La afectividad es fundamental en el ser humano. Todas las personas, mujeres y hombres necesitan comunicarse afectivamente, vincularse con alguien. En el vínculo amoroso se entremezclan muchos factores conscientes e inconscientes, que muchas veces no son fácilmente reconocibles a la luz de la conciencia. El vínculo amoroso satisface muchas necesidades reales y neuróticas, y a veces psicóticas. El enamoramiento es una parte del proceso amoroso; una parte que confundimos e identificamos con el todo.
El inicio del enamoramiento se presenta como algo que brota incontroladamente, inundando todo nuestro ser como una experiencia cumbre que nos dirige hacia la persona elegida. Es la contraseña del encuentro con la persona deseada, es la búsqueda de la aproximación, el deseo de aceptación, de contacto, de fusión. Cuando la persona amada responde positivamente a nuestro deseo amoroso, es la vivencia del éxtasis. Cuando, por el contrario, ante el enamoramiento no existe una mutua correspondencia, el deseo y la frustración continua generan un estado de tristeza profunda. No se da el encuentro.
Cuando la persona está enamorada vive un intenso deseo fusional. Se desea estar con la persona, incorporarlo a nuestro cuerpo, a nuestra vida, a nuestro mundo y formar parte de todo él o ella. Es lógico, se busca su contacto primero a través de la mirada y si la contraseña existe la persona siente. Luego se busca el contacto a través de la piel, y de los demás sentidos hasta llegar al coito.
En la experiencia amorosa es posible absorberse y valorarse tanto en la otra persona, que el yo del enamorado, en un sentido real desaparece. Entramos en un espacio de locura temporal. El enamorado se despoja de su energía y la otorga con gratitud a la persona de la que se ha enamorado.
Incapacidad para enamorarse.
Kernberg (1989) destaca las siguientes configuraciones:
1. Incapacidad casi total de establecer vínculos que combinen genitalidad y ternura con cualquier otro ser humano. 2. Promiscuidad sexual. 3. Primitiva idealización del objeto de amor (con una dependencia semejante a la actitud de aferramiento infantil) y cierta capacidad de gratificación genital. 4. Capacidad de establecer relaciones estables y profundas pero sin capacidad de gratificación sexual plena. 5. Integración normal de la genitalidad y la ternura con la capacidad de formar relaciones estables y profundas.
La madurez en el amor. Además de satisfacción genital, una verdadera relación amorosa incluye idealización, ternura y una forma especial de identificación. La necesidad de consideración y gratitud prolongadas y perpetuas nos obliga a regresar, o incluso a no progresar nunca de la arcaica modalidad infantil de amor tierno. En resumen, lo que se llama amor genital es una fusión de satisfacción genital y ternura, pero es a través de la identificación genital que se expresa dicha fusión. La normal idealización del amor se opera al neutralizar el aspecto malo de la persona amada mediante la reparación, y no a costa de mantener el carácter totalmente bueno de la idealización, separando lo que es malo.
El enamoramiento es un síntoma. El amor original está reprimido y la elección que se hace se parece a una imagen del pasado y de ella nos enamoramos. El enamoramiento es un estado emocional basado en la separación entre madre e hijo y que tiende a sobreponerse a esta separación, así como a ulteriores separaciones y pérdidas de personas significativas. Para amar se presupone una vivencia simbiótica de desarrollo normal y el cumplimiento de la fase de separación-individuación. La integración de la genitalidad en el vínculo amoroso da lugar a una transformación del enamoramiento inicial a un estado permanente de amor, que integra el erotismo y las tendencias genitales.
Cuando el sujeto está enamorado se ve menos necesitado de proyectar hacia el exterior conductas autodestructivas, auto punitivas, o persecutorias, ya que están atenuadas. La organización defensiva queda fuertemente aliviada es por esta razón que algunos sujetos se comportan como si tuvieran que establecer a cualquier precio un vínculo amoroso para su supervivencia.
El amor reconoce y preserva la integridad individual de cada miembro de la pareja, su autonomía y su independencia. Favorece una relación de confianza y respeto mutuo. Cada integrante puede manifestar su potencial máximo ya que en la relación de pareja es donde ambos dan y reciben simultáneamente, similar al comportamiento sexual maduro. Recorren un proceso que inicia con el noviazgo y madura con la unión, donde la pareja va haciendo a un lado su postura infantil narcisista, para adquirir una actitud de crecimiento y desarrollo que le permita aceptar a las personas tal como son en un verdadero proceso de dar y recibir.
Comments