actividad será considerada indebida o prohibida y su manifestación inhibida la persona no se permitirá ni siquiera pensar en contenidos sexuales.
Y esta es una condición para incorporar positivamente el uso de material pornográfico y despejar las dudas iniciales ¿es correcto o no utilizar material pornográfico y para qué?
Es correcto, si tenemos integrada nuestra dimensión erótica y nos damos el permiso de fantasear, un autor decía que la pornografía son fantasías listas para quien las necesite. La diversidad del material sexual es tan variado como multifacéticas son las fantasías de los seres humanos, si bien algunas son frecuentes y ampliamente compartidas; en sus detalles llegan a ser muy personalizadas. Así, fantasear con hacer el amor a la orilla del mar, es una fantasía frecuente, hacer el amor con una pareja que lleve una arracada de oro en la oreja izquierda será una fantasía muy exclusiva.
Todos llevamos el guion de una fantasía predilecta en nuestra mente inconsciente y si el contexto nos los permite podremos develarla como quien arma un rompecabezas y a fuerza de ensayo y error poco a poco va apareciendo la elusiva escena fantaseada que en ocasiones puede ser una sorpresa para la propia persona.
Sorpresa en ocasiones agradable y en ocasiones todo lo contrario dependiendo si es congruente con nuestros valores y concepto de uno mismo de lo que somos o de lo que quisiéramos ser.
Las fantasías eróticas están sustentadas en las experiencias emocionales tempranas tanto positivas como negativas, experiencias que serán reflejadas en la escena fantaseada predilecta, así si tuvimos experiencias tempranas positivas lo reflejaremos en escenas llenas de romanticismo, ternura y anhelos de reencuentro, en caso contrario la escena develada mostrará matices sádicos, con el propósito de reexperimentar vivencias de recibir o infligir dolor y frustración. En estos casos es muy posible que se utilice una fuerza represora para evitar que dichos contenidos aparezcan en nuestra mente consciente, sin embargo, a manera de fascinación será inevitable la atracción que dicho material puede ejercer en algunas personas, constituyendo en los casos más severos adicción a la pornografía como mecanismos mentales fallidos de elaborar dolor emocional constituido tempranamente en la vida del sujeto.
A manera de conclusión si tuvimos una historia emocionalmente positiva en nuestra vida temprana, somos capaces de integrar la capacidad de fantasear en nuestra vida sexual adulta, el uso de material pornográfico puede enriquecer y ampliar nuestra vida sexual mejorando nuestra satisfacción y solidificando el vínculo amoroso cuando las fantasías eróticas son compatibles y se comparten en pareja.
La pornografía también puede generar sufrimiento.
En caso contrario si nuestra vida temprana fue en algún grado traumática, nuestra vida fantasiosa erótica nos develara escenas que tendrán una mezcla de gratificación erótica, pero al mismo tiempo entran en conflicto con nuestros valores y definición de quien somos, generando sufrimiento.
Sin embargo, en ambos casos, las reacciones emocionales al material pornográfico ofrecen una gran oportunidad de profundizar en el conocimiento de nuestro ser, apoyarse en un terapeuta sensible y experto puede ayudar a la persona a desarrollar su potencial erótico contenido en sus propias fantasías que el material sexualmente explicito ayuda a descubrir.
En el caso de fantasías con matices conflictivos igualmente un terapeuta capaz, podrá ayudar a la persona a conciliarse consigo misma y desarrollar expresiones positivas del erotismo siguiendo las pistas que proporcionan las reacciones a la exposición a material pornográfico.
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