Me parece que será necesario retomar un tema sobre el cual ya he escrito antes. ¿Se puede perdonar? En un artículo anterior, les comenté que el perdón era un supuesto asumido en las relaciones basadas en el amor. Es decir, que si se ama se puede perdonar, más no olvidar, lo cual es tema de otro artículo.
Si la relación está basada en algo más que el amor. Por ejemplo: en el interés, en el sexo, en la conveniencia social o profesional, es posible llegar a odiar después de una desilusión.
Si se ama, no se puede odiar.
Una vez dicho esto, es tan difícil perdonar porque el ser humano es tristemente predecible. En otras palabras, alguien que ha sido infiel, ha lastimado física o emocionalmente a su pareja, muy probablemente (99.00 % de las veces) lo volverá a hacer, porque es la repetición del síntoma neurótico.
No es necesario saber perdonar, es necesario saber amar al otro partiendo del amor. No de las cualidades físicas, económicas o psicológicas de nuestra pareja.
Lo importante en estas situaciones no es lo que nos han hecho, sino, como reaccionamos nosotros ante los embates que nos presenta la vida.
La resiliencia, cualidad humana, es la base principal para poder perdonar. El rehacerse desde las cenizas de la batalla y ser capaz de recomenzar sin rencor, sin resentimiento, sin odio, sin sentimientos ambiguos que interfieran en el futuro de la relación.
En fin, el ser humano es tan complejo por el hecho de ser un ser racional y emotivo. Es decir, la razón debe permear el sentimiento y la emoción. Si estamos conscientes de esta cualidad innata, seremos capaces de ponderar, evaluar y solventar las vicisitudes de la vida diaria, sobretodo la sentimental logrando perdonar.
¡Vamos a ser resilientes, si se puede!
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