Los avances creados por la ciencia y la investigación en el campo médico, han modificado la creencia de “parirás con dolor”. Desde el inicio de la humanidad y hasta principios del siglo XX (de 1930 a 1950), la mujer paría en el lugar donde le llegaba la hora, y las más de las veces esto sucedía en su domicilio.
La atención de los trabajos de parto la efectuaban las parteras o comadronas, las cuales tenían conocimientos más prácticos y empíricos de la situación, en base a su experiencia, sin tener la capacidad para resolver las complicaciones que se presentaban con frecuencia. Las medidas de higiene, asepsia y antisepsia (limpieza o la falta de ésta) eran casi nulas, la mujer se encontraba consciente y sin ningún tipo de substancias o productos anestésicos eficaces, sino por el contrario, a veces éstas proporcionaban substancias provenientes de hierbas, que muchas veces provocaban más daño que beneficio en el trabajo de parto.
A causa de estas carencias cualquier trabajo de parto prolongado causaba problemas de morbilidad (enfermedad) tanto en el producto como en la madre, por ejemplo, lesiones cerebrales diversas en el niño por disminución de concentración de oxígeno en su sistema nervioso central, y en la madre lo más frecuente era la fiebre puerperal que llegaba a provocar esterilidad secundaria y hasta alguna muerte. Al mismo tiempo, se practicaba el planchado del piso vaginal (perineo) manualmente, en el período de expulsión, lo cual hacía que se perdiera el tono muscular provocando prolapsos (salida) de la vejiga, recto y hasta de la matriz o útero a través de la entrada de la vagina.
Desde 1930 más o menos, se empieza la atención obstétrica en pocos hospitales con lo cual baja el índice de infección y complicación en el parto por contar con mejores condiciones de limpieza y con un instrumental adecuado. Por el año 1940 se empieza a usar la sulfa y posteriormente la penicilina con lo cual se logran avances importantes en complicaciones infecciosas. Al mismo tiempo la aparición de sustancias anestésicas volátiles, como el éter, cloroformo y trilene que al respirarse por evaporación disminuían el dolor en la madre provocaban alteración en las funciones cardio-respiratorias tanto en ella como en su hijo. En el año de 1950 gracias a las investigaciones médicas, se inicia el uso de combinaciones de diversas sustancias para “parir sin dolor” con menores riesgos que los anteriores. A esta combinación se le llamó “coctel obstétrico”, y se componía de una sustancia para el dolor, otra para no recordar (amnésico) y una llamada gangliopléjico que reforzaba y aumentaba el efecto de las anteriores. Al no estar anestesiada la paciente, pero sí dormida, no participaba ni ayudaba durante el trabajo de parto. A pesar de las ventajas del coctel, existía el problema de que el niño naciera deprimido y con menor calificación Apgar.
Desde 1960, el parto es considerado como un acto quirúrgico y se realiza en clínicas y hospitales en el mayor porcentaje. Hoy es sin dolor gracias al bloqueo epidural efectuado por un anestesiólogo y consiste en una anestesia regional de la zona lumbar hacia abajo, es decir, del ombligo hacia los miembros inferiores (piernas) que quita el dolor sin perderse la sensibilidad. La paciente al estar despierta puede ayudar en el trabajo de parto, teniendo la seguridad de quién la atiende, de qué trato reciben ella y su bebé y disfrutando del nacimiento, pudiendo estar acompañada por el padre de su hijo. Al mismo tiempo la asepsia y la antisepsia, así como los medicamentos usados durante y después del parto, disminuyen las complicaciones en forma importantísima tanto para la madre como para el producto sin afectar funciones cardio-respiratorias en ninguno de los dos. También se usa la Ocitocina en forma científica que es una sustancia producida naturalmente por la hipófisis de la madre que regula y refuerza las contracciones en el trabajo de parto y que ayuda a ser más breve el trabajo de parto.
Es más, se puede registrar la actividad de las contracciones de la matriz a través de un monitor al igual que los latidos del corazón del bebé y así llevar un registro y control de complicaciones si las hubiera para solucionarlas. Actualmente se efectúa la episiotomía en la mujer, que es el corte del piso perineal y un tramo de vagina para prevenir desgarros y la pérdida de tono muscular. Reconstruyendo este piso se resuelve el problema de incontinencia urinario y de los prolapsos mencionados anteriormente.
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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