Entrar en el tema del amor cibernético nos obliga a reflexionar sobre los cambios y los estilos de comunicación que ha sufrido la humanidad en los tiempos de la posmodernidad, así como en las diferentes formas que el siglo XXI avala para conseguir pareja y mantenerla.
Si antes las cartas escritas en papel, con tinta especial a veces perfumada a veces sólo de una pluma común, eran el camino de los suspiros y los tiempos de los encuentros amorosos se iban armando con el paso del correo, de los mensajeros o de acuerdos pre programados. Hoy en día esperar para organizar un encuentro no es lo que las parejas saben hacer, tenemos las alternativas de lo inmediato, de lo supuesto y de lo imaginario.
La comunicación actual tiene todas las alternativas del pasado, más todas las que los teléfonos, los celulares, las computadoras y los servicios online pueden ofrecernos, además también es posible encontrar una nueva pareja a través de estos servidores que permiten contactar a una persona que esté del otro lado del cable, y la verdad es que pocas veces sabemos quién es en realidad. A veces encontramos pareja porque se le busca, sin embargo, un enamoramiento podría aparecer como continuidad de otro tipo de encuentro.
Una de las características del enamoramiento es que el elegido o la elegida cumplan con ciertas situaciones especiales que nos permitan idealizarlo para poder amarlo sin límites, esto es lo que da pie a aquellas ilusiones de lograr una perfecta pareja ideal -que cabe decir es una situación imposible- para sentirse bien acompañado, bien amado, bien erotizado. Pues bien, encontrar pareja cibernéticamente permite llegar a completar esos espacios de las ilusiones con eso que imaginamos es la otra persona.
Cuando se inicia una relación por medio de los espacios cibernéticos que son ciegos, es muy fácil que las personas involucradas se enamoren rápidamente de esa fantasía, no de la persona realmente, pues no se le conoce en verdad. Uno se enamora de lo que cada quien organiza en su mundo interno según lo que va leyendo o escuchando de su ordenador. Este es uno de los grandes riesgos, aunado a que la relación con la computadora puede generar un estilo de adicción, donde después de los primeros encuentros lo que se desea es estar todo el tiempo en contacto con el otro imaginado. ¿Y qué sucede si esto le pasa a una persona que ya está comprometida? ¿Existe la posibilidad de ser infiel a través de una relación establecida y armada por la computadora?
Hace algunos meses vino una pareja a consultarme, él tenía gusto por ver escenas pornográficas en su computadora y lo hacía a escondidas porque si su esposa se enteraba lo acusaba de infiel y lo castigaba con muchas noches sin ningún acercamiento sexual, ya que ella sentía que si ya había encontrado a otra, aunque fuera en una foto, pues seguramente no iba a estar interesado más en ella, incluso habló de divorcio si él continuaba en estas situaciones. Ella de forma clara definió esto como infidelidad.
A mí me parece que esta definición es un asunto muy delicado y me es imposible sentenciar si estar en contacto con material pornográfico, o tener una relación cibernética es hablar de infidelidad. Me queda claro que es incluir a un tercero en el pacto hecho por dos personas y que esto altera lo inicialmente esperado sin embargo la definición de infidelidad incluye el contacto íntimo y erótico entre dos personas cuando uno o ambos están comprometidos con otras personas.
Es un asunto novedoso que sorprende a la teoría y que nos invita a una reflexión clínica de cada situación de forma individual, ¿tú qué opinas?
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