Juan Gerardo tenía el corazón palpitante y sus instintos se llenaban de gozo cuando Bertha por fin alcanzaba el éxtasis orgásmico entre sus brazos y aromas, habían colocado vino e incienso para hacer más especial la velada, ella le preguntaba:
-Juan, me dices que tu esposa es linda, dedicada, leal, sigo sin entender por qué la engañas.
-¡Hay Bertha! lo mismo he pensado de ti. Si Saúl, que además es mi amigo de la infancia, es chambeador, cumplido en tu casa, con tus hijos y en general un gran padre y excelente persona.
Ambos amantes, ruborizados ante sus propias reflexiones, comenzaban a sentir algo de culpa, sin embargo, el frio imperante en aquel hotel ubicado a orillas de la carretera a la ciudad de Toluca, hacía pertinente pedir al bar un buen whisky y un par de cafecitos de olla, acompañados de unos tlacoyos por eso de que habían perdido mucha energía.
-Bertha ¿Cuándo regresa Saúl de su viaje?
-Mañana en la noche, o bien el sábado, pero quizás si se atrasa su vuelo llegue hasta el domingo. Y Mariana ¿hasta cuándo se queda con tu suegra en Monterrey?
-Creo que una semana más ¡Menos mal que Natalia se fue con ella! ¿Y tus hijos? - Andrea de práctica de campo y Andrés sigue en Cancún con su tío Gastón, que ya tiene un grupo con el que puede tocar, ya ves que mis hijos me salieron aventureros… mmm ¿sabes algo Juan Gerardo?
- ¿Qué bonita dime? Muack……
-No, no, espérate tantito, quiero que platiquemos esto
-Platicar qué Bertha
-Esto, Juan Gerardo, no es correcto, no sé, me siento mal, llena de culpas ¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué le hacemos esto a nuestros esposos si son responsables y estupendas personas?
La noche no tardó mucho en volver a acurrucar a Juan Gerardo y a Bertha en el hedonismo del placer que envuelven a las caricias del pecado, sólo el amanecer pudo frenar su pasión y descontrol carnal, para como vampiros, tener que forzados regresar a sus mundos del cotidiano y esperar una nueva noche de luna llena y volar en la obscuridad, las penumbras y entregarse a la lujuria y al placer sin límites…
Una semana después, Juan Gerardo y Bertha vivían sus vidas en el cotidiano deambular de la gran ciudad, con sus esperanzas, sueños, éxitos, fracasos y su conciencia en la espalda. Cada uno de ellos no lograba explicarse por qué actuaban como lo hacían, exponiendo sus matrimonios, sus proyectos profesionales y credibilidad personal.
En los años 70´s el escritor Marco A. Almazan, llegaba a la conclusión de que el único hombre feliz que ha habido sobre la tierra era Adán, y esto lo atribuía principalmente a que no tenía con quien comparar a su mujer; y si bien esta reflexión sería también aplicable para Eva, lo que es un hecho es que quizás hayan sido la única pareja en el mundo que no ha tenido la tentación de la infidelidad.
Ahora bien, la infidelidad es tan antigua como la misma naturaleza del homo sapiens. Se puede reflexionar hasta finalizar 5 botellas del mejor vino y no llegar a ninguna conclusión que deje satisfecho a la mayoría, que si la monogamia es un sistema impuesto para poder dar cauce a la transmisión medianamente ordenada de ADN y así también dar viabilidad social a la herencia que permitió la construcción de cada una de las diversas culturas que hoy conformamos de está muy fértil especie, que no corre ningún peligro de extinción y cuyo deporte favorito son las “lagartijas colchoneras”. Así es, somos una especie cuya actividad sexual, no es solo para fines reproductivos.
Nuestra sexualidad humana conlleva ante todo una serie de valores que inclusive rebasan la trascendencia y el ámbito de la seguridad en la herencia de bienes materiales, valores y cultura tanto tangible como intangible y del contrato social que es el matrimonio. La sexualidad alcanza niveles que infieren en nuestras actividades religiosas, con las variaciones de cada cultura y religión, pero todas regulan de una u otra forma nuestro actuar individual, que, al ser forzosamente con otra persona, recae en el ámbito social y por ende nuestro actuar sexual es social con resonancia e impacto en nuestros círculos primarios.
Nuestro comportamiento sexual es una actividad condicionada por una realidad, como ya se comentó, en la que nuestra especie tiene sexo por placer por una necesidad de comunicación con una pareja determinada, al margen del apellido que tenga esta relación, ya sea matrimonio, noviazgo, unión libre, monogamia, poligamia, sea una relación heterosexual, bisexual, lésbico-gay, etc. La finalidad de nuestras relaciones sexuales después de asegurar la reproducción de la especie es asegurar su misma existencia y continuidad socio-cultural. Para asegurar esta misma continuidad socio-cultural, debe de existir y por básico que se escuche: La Comunicación.
Al momento que una pareja deja de poder comunicarse por ende deja de estar reproduciendo, construyendo y reconstruyendo en su actuar diario sus sistemas de referencias, religiosos, espirituales, gastronómicos, económicos, laborales, académicos, deportivos, lingüísticos, de usos y costumbres, de compatibilidad socio-tecnológica, etc. Esa relación simple y llanamente se empieza a desgastar y cada uno encontrará la satisfacción que le pueda ofrecer una relación que le satisfaga sus necesidades de reproducción socio-cultural. ¿Pero qué sucede cuando se tienen relaciones de infidelidad por años y no se termina con la relación primaria? Que las relaciones eventuales o amasiatos, no han llegado a desplazar a la relación base.
Las relaciones humanas de pareja, son una constante búsqueda de reproducción y construcción diaria de una serie de actividades que al final conllevan y convergen hacia una Identidad colectiva en todos los órdenes de su cotidianeidad.
Juan Gerardo y Bertha, quizás no lo sepan y no terminen de entender por qué engañan a su esposa y esposo respectivamente. Una terapia seria, por un profesional altamente capacitado y sensible en el tema, les podrá dar una serie de alternativas siendo la adecuada aquella que les permita en este caso la reconstrucción y viabilidad de su relación primaria o bien, finalicen la misma bajo un esquema de fortalecimiento de su autoestima tanto individual como hacia su mundo exterior.
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