“Mamá: te queremos sana, feliz, informada, responsable, bonita, y en tu día, deseamos que sepas… tus derechos.” FEIM (*)
Un mandato que parecemos seguir a pie juntillas las mujeres es una especie de silogismo: “gusto, luego existo” como si la premisa básica fuera gustar a como dé lugar. Es cuestión de observar algo tan cotidiano como lo es la vestimenta: mientras los varones usan ropa y calzado, por lo general, muy cómodo, la mayoría de mujeres aceptamos de forma acrítica lo que nos impongan los vaivenes de la moda y muy lejos queda nuestra comodidad. Un ejemplo de ello son los zapatos de tacón muy altos, que dicen “afina la figura y las hace ver más delgadas”. Esto sólo por citar lo más visible, pero hay aspectos como la depilación y algunos tratamientos de belleza verdaderamente tortuosos que aceptamos las mujeres porque están en boga, es la forma de cumplir con los cánones de belleza dictados, casi siempre, por modistos y diseñadores varones, que seguramente jamás han usado alguno de los aditamentos que tanto recomiendan.
En el fondo de esta situación subyace una gran necesidad de complacer, de gustar y “quedar bien”, sin importar los efectos secundarios de ciertas prácticas. La moda es muy estricta con las mujeres, recuerdo cómo reprocharon a una famosa actriz de Hollywood su atrevimiento de llevar un vestido sin mangas sin haberse rasurado las axilas. Quienes la criticaban la llamaban sucia, descuidada y sobre todo señalaban la falta de respeto cometida a quienes la admiraban… y el reclamo era en serio. Ese tipo de exigencias jamás se la harían a un hombre, de nuevo se hace visible el doble parámetro para medir desempeños de mujeres y varones. Este contexto hace pensar que la sociedad ha tenido una influencia negativa en la construcción de la autoestima de las mujeres.
¿Qué es la autoestima? la capacidad que tienen las personas de valorarse, respetarse, protegerse, además de reconocer derechos y ejercerlos. Alguien que se sabe valiosa es capaz de reconocer sus cualidades y capacidades; al tiempo que reconoce defectos y limitaciones. En cambio, si se percibe no valiosa, probablemente tenderá a no cuidar su persona ni ejercer derechos y puede predominar la posición de víctima frente a la vida.
La autoestima se construye desde el nacimiento con la influencia determinante de las instituciones socializadoras como: las familias, escuela, iglesia, leyes y medios de comunicación que marcan normas y roles. Por otra parte, hay dos grandes vertientes de la autoestima, de acuerdo con Marcela Lagarde (2001), una muy difundida es la visión tradicional y patriarcal, utilizada sobre todo en las ventas, equipos de trabajo y tecnologías educativas, donde se plantean técnicas, ejercicios y ciertos libros de autoayuda, que mediante estímulos y consejos, proponen que la persona, de forma individual, decida cambiar la percepción de sí misma/mismo de forma voluntaria, haciendo abstracción de las causas específicas que la afectan; como si la auto-valoración fuera una construcción de carácter universal y por tanto, igual para todas las personas.
La otra vertiente, más actual según la misma autora, parte de reconocer la importancia de considerar: clase social, etnia, género e historia personal. Aclarando que tampoco es igual para mujeres y hombres. La autoestima tradicional de las mujeres es dependiente de la estima de otros, por ello, la tendencia a permitir que el juicio externo determine la valoración propia. Hay quien dice que su auto-concepto “sube y baja” dependiendo de las opiniones emitidas por otros, si alguien comenta que subiste de peso, baja tu autoestima y si te dicen que te vez preciosa sube la misma.
A lo largo de la historia y como parte de la construcción del conocimiento científico, se han emitido juicios sobre las mujeres que no contribuyen de forma positiva con su estima o valoración, desde definirlas como histéricas o “la afirmación de que en las sociedades cazadoras recolectoras hay una distinción irreductible entre los hombres como cazadores y las mujeres como recolectoras; la teoría moral de la diferenciación en la toma de decisiones entre unas y otros, o la asociación del óvulo con la parte pasiva y los espermatozoides con los elementos activos en la fecundación.” (Castañeda, Patricia; 2008: 47)
Esta situación se ha hecho presente a través del tiempo y de alguna forma ha influido en la valoración femenina, aunado a que los juguetes (muñecas, estufitas, hornitos…) sirven para el entrenamiento de lo que en el futuro serán la maternidad y el trabajo doméstico, lo cual se traduce en una posición de servir y complacer. Esos roles implican una jornada interminable, sin límite de tiempo, sin salario, ni prestaciones y el reconocimiento social es mínimo, salvo un día al año: el 10 de mayo; pero se festeja por el papel de madre no por ser humana, inteligente, sensible o simplemente por ser. No. Se conmemora por una función social más que por ella misma.
Para mejorar la autoestima es importante:
Aceptar que a la única persona que puedes cambiar es a ti. Reconocer tus sentimientos, necesidades, capacidades y limitaciones. Aceptarte como persona valiosa y única. Escuchar tu cuerpo: darte tiempo, interés y cuidado como la persona más importante para ti. Tener la certeza de contar con el apoyo de alguien cuando le necesites, sin por ello depender de esa persona. Ser solidaria con otras y otros. Conducirte con autonomía, lo cual ayuda ganar confianza en tus propias habilidades y capacidades. Confiar en que eres capaz de alcanzar logros en las distintas actividades que llevas a cabo en los espacios donde te desenvuelves y en las relaciones sociales. Amarte porque lo mereces. Lo que se traduce en disfrutar tus actividades, cuidar tu salud, tu mente y planear tu tiempo, dinero y tu futuro responsablemente.
De seguro esto construirá una condición que permita superar la necesidad de gustar para existir y por qué no, pensar en gustarte primero tú antes de gustar a otras/otros, lo cual consolidaría tu autoestima y como lo que te gusta lo cuidas, empezarías por ti misma.
Referencias:
(*) Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM). Diseño original S/F. Buenos Aires, Argentina.
Castañeda, Patricia (2008). Metodología de la investigación. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH). UNAM. México.
Lagarde, Marcela (2001). Claves feministas para la autoestima de las mujeres. Cuadernos Inacabados. No. 39. España.
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