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Manuel Hernández

El perdón: un desafío interior.


Todas las personas tenemos mecanismos de defensa a nivel emocional cuya función es justamente protegernos de aquellas situaciones que nos hacen sentir vulnerables, amenazados o bien, que nos generan un nivel de angustia representativo.

La forma de actuar de estos mecanismos está a la vista en cada acción, en cada respuesta que damos frente a diversas situaciones empero, tienen un fondo inconsciente, es decir, normalmente cuando nos sentimos amenazados reaccionamos principalmente con enojo ya que ésta emoción encubre perfectamente a otras emociones como el miedo, la vergüenza, la culpa, la inseguridad y principalmente una baja autoestima.

Freud decía que nada sucede por casualidad, todo es causalidad. Esto quiere decir que no es fortuito que estés leyendo éste artículo, probablemente estés buscando encontrar palabras de aliento que te ayuden a encontrar claridad en tu mente respecto a la decisión de perdonar o no a esa persona que amas con todo tu corazón pero que por alguna razón te traicionó, te decepcionó y te lastimo al romper un pacto de exclusividad que había entre ustedes respecto a su relación.

Hay conceptos e ideas que son “muy fáciles de escribir” pero lograr transmitir la profundidad que tiene cada palabra, eso, ¡es lo difícil! Y perdonar me parece que es uno de los retos más grandes a los que nos enfrentamos los seres humanos, ¿Por qué? Porque cuando nos sentimos heridos en nuestro lado más profundo y sensible de nuestro ser sentimos que si no reaccionamos con ira, con enojo, con orgullo y en algunos casos con soberbia, la persona en cuestión nos podrá destruir emocionalmente. Es como si una parte de nosotros (el ego) nos dijera: esa persona te lastimo y por eso merece tu odio, tu indiferencia y cualquier castigo, no seas tonta, si lo perdonas seguramente lo va a volver a hacer y le estarás demostrando que eres débil, además, sería como demostrarle que no tenías razón.

Creencias irracionales como éstas son las que nos hacen tomar decisiones de las que muchas veces nos arrepentimos porque terminamos actuando desde lo que nos dicta nuestro lado obscuro y dejamos de lado emociones tan valiosas y profundas como el amor. Pero más importante aún es comprender que perdonar nos libera, nos da paz, ¿tranquilidad y nos da la oportunidad de volver a ser felices y sabes por qué? Porque de no hacerlo nos quedaríamos anclados al pasado y llenos de emociones negativas que sólo nos vuelven más vulnerables y frágiles contrario a lo que creemos que podría pasar si mantenemos esa máscara de “no pasa nada” a través del orgullo, la ira y la soberbia.

Perdonar no quiere decir que vas a continuar con tu pareja, tampoco significa que estés de acuerdo con lo ocurrido y mucho menos significa eres tonta e ingenua. Perdonar es dejar atrás los sentimientos negativos y de dolor que nos deja una experiencia en donde nos traicionaron o nos hicieron daño, perdonar, implica asumir la parte de responsabilidad que tengo ante una situación, así, en lugar de buscar culpables y proyectar esa parte de responsabilidad en el otro, asumo lo que me toca para aprender de ello y me deslindo de lo que no es mío. Lo precedente es uno de los conceptos más difíciles de entender, de digerir y de aceptar, pero si lo logras estarás evitando quedarte en una relación en la que sigas echando en cara un evento que ya quedo atrás o bien que le cobres factura al que sigue sin deberla.

No perdonar es tener de fondo la idea de que lo ocurrido se puede cambiar y eso no da sentido de realidad, lo que pasó nada ni nadie lo podrá cambiar, ¡lo que puedes cambiar es lo que puedes hacer hoy! Recuerda que nadie es perfecto y que todos podemos llegar a ser hirientes, crueles y lastimar a otros con nuestras acciones.

Cuando te des cuenta que lo que haces a otro, te lo haces a ti misma, habrás entendido la gran verdad. Lao Tsé.



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