Abordar el tema de la separación cuando los hijos son menores de edad, es algo que no debiera tratarse a la ligera, especialmente cuando al salir uno de los cónyuges del seno familiar se evidencia la ausencia no solo emocional sino física.
Hay varias circunstancias que requieren considerarse previo a sostener esta conversación, ya que la ruptura principal ocurre en la pareja, no así con los hijos.
Lo fundamental es que en todo momento prevalezca el sentido de unión, aún en la separación. Lo que, desde luego conlleva una gran responsabilidad de las partes involucradas en sobrellevar las posibles dificultades con madurez y responsabilidad.
Cada progenitor en principio sigue conservando todos sus derechos, y asimismo adquiere nuevas obligaciones, como el proporcionar una pensión alimenticia, o atenerse a los horarios establecidos para visitar a sus hijos.
El proceso de ajuste a esta realidad es difícil, y requiere haber mucha comunicación y empatía de los padres hacia sus hijos para asegurarse de que cada uno lo asimile a su manera. Es recomendable en este punto solicitar apoyo profesional de un abogado, y también de un terapeuta, psicólogo o en general alguien que brinde contención emocional a cada miembro de la familia.
En realidad, no existe forma sutil de anunciar el rompimiento de un matrimonio, ya que con este también llega a término la estructura familiar como había venido existiendo. En otras palabras, la familia pasará a adoptar un esquema distinto, que comprende la creación de por lo menos dos núcleos (el del padre y el de la madre) cada uno con diferentes reglas y principios.
Aquí quizás sería conveniente aludir a que el amor hacia los hijos subsiste independientemente de la frecuencia con que se verán, o de los hechos que originaron el deseo de no querer seguir compartiendo una vida en común.
Por otro lado, está la cuestión de la guarda y custodia, y el derecho de visitas que le corresponde al progenitor sobre el que no recae la primera.
Quien ejerce la convivencia puede tener, dependiendo de lo que haya sido acordado entre las partes, total libertad, o ciertas limitaciones que en mayor medida atienden a la circunstancia de cada caso.
De donde el tiempo efectivo que los menores pasen con el progenitor o progenitora en cuestión, tendrá mucho que ver con la calidad de su relación y con los términos pactados en el convenio de divorcio.
Esto es algo que se le puede transmitir a los menores diciéndoles por ejemplo “Verás a tu padre los fines de semana de cada quince días, y entre semana te recogerá del colegio los días martes y jueves y te regresará a casa después de las siete.”
El objetivo es que ellos estén claros de que tienen oportunidad para pasar tiempo con su padre o madre, los modos en que esto se llevará a cabo y con qué tanta frecuencia ocurrirá el contacto.
Es vital que se eviten hacer acusaciones que puedan alterar el concepto o imagen de la figura paterna o materna, o en reclamos por el incumplimiento en las obligaciones. La manera más óptima de relacionarse entre ex cónyuges es con absoluto respeto y cordialidad.
Concluyendo, no existe una forma ideal para comunicar las cosas. No es una fórmula. Si bien un parámetro para saber que la plática ha hecho una diferencia en tus hijos, es mediante los resultados obtenidos.
Si impera la paz y la armonía, eso quiere decir que has comunicado efectivamente las cosas.
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