Si bien el fin primordial del matrimonio es el de la reproducción de la especie y asegurar formas congruentes y viables de heredar los bienes tangibles y de los valores culturales también intangibles por medio de la herencia de una generación a otra; esta época nos permite apreciar nuevas formas del matrimonio desde los lésbico-gay, hasta aquellos heterosexuales que han decidido no tener hijos o no adoptarlos en un momento dado.
En este caso hablaremos, de los matrimonios heterosexuales que han decidido no tener hijos y también aquellos que no han podido concebirlos y del cómo este hecho repercute en sus vidas de pareja y sus diversos entornos sociales. En el caso de los matrimonios lesbico-gays, se da por asentado que las forma de tener hijos es mediante la adopción y este “hecho social”, aún está muy en ciernes en nuestro país, como para poder determinar cuantitativamente y cualitativamente su impacto social; por lo que por el momento y como se comenta procederemos a dar nuestro punto de vista sobre los efectos sociales que deben de enfrentar las parejas que no han podido o bien no han querido tener hijos.
En México, el hecho de no tener hijos, le representaba a la pareja una carga social muy difícil de enfrentar ya que los padres y familia más cercana no tardaban en preguntar casi casi el mismo día que la pareja regresaba de su luna de miel y ya pensaban “encargar” … Esta forma de presionar a los recién casados era bajo el argumento de que, al encargar y empezar el desfile interminable de bebes, la familia sería estable y gozaría de un prestigio social indiscutible. También en esos años, nos referimos a los 50´s, 60´s 70´s; en los que la movilidad social era muy elevada y un profesionista por el sólo hecho de serlo aspiraba a buenos niveles de vida en la creciente clase “media mexicana”.
En las décadas subsecuentes y ante el aumento de divorcios, de la industria de la maquila en gran parte de la parte norte y el Bajío, aumentó considerablemente el número de madres solteras y de hijos de divorciados en un número que no se había visto nunca en la historia de México. Esto lógicamente empezó a impactar en la forma de relacionarse de las parejas, aumentando también las relaciones en “unión libre”, como una opción viable a la época. Así las relaciones de la sociedad otrora muy conservadora, se iban modificando para dar lugar a una mayor aceptación de los fenómenos sociales que se presentaban en los entornos familiares y de pareja.
Un caso paradigmático y que causó un gran impacto en la sociedad mexicana, lo fue el hecho de que un aspirante presidencial, no hubiese podido concebir familia y hubiera adoptado a sus hijos. Este fue el caso de Vicente Fox y esta acción inclusive le valió un gran número de adeptos y por tanto de votos a su favor en el año 2000.
Afortunadamente empieza a existir una real comprensión social, de la sociedad del país hacia aquellas parejas que no pueden concebir y que por alguna razón o buscan adoptarlos o bien deciden vivir su matrimonio sin hijos. Sigue existiendo ese “cuestionamiento social”; pero ya la dinámica es otra y afortunadamente, aunque de manera lenta y gradual, hay un mayor respeto a las decisiones que cada pareja tome en torno a este delicado tema.
La estabilidad de la pareja en el matrimonio ya no está sustentada al hecho de tener hijos ya sean naturales o bien adoptados, y la pareja puede tener una vida llena de proyectos y metas, así como de gozar de un desarrollo pleno; todo dependerá y mucho, del nivel de información y de aceptación de la misma pareja hacia esta situación.
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