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Carolina Grajales Valdespino

¿Existió la familia ideal?


Tratar de convencer a otra persona es indecoroso, es atentar contra su libertad de pensar o de creer o de hacer lo que le dé la gana.”

Poeta Jaime Sabines.

¿Recuerdas cuando, en tu infancia, fuiste de visita a una casa y por algún motivo descubriste que el funcionamiento familiar era diferente al que conocías?

Quizá, hasta ese momento, veías a todas las familias iguales: mismos integrantes, misma convivencia, mismas relaciones y mismas reglas. En este marco algunas parejas, sobre todo de reciente creación, se preguntan: ¿cómo debiera ser su familia? ¿Tomar lo mejor de la cual proviene cada integrante o de plano transformarla y construir una totalmente nueva?

En el mundo, a finales de los años sesenta, dio inicio una serie de cambios demográficos, sociales, económicos y culturales que transformaron en gran medida el orden social e incidió en la estructura familiar, entre otros factores por: la entrada masiva de las mujeres a la educación superior y al mercado de trabajo; mayor aceptación del divorcio; el uso de métodos anticonceptivos… para más tarde arribar al reconocimiento y tolerancia social de familias diferentes.

Como concepto general, nuestra sociedad capitalista y occidental remite a una organización social y espacio físico compartido entre personas ligadas por lazos consanguíneos y afectivos, donde se busca el crecimiento, desarrollo, seguridad y salud emocional de las personas que la integran.

Las familias se van transformando de acuerdo al momento histórico y cultural donde se desenvuelven, por ello es que existen diversos tipos: Nucleares: madre, padre, hijas e hijos; Extensas: incluyen a los anteriores agregando a parientes de primero y segundo grado; Unipersonales: persona que vive sola y se asume como familia; Familia compuesta o de segundas nupcias: cuando la prole puede ser conformada por “los tuyos, los míos y los nuestros”; Monoparentales: madre o padre sin cónyuge, con su descendencia, sea por divorcio, viudez, procreación sin pareja o separación, y las de más reciente reconocimiento legal y social (a partir de marzo del 2010, al menos en el Distrito Federal y ahora en Coahuila) la Homoparental: madres o padres de un mismo sexo, quienes no podían contraer matrimonio, con la consecuente discriminación implícita que esta situación conllevaba.

La aceptación del matrimonio homosexual ha generado, a escala mundial, una polémica en las sociedades. Se provocó la confrontación de grupos con ideologías encontradas –religiones, sistemas jurídicos, valores y costumbres- exacerbada ante la presencia de grupos intolerantes, radicales que no aceptan a quienes son, piensan o actúan de forma distinta.

Cuando la Asamblea Legislativa en el Distrito Federal modificó los artículos 146 y 391 del Código Civil, permitiendo el matrimonio homosexual y la adopción, se presentó una gran discusión a nivel nacional concluyendo con la presentación de un recurso de controversia constitucional, donde se asentaba que con tal expansión de derechos se afectaba la “organización y desarrollo de la familia concebida como modelo ideal, por el Constituyente Permanente, a la conformada por padre, madre e hijos. (…) la familia como realidad exigida por la misma naturaleza del hombre…” (2010: 12-16)

Con sólo observar el entorno cercano podemos dar cuenta que tal familia ideal no constituye la aspiración ni la posibilidad de todas las personas.

Además, no se está analizando a una institución “natural”, se trata de una construcción social. La contraparte apeló a la libertad de contraer matrimonio y fundar una familia, no con quien se deba sino con quien se ame.

Nuestro país ha signado diversos tratados internacionales donde se promueven los derechos humanos y las libertades fundamentales de todas las personas, a partir del principio de laicidad del Estado mexicano; constitución de un criterio base para regular la vida social en la diversidad, para dar cabida a todas las concepciones de tipo político, religioso y de orientación sexual. La laicidad implica el rechazo a los fundamentalismos y el reconocimiento de que no valen las verdades únicas, aceptar que las ideas personales tienen un valor relativo y cuentan con la misma dignidad que las convicciones de quienes piensan de otra manera.

Las familias, su funcionamiento, origen, tipología y significado son temas que han sido ampliamente deliberados. Han corrido ríos de tinta sin llegar a un consenso y reconocer nuevas formas de construcción. No se están inventando familias, han existido siempre y sólo empiezan a hacerse visibles y a ejercer derechos como pensiones de viudez, herencia, tributación conjunta, por citar algunos. Recordemos que, por lo general, las personas homosexuales provienen de familias heterosexuales.

¿Ha existido alguna vez un modelo único de familia para todas las personas? ¿Constituye, la familia Nuclear Heterosexual, el modelo ideal de familia? ¿Garantiza estabilidad y salud emocional al conjunto? ¿Los matrimonios heterosexuales están exentos de violencias de todo tipo sobre sus integrantes? No existen estudios empíricos donde se compruebe la existencia de una familia ideal, aunque si hay evidencias sustantivas demostrando que algo no funciona, basta observar los índices de maltrato infantil, el ejército de niñas y niños en situación de calle en el mundo, expulsados de familias, las relaciones incestuosas, la violencia familiar y otros asuntos… indican que algo está fallando.

Se deben plantear nuevos retos y el ejercicio de la creatividad en nuestro micro espacio. Antes de querer cambiar a quien es diferente, te has preguntado: ¿De veras es mi hogar un dulce hogar? O ¿Cómo es realmente mi familia?

*Referencias:

Espinosa Islas, Sara. Madres lesbianas. Una mirada a las maternidades y familias lésbicas en México. Egales editorial. Barcelona, España. 2007.

PGR. Acción de inconstitucionalidad 2/2010. Normas generales impugnadas: Artículos 146 y 391 del Código Civil del Distrito Federal. 2010

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