No es infrecuente escuchar, cuando una pareja decide reunir sus proyectos de vida y vivir juntos; en esta aparente elección en libertad de dos personas, en realidad influyen muchos aspectos de historia familiar y de vida, de cada uno de ellos. Como conseja familiar, se hace el señalamiento de que se observe con detenimiento a los Padres de la pareja, ya que ello nos dará una idea bastante aproximada de cómo será esta persona en el futuro. La elección de pareja está condicionada por muchos valores, creencias, prejuicios, ideales y objetivos de vida, condicionados por lo que se ha vivido en el entorno familiar. De manera que cuando contraemos el compromiso de vivir en pareja, estamos contrayendo un compromiso no sólo con una persona, sino con un grupo familiar con todos sus defectos y virtudes. Donde se ponen los límites, es algo que se aprende en la familia, cuando existe similaridad en la educación, este no se convierte en un tema de conflicto. Cuando surgen discrepancias se convierte en conflicto de, la manera de cómo se resuelven los conflictos en la pareja; es decir sí hay mecanismos de negociación y comunicación adecuados para llegar a acuerdos mutuamente satisfactorios, o de otro modo uno de los miembros de la pareja impone su estilo de vida y lo que considera adecuado para el funcionamiento de la pareja, en donde prevalece su modo de pensar sobre la otra persona. Así, no existen “los límites ideales”, existen formas y patrones del manejo de estos que pueden ser, cómodos, digamos; terreno conocido en donde la persona en el tránsito de su hogar de origen, a la constitución de su propio núcleo familiar, las diferencias en la forma de establecer los límites, o no existen o son mínimas, o incluso se establecen diferencias deseadas por la propia persona en contraste con las formas de su familia de origen, resultado entonces en un manejo que se vive como una continuidad. Cuando el tránsito es con diferencias muy contrastantes, genera sensaciones de incomodidad y disgusto, se intenta establecer patrones similares a los aprehendidos, o imponer límites que se piensan como ideales. El problema inicial cuando estos patrones un formas de manejar los límites son muy diferentes en la pareja. Así; el manejo de los límites puede ir, desde límites muy rígidos y distancias muy marcadas, en donde la privacidad y la individualidad es un valor primordial, las personas que adoptan estos valores, son muy celosos de esos espacios, de su libertad y son muy celosos de sus decisiones, y no permiten y la influencia de terceros, al mismo tiempo que establece distancias amplias para sentirse en un completo o confort. Por otro lado existen las familias el mundo de la cercanía y proximidad es un valor, que prevalece sobre la individualidad, la pertenencia al grupo, es más importante, por lo que en decisiones esenciales para la persona no sólo permite sino que acostumbra e incluso lo invita a sus allegados a opinar y a decidir en conjunto. Aquí los espacios se estrechan, se buscaba incluso una cercanía intimista, en ocasiones la individualidad se considera una traición al grupo familiar, y la soledad no se permite se vive como un aislamiento hostil. Entre estos dos polos cada uno de nosotros encontramos un lugar afín, más cercana o más lejos de uno de ellos, cuando nuestra pareja tienen patrones semejantes esto genera una homogeneidad que se vive como comprensión y entendimiento. Cuando en el trato la pareja plantea un patrón distinto de límites no sacará de este estado de comodidad, y nos llevará a una diferencia conflictiva que será necesario resolver, el acuerdo es impredecible, puede existir una suficiente flexibilidad para aceptar límites muy distintos a los que estamos habituados y con un esfuerzo de trabajo emocional lograr un bienestar con límites distintos a los cuales estábamos acostumbrados. O por otro lado, se pueden presentar una inflexibilidad que no permita mover el punto de anclaje de estos límites, y si ambos están en puntos muy distantes de este gradiente puede ser una fuente de conflicto que incluso pueda llegar a la ruptura de la pareja. Los límites son estructuras patrones de conducta de repetitivos, de los cuales no tenemos advertencia, no somos conscientes de ello, únicamente somos conscientes del disgusto un comodidad que nos muevan fuera de nuestros límites. El terreno de las relaciones por la familia de nuestra pareja, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo será el lugar y en donde se manifestarán estas diferencias y será motivo de un trabajo de adaptación. En conclusión, no existen límites buenos o malos, lo que es bueno para una pareja puede no serlo para otra y viceversa.
Cuando se encuentra el establecimiento de los límites es un conflicto, para preservar la pareja se debe reconocer que es necesario llegar a acuerdos, y cuando esto no es posible al seno de la pareja, es aconsejable buscar ayuda profesional. Cuando pesar de todo ello no es posible conciliar el manejo de los límites podemos estar en el umbral de una ruptura de la pareja.
Esto es hablando en términos muy generales, pero un ámbito en donde el manejo de límites es muy sensible es en el ámbito de la sexualidad y el manejo de la intimidad.
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