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Carolina Grajales Valdespino

¿Inventando nuevas parejas, o no las veíamos?



Es más fácil vivir a través de alguien más, que convertirte en una persona completa tú misma.

Betty Friedan (1921-2006) Psicóloga estadounidense

¿Las y los jóvenes están inventando nuevas formas de pareja? Esto llama nuestra atención porque nos damos cuenta de que los vínculos que construimos a veces no funcionan y por más recetas que busquemos no hallamos la solución. De acuerdo con INEGI (2014) se observa un incremento paulatino de divorcios; paralelamente una disminución de matrimonios y el número de parejas que viven en unión libre tiende a aumentar. Esto, que pareciera “nuevo”, no lo es tanto. Anteriormente no se cuantificaba como ahora y no había tantos datos, pero desde tiempos inmemoriales la gente se ha unido en pareja, dejando de lado las instituciones. Si hacemos un poco de historia, en la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, con el cine estadounidense se difundió un estereotipo de la “pareja ideal” con personajes rubios, generalmente de clase media, que después del noviazgo él le proponía matrimonio (pedía su mano) y le entregaba la sortija correspondiente frente a un emocionado grupo de observadores, ella decía que sí y “vivieron felices para siempre”. Esas historias se difundieron prolijamente entre países del mundo, también lo hizo el cine mexicano en su llamada Época de Oro. Pero la realidad ha sido otra. Muchas parejas construyen, desde hace siglos, sus relaciones con formas muy específicas: de acuerdo a sus circunstancias históricas; dependiendo de su ubicación geográfica, país, cultura, clase social, etnia, estado civil, edad, con prole de otra relación… entre otros factores. Estas características determinan que no existe una “pareja ideal” como tampoco hay una “familia ideal”. En este contexto hay parejas y familias diversas. Así encontramos: Parejas que siguen la parafernalia tradicional antes citada: de noviazgo, petición de mano, boda… y otras parejas se casan cuando tienen el cuarto o quinto hijo. En ciertos ámbitos rurales y algunos urbanos, esto es muy común. Un ejemplo de esta situación, en la Ciudad de México a mitad del siglo XX, se encuentra en la obra del antropólogo estadounidense Oscar Lewis: “Los hijos de Sánchez”, una investigación muy importante, por lo argumentada e innovadora. Un trabajo muy polémico y hasta considerado pornográfico porque tocaba hacinamiento, infidelidades, violencia familiar, entre otros hechos. Hacía visible “la falta de valores” predominantes en un momento en que los gobiernos alardeaban el “milagro mexicano”. Lewis estudia a la familia Sánchez como tipo ideal (weberiano), familia de escasos recursos que vive en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en ese entonces Distrito Federal, que representaban a miles de familias muy semejantes, que como migrantes internos provenían de algún lugar de este país y pese a ser muy creyentes católicos tenían sus propios rituales en cuanto al emparejamiento. También están las parejas que deciden vivir en unión libre para conocerse y puede ser que muy pronto deshagan el vínculo, o logren una relación muy fuerte. El psicoanalista Wilhelm Reich (otro muy controvertido) decía que los lazos sin papeles ni instituciones de por medio, podrían ser muy auténticos porque la pareja estaba consciente de que todo podía romperse en cualquier momento; no había dueña o dueño del otro/otra, por no haber ataduras y entonces trataban de cuidar la relación, misma que podía ser tan fuerte que durará años, porque habían acordado estar juntos solo mientras durara el amor. Como decía el poeta José Antonio Ochaíta: “Casado estuve contigo: aros fueron las estrellas y en el libro de la vida quedó por siempre una fecha (…) que olía a cosas eternas”. Parejas que llegan con hijas/hijos. Teniendo en cuenta que somos el país número uno en embarazo adolescente, cada vez es más común que haya mujeres que inician su relación de pareja con prole que muchas no dejan con la mamá, sino que lo integran a la nueva pareja. Tú en tu casa y yo en la mía. Por razones múltiples pueden llegar a esta decisión, hay personas viudas o divorciadas que prefieren ese tipo de relación por convenir a sus intereses. La pareja homosexual que formará una familia homoparental a veces muy incluidas a sus familias de origen. Otras con problemas específicos como la culpa, proveniente de una “homofobia internalizada” (Castañeda, Marina; 2009: 117) que les hace vulnerables por vivir en la clandestinidad o “en el closet” hasta con las familias.

Esos problemas pueden tener serios costos, pues la mentira tiende a complicarse con el paso de los años y convertirse en un obstáculo para participar como pareja con toda la familia, para compartir alegrías y penas, cooperar en las fiestas; traducido en integración e implica aceptación y armonía. Después de revisar algunas formas de cómo se vinculan las personas, vemos que no hay una fórmula única para conformar una pareja, pues cada quien lo hace de acuerdo a sus circunstancias. Me atreveré a proponer algunos lineamientos muy generales al respecto: Se sugiere no comprometerse “hasta que la muerte nos separe” porque se vuelve una loza muy pesada, mejor pensar que no es eterna y si me interesa la cuido. Vale tener presente que la pareja puede ser un espacio constructivo de crecimiento, para dar y recibir ternura y amor; para intimar, comunicar… o bien, un espacio destructivo debido a sentirse dueña/dueño del otro con celos, envidia, rencor odio… en una palabra: desamor. Es necesario recordar que no son complementarios. No hay medias naranjas, sólo naranjas completas y dispuestas a rodar, separadas y juntas cuando decidan. Ser uno, sin nunca dejar de ser DOS. Vale seguir cada quien su proyecto de vida, sin olvidarlo o integrarse al del otro, porque sin proyecto se pierde identidad, ingreso, poder y eso a la larga duele y genera conflictos. Las y los jóvenes, realmente no están inventando parejas, ya estaban ahí, sólo que no hemos desarrollado la suficiente capacidad para mirarlas. Quizá no hay nada nuevo bajo el sol, es sólo nuevo para quien lo hace. Luego de la tragedia de los pasados sismos seguro se construirán otras relaciones de pareja que podremos ver mucho tiempo después. Así que a seguir construyendo tu propia pareja como más te guste.

Referencias:

Friedan, Betty (2009). La mística de la feminidad. Ediciones Cátedra. Universitat de Valencia. Instituto de la Mujer. Madrid. España.

Ochaíta, José Antonio. “Romance del acabose”.

www.desdemitrinchera.com/2012/04/24/romance-del-acabose/

Castañeda, Marina (2009). La experiencia homosexual. Para comprender la homosexualidad desde dentro y desde fuera. Ediciones Paidós. México.

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