Hace algunos años, entre bromas burlonas y reclamos “masculinos”, un grupo de varones amigos discutían acaloradamente porque uno de ellos se estaba alejando mucho del grupo y de sus estilos de comunicación.
El reclamo partía del hecho de que Sergio, hombre sensible y a veces tolerante en extremo, era un “chillón”. Su grupo de amigos lo criticaban porque evitaba las actividades del grupo; mismas que incluían golpearse, burlarse de los sentimientos de hombres o mujeres, infringir la ley siempre que se pudiera y buscar situaciones “emocionantes”, mismas que incrementaban su nivel de emoción por lo peligrosas que resultaban.
Sergio no comprendía la música estridente del Heavy Metal como lo hacían sus amigos y por ello entre otras cosas, era blanco de bromas extremas y tildado de “marica”; por disfrutar de actividades artísticas o culturales; mismas que resultaban aburridas y afeminadas para sus amigos.
Un día, cansado de esta situación y buscando empatía en sus amigos, se decidió a escribir lo siguiente:
Queridos amigos, yo creo que una de las diferencias más importantes que tenemos es que en nuestra forma de ser, yo soy muy sensible y transparente, pero no "chillón", cuando me interpretan así me están devaluando y maltratando. No confundan ni devalúen la sinceridad y el abrirme ante ustedes tal como soy, si logran seguir mi orden de ideas, les quisiera compartir lo que el poeta Octavio Paz a este respecto decía:
"El Mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: Máscara el rostro y máscara la sonrisa." El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos también de sí mismo.
El ideal de "hombría" consiste en no "rajarse" nunca. Los que se "abren" son cobardes. Para el mexicano, contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición.
El mexicano puede doblarse, humillarse, "agacharse", pero no rajarse, esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad. El "rajado" es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en su sexo, en su "rajada", herida que jamás cicatriza”. ¿Profundo no? Según este autor, en el mexicano toda abertura de su ser entraña una dimisión de la hombría.
Amigos, yo soy mucho más empático que ustedes y eso es porque ante sus debilidades puedo ponerme en sus zapatos y no juzgarlos crudamente, para mí eso es la amistad entre hombres.
Agarrarme a golpes y ofensas no es amistad para mí y menos me parece cosa de hombres. Para mí cosa de hombres es el respeto, el cariño, la solidaridad. Para mí hombre es eso...alguien humano, consciente de que somos iguales en derechos y valores, tal vez con diferente tipo de valores, pero iguales como personas.... Aunque no hagan lo mismo que yo, ni les guste lo que, a mí, ni sientan como yo. Ser hombre es mostrar tus sentimientos, franca y abiertamente sin temor al ridículo, o a sentirte maricón por hacerlo.
Son poco observadores y menosprecian frecuentemente los sentimientos de los demás... aunque no lo entiendan, me es difícil defenderme como lo acostumbran ustedes.... (amigos... no han entendido, me han interpretado mal, durante todo este tiempo me he abierto ante ustedes) y eso no me hace menos.
Yo los invito a reflexionar sobre la actitud que tomamos ante las diferencias, los defectos o las derrotas propias o de los demás. Los quiero mucho, así, tal y como son, nunca les había dicho cosas como las que ahora escribo porque no lo creí necesario, y aunque me fijo en los defectos que tienen, valen más los detalles y muestras de cariño y amistad que han tenido para mí.
Sinceramente, su amigo Sergio
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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