La baja autoestima tiene muchas raíces.
La envidia, la conmiseración de uno mismo, el rechazo, y el ser víctima de la infidelidad contribuyen al problema. Y cada vez que decimos o pensamos: “No soy lo suficiente guapo (a), soy gordo, soy feo” “No soy lo suficientemente inteligente” “No tengo éxito como otros”, estamos negando la maravillosa obra que hizo nuestro Creador en formarnos desde el vientre de nuestra madre y darnos el aliento de vida. Todos fuimos creados a su imagen y semejanza, y eso nos da valor.
La biblia está llena de mujeres y hombres que pensaban que Dios no podía usarles. Tomemos, por ejemplo, el gran caudillo y juez de los judíos, Moisés. Cuando el Señor se le apareció y le llamó, el respondió: “¿Quién soy yo para que vaya con el faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel?” “¡Ay Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes ni después de que tu hablaras a tu siervo, soy tardo en hablar y torpe de lengua”. Al final Dios le dice: “Yo estaré contigo, y te enseñaré lo que tengas que hablar”. Cuando Dios se le manifiesta a Moisés, lo haces para animarle, para decirle, ¡tú si puedes!
Consideremos también a Gedeón, él era un joven miedoso cuando Dios le convoca para ser libertador y profeta. Pero el ángel que se le apareció le dijo: “El Señor está contigo varón esforzado y valiente”. Cuando Dios le llama a salvar a su pueblo de opresión, Gedeón contesta: “Ay Señor mío, ¿con que salvaré yo a Israel? Mi familia es muy pobre y yo soy el menor de la casa de mi padre” y la respuesta divina llegó para animarle al igual que en el caso de Moisés, y fue: “ciertamente yo estaré contigo”.
Igual el día de hoy, si has sufrido menosprecio, si has sido engañado, si te sientes inútil, e incompetente te aconsejo que escuches una y otra vez lo que dice aquel que te ama con amor eterno: “No temas porque yo estoy contigo, porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable y yo te amo”. (Isaías 43:4). En cualquier tribulación o circunstancia Dios es quien levanta tu cabeza.
Búscale a Él porque tiene un futuro lleno de esperanza para ti. Es importante que bases tu identidad y tu auto-concepto en lo que el Señor dice de ti, no en lo que los demás han dicho de ti: porque para Dios; ¡vales más que mil!
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