¿Qué genero con mi género?
El pasado jueves 8 de marzo le pregunté a mi hija si en la escuela le hablaron sobre el día de la mujer. Me dijo que sí, pregunté qué había entendido y me dijo que era mi día, pero no supo por qué. La llevé al sillón, la senté en mis piernas y le dije que le iba a contar una historia. Emocionada y expectante me miró dispuesta a escucharme.
Le conté la historia de Kathrine Switzer, la primera mujer en correr el maratón de Boston, y vimos un video. Se sorprendió de ver cómo jalaban a Kathrine y cómo, pese a eso, ella siguió corriendo. Le dije que gracias a ella hoy yo podía correr libre por las calles, inscribirme a carreras y correr maratones. Le expliqué que, así como Kathrine han existido otras mujeres que hicieron cosas y rompieron reglas que las imposibilitaban y no las dejaban crecer y ser libres, para que hoy yo, ella y muchas otras niñas y mujeres puedan hacer cosas que antes no podían hacer. A mi hija le causó intriga saber qué otras cosas y le dije que leer, ir a la escuela, trabajar, usar pantalón… Fue impactante para ella que cosas tan simples como esas no fueran algo que antes no se podían hacer. Entonces ella entendió. Me empezó a decir que por eso no hay colores, ropa o juguetes para niño o niña, que ella puede ser tan rápida y fuerte como un niño y que nadie puede decirle que no puede hacer algo sólo porque es niña. Algo significativo conmovió a mi hija, me abrazó y me dijo que era un buen día para recordar a Kathrine y me pido que le contara más historias como la de ella. Al día de hoy mi hija no teme hacer cosas por sentirse menos, por dudar de sus capacidades, por dudar de elegir lo que le gusta, por ser niña. Como mamá, mi función es darle a mi hija las oportunidades necesarias para que desarrolle sus habilidades, respetar sus gustos, brindarle la fortaleza para que confíe en ella y enseñarle que su género no es un condicionante.
En terapia, he visto mujeres que llegan con ideas que las limitan sobre lo que tienen o pueden que hacer o no hacer, sobre sus funciones o papel en su relación de pareja, sobre su espacio en su entorno inmediato, sobre el valor que tienen como personas. Como psicóloga, he trabajado con estas cargas emocionales para convertirlas en aprendizajes significativos que enriquezcan el valor de estas mujeres como personas.
Como mujer he conocido mujeres, amigas, amigas de amigas que su género es un factor que determina su vida y su forma de desarrollarse en la sociedad. Yo, incluso, crecí en un ambiente con educación tradicional donde el color rosa, las muñecas y los quehaceres del hogar son de niña y vestirse de vestido es fundamental y el matrimonio y tener hijos son los éxitos más importantes en la vida. En algún momento de la vida, como le pasa a muchas mujeres, también fueron creencias que guiaron mi vida. La sociedad marca muchos parámetros de comportamiento de las personas y la sociedad, al día de hoy, ha cambiado y cada vez se escuchan más ejemplos y testimonios que hacen cambios. Y así fue como estos cambios en algún momento me hicieron cuestionar lo que creía y lo que hacía. Hoy me gusta el azul, siempre he preferido los pantalones sobre los vestidos y aunque tener una hija sí ha sido uno de mis más grandes logros igual lo ha sido terminar y ejercer mi carrera.
Hoy entiendo que tengo derechos y oportunidades gracias a que antes de mí alguien más los buscó, los pidió o los generó; eso no significa que entonces si encuentro algo que me limite por mi género me espere a que eso cambie por sí solo. Hoy, desde los diversos roles que ejerzo, entiendo que el papel de la mujer en la sociedad actual es encontrar o generar su lugar, su espacio, sus oportunidades, su libertad y su valor cuando todo esto no se presente de manera natural y por simple presencia como individuo. Crear todo esto desde una postura de respeto buscando el respeto, independiente del género y hasta que sea innecesario hacerlo desde una postura de aparente desigualdad.
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